creaciones narrativas, en género mítico, realizadas por participantes en el Curso de Creatividad y Gestalt: El Viaje Mítico

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ITACA DECIDE CRECER.

por Josune Azcona

 

 

Llegó a aquel paraje, sola, triste, desesperanzada con la vida, estaba atravesando un momento en que tenía que decidir, y no sabía el camino que debía seguir. Estaba acostumbrada a que los demás decidieran por ella, y esta vez el camino que había emprendido lo hacía sola.

Durante su infancia había vivido siempre bajo el ala protectora de su madre, y al cobijo de un techo caliente con sus hermanos. Desde pequeña le parecía que aquel no era su sitio, y se quejaba constantemente de lo que a ella le parecía injusto, el resto del poblado la tachaban de gruñona, de inconformista, y le decían que si quería otra cosa que fuera, bajo la siempre amenazante sombra de que si no era como los suyos, algún bicho raro tenía que ser ¡ que era aquello de aquellas inquietudes!

A lo largo de su vida su cuerpo se había ido encorvando, apenas le quedaba espacio para que el aire circulara por el diafragma, y llegara al vientre, así que poco a poco iba ahogándose en su propio dolor, en sus resentimientos, y en su fijación de no querer cambiar nada. En la espalda llevaba un gran peso, el peso de la culpa, el peso de la desconfianza, el peso de sentirse inferior, y apenas podía ya caminar.

Al llegar a aquel bosque, se sintió invadida por el miedo, el ruido de los árboles la asustaban y por su cabeza, venían aquellas palabras de su madre:

¿Qué crees que vas a encontrar allí? Aquellos sólo son una panda de chiflados que no saben lo que quieren.

Estaba asustada, y se quedó inmóvil, no se atrevía a dar un solo paso, era presa de su miedo, y a pesar de ello tomó fuerza y emprendió el viaje por aquel camino pedregoso, que aún no sabiendo a dónde se dirigía, confiaba en que algo enriquecedor le traería.

En el borde del camino se encontró con un caracol, y su primera respuesta fue ignorarlo, pues bien sabido era en su pueblo que los extraños sólo le aportarían problemas. Su orgulloso ego pensó:

¿Qué cosa me va a enseñar este bichejo, babeante?
¿Qué tipo de animal será que se arrastra por el suelo?
Bahhh este ser insignificante no podrá aportarme nada interesante!

Siguió su camino marmarreando, mientras el caracol la observaba con curiosidad.

Caminó, durante largo tiempo hasta que la noche se le echó encima, extasiada, decidió descansar sobre las ramas de un frondoso y gran árbol, el cuál la protegería de la humedad del suelo, y estaría segura.

Durante aquella noche, estuvo soñando reiteradamente, y en sus sueños se le fueron apareciendo todas aquellas personas que en su vida se habían ido cruzando, y ella les había tratado como a aquel caracol; todos aquellos a los que no les había tenido en cuenta y a los que había despreciado sin tenerles en consideración. Se despertó sobresaltada, y su corazón latía fuertemente, sentía malestar, y empezó a pensar en todos los personajes de su sueño, en el daño que les había causado.

A la mañana siguiente se levantó con los primeros rayos de sol, cogió varios frutos del árbol y los degustó, saboreándolos, antes de emprender su camino agradeció al árbol todo lo que le había brindado y se puso en marcha.

Aquella mañana se sentía más ligera, y emprendió el viaje con la esperanza de encontrar al mago del círculo de piedra, del cual había oído hablar a los más ancestros de su pueblo y se le otorgaban grandes poderes mágicos y curativos.

Al avanzar por el camino, en uno de sus bordes encontró un destello de luz bajo una piedra, su curiosidad le hizo acercarse y cuando levantó la piedra bajo ella encontró un canutillo transparente en el cual relucía un pergamino verde, lo abrió apresuradamente y en él pudo leer "RESPETO Y COMUNICACIÓN", una vez lo hubo leído la luz se fue apagando hasta desvanecerse por completo y con ella fue desapareciendo el pergamino también. No entendía muy bien, ni de dónde ni qué le querían decir aquellas palabras, y tomando una gran bocanada de aire, dejó que entraran en ella. Sintió esperanza en aquellas palabras que le habían permitido respirar...

Volvió al sendero, y prosiguió, caminando, el sol le azotaba en la cabeza, y pensó en adentrarse en el bosque, para protegerse del sol, llevaba mucho tiempo caminando, y se sentía sedienta, venía escuchando el fluir del agua, y no conseguía encontrar el riachuelo de donde provenía.

Se detuvo bajo un viejo roble, rendida, y malhumorada, aquel estado le era familiar, ella muchas veces estaba enfada, siempre encontraba a quién echarle su furia, y en aquel momento sola como se encontraba, no había a quién responsabilizar, de lo que sucedía. Desde lo alto del roble, mientras ella estaba paralizada, había un pequeño gorrión que la observaba, y con un vuelo suave descendió desde la copa, hasta posarse junto a Itaca.

El gorrión le dijo:

¿Qué es lo que llevas en la espalda?
¿Qué cosa es esa?

Itaca le contestó:
He ido acumulando, cargas, y echándomelo todo a la espalda, y con el paso de los años, he ido mal-formándome.
G: ¿Y por qué lo cargaste? Por qué no lo fuiste solucionando, en vez de arrastrarlo.
I: Fui, haciéndolo sin darme demasiada cuenta, siempre he huido de los conflictos, y dejándolos pasar sin actuar.
G: ¿Para qué te ha servido hacerlo?
I: No lo sé, pienso que lo empecé a hacer en la infancia, cuando me tachaban de conflictiva, y hasta ahora he ido funcionando así.
G: Curioso, funcionamiento, y poco práctico a la vez. Querido amigo, un consejo quiero darte, sigue el sendero de los robles, allí encontrarás un precioso lago.

Retomó el camino tal y como le había aconsejado el gorrión, y se dirigió hacia el lago, tenía necesidad de beber, y poder refrescarse.

El lago era el sitio más bonito que había visto en su vida, el agua era cristalina, y en ella se reflejaba el cielo, las ramas de los árboles que lo rodeaban, y allí se respiraba paz. Se agachó para rellenar su cantimplora y entonces pudo ver su reflejo en el agua, en un principio no se conocía, lo que el agua le devolvía era una imagen de ella, sin su curvada espalda. Asombrada de lo que veía, decidió darse un baño, en aquellas insinuantes aguas. Y tras disfrutar un buen rato, salió del agua tumbándose sobre una roca calentada por el sol, y allí descansó.

Durmió durante varias horas, y cuando se despertó, se encontró con que muchos animalitos habían venido a verla. Había una tortuga, un perro, un dinosaurio, seres que no había visto nunca, y no conocía; todos ellos venían en busca de lo mismo, buscaban al mago del círculo de piedra, y venían de muy diferentes sitios, todos traían sus historias, y su misma inquietud. Estuvieron conversando durante varias horas, encendieron una gran fogata cuando se echó la noche, y siguieron conversando bajo las estrellas, y al calor de la lumbre. Itaca se sentía contenta, había puesto en práctica las palabras del pergamino luminoso, y desde el respeto y comunicándose con los demás viajeros, encontró una gran compañía. Conversaron y conversaron... hasta que la luna se fue a dormir y dejó paso al sol. Decidieron ir a buscar al mago todos juntos, y después de dedicar un rato a una nueva técnica de meditación que sus nuevos compañeros le enseñaron, se pusieron en marcha.

Aquella mañana estaba llena de energía, había encontrado paz, en aquel lugar, y se sentía bien, la ligereza de su espalda, le permitía poder respirar, olía un sin fin de olores diferentes, y aquello le daba seguridad, tranquilidad, y fuerza para avanzar hacia donde hiciera falta. Sus piernas recias, le sostenían, le daban tierra, y paso a paso empezó a caminar junto a los otros viajeros.

Caminaron durante todo el día, y decidieron descansar al llegar la noche...

Aquella noche, en sus sueños, la casa de su madre era destruida por un incendio, y se despertó sobresaltada y gritando, la tortuga que descansaba a su lado le dijo:
T: ¿Qué té inquieta? ¿Qué te persigue, del pasado?
I: Creo que llevo mucho tiempo, queriendo ser la niña que fui, viviendo como tal, enganchada a mi madre, y a la vez en pelea con lo que ella me transmitió.
T: ¿ Para qué quieres seguir haciéndolo?
I: Para no responsabilizarme de mí.
T: Aunque aquí vayamos todos juntos, cada uno de nosotros somos uno, y sólo desde ahí podremos llegar al círculo.
I: Gracias por tus palabras. Supongo que hace tiempo que crecí, y no lo había querido ver hasta ahora.

A la mañana siguiente, se despertó, tempranera, y practicó aquella técnica que le habían enseñado sus nuevos compañeros, reposó su sueño, habló con él, se despidió de su madre. Y recordó las palabras de la vieja tortuga "Ser uno".

Aquel día el grupo caminaba disperso, e Itaca, caminaba en silencio, oyendo las hojas bajo sus píes, el viento que azotaba en las copas de los árboles, y el sol que se asomaba entre estos. De repente dio un traspié, y al caer al suelo de bruces, se encontró con el caracol, el cual le dijo:
C: Hola Itaca, veo que vas recorriendo tú camino, y me llena de alegría volver a verte.
I: ¿ Volver a vernos? Le contestó asombrada.
C: Sí, yo soy el caracol que en el comienzo de tu viaje, ignoraste, y evitaste, pensando, que poca cosa te podría aportar. Y aquí estoy de nuevo.
I: Debo disculparme, por mi desconsideración, estaba cegada por mis prejuicios.
C: Malos compañeros, son esos.
I: ¿Podrías ayudarnos a mí y a mis compañeros? Estamos buscando al mago del círculo de piedra.

El caracol esbozó una pequeña sonrisa, y poniendo sus antenas hacia el sol, le contestó:

Está detrás de aquella colina, y al llegar allí debéis entrar uno por uno en el círculo, allí dejaréis todo lo que no necesitáis, y volveréis de vuelta, a vuestras casas, con la voluntad y la tenacidad de seguir siendo.

Itaca se puso de píe y reunió a los compañeros, les contó lo que le había dicho el caracol, y cogieron el sendero que les llevaría al otro lado de la colina. Al llegar allí, todos se retiraron, y buscaron la entrada del círculo de piedra. Era un maravilloso jardín, en el que había árboles frutales, y entre unos setos se abría el paso al círculo. Esperaron pacientes uno por uno a que sus compañeros fueran entrando. Ella estaba ilusionada, había llegado hasta allí, y ahora estaba impaciente por entrar. Le llegó su turno, y al entrar pudo ver, cómo en el centro del círculo había una gran mesa de piedra, y en su centro le esperaba el caracol. Entonces comprendió que aquel ser, era aquel mago que tan ansiadamente había buscado y sonriente le dijo:
I: Veo que las cosas nunca son lo que parecen, que he andado ciega buscando, algo que se me había brindado hace tiempo, y yo no lo había podido ver hasta ahora.

El caracol, la miró y le dijo:
La magia está en las cosas más pequeñas, de nuestro día a día, tarea vana es buscar grandes cosas, que nos satisfagan si no podemos apreciar la maravilla de lo que tenemos en las cosas sencillas.
I: Pequeño ser y tan grande a la vez, quiero agradecerte el camino mostrado hasta aquí, y en este círculo quiero dejar, todo aquello que traje, y que nunca debí portar.

Salió en silencio del círculo, con gran respeto se despidió de los otros viajeros y emprendió el camino de vuelta a casa.  

EL VIAJE AL FONDO DE LA TIERRA DE TAGA

por Silvia Camio


Taga es una gata infeliz y pesarosa, tiene momentos felices en su vida, pero su balance general es pesimista.
Se siente rara, se siente diferente, siente que es un poco al revés de los demás gatos, su cabeza gira sobre si misma, y se orienta de una manera diferente al resto.
Taga no tuvo una infancia feliz, su madre murió muy pronto dejándola sola con sus hermanos, antes de morirse la maltrataba, se quedó con su padre y sus hermanos, y su padre la trataba mal, le decía que no valía para cazar, para buscarse la vida, que era una gata un poco tonta, además su padre abusaba de ella. Taga creció pensando que la vida no era bonita, que los demás eran peligrosos, ya que le podían hacer mucho daño, que ella era tonta y rara, con lo cual la mayoría de las veces estaba triste e insatisfecha. Además desconfiaba mucho de los gatos, sobre todo de los machos.

En cuanto a sus habilidades como cazadora, en general lo hacía bastante bien, a veces mal, a veces bien y otras veces muy bien. Pero para ella lo hacía fatal, y lo hacía siempre sola, sin que le viera ningún otro gato que pudiera reírse de ella, echarle la bronca, llamarla inútil... Si alguien la miraba mientras cazaba, Taga se ponía a temblar, respiraba mal, así que perdía velocidad y precisión y su presa se le escapaba.

Para ocultar su miedo y su inseguridad, Taga adoptó una pose desafiante, misteriosa y cambió la postura de su cuerpo para no mirar nunca a nadie de frente. Taga tenía la cabeza vuelta del revés, para no hacer contacto real nunca.
El maltrato y abuso de sus padres le generó miedo al contacto con otros gatos, así que se aisló en su mundo de fantasía y perdió el contacto con la realidad y con si misma. Hasta tal punto, que sentía que no tenía las riendas de su vida, se dejaba arrastrar por otros gatos, sobre todo por los machos y soñaba con encontrar un gato que la satisfaciera, la protegiera, la quisiera y la respetara, todo aquello que sus padres no habían hecho con ella.
En su búsqueda del gato ideal había tenido muchas relaciones tormentosas, siempre elegía a los peores gatos, que la mentían, abusaban de ella, no la respetaban. Aunque ella también les exigía mucho, y como siempre estaba a la defensiva, enseguida montaba broncas y los machos se aburrían de tanta bronca y exigencia.

Siempre acababa rompiendo sus relaciones con los gatos de manera brusca y no obtenía placer por sí misma, ya que no se veía a si misma. Siempre necesitaba a alguien en quien apoyarse, un macho, que la hiciera sentirse segura, protegida y confiada.

Taga estaba harta ya de sus altibajos emocionales y conflictos con los machos, siempre les culpaba de todo, se quejaba y al mismo tiempo le costaba mucho separarse, siempre insatisfecha pero con miedo a estar sola, luego realmente cuando estaba sola, era cuando mejor se encontraba, era su refugio, una sola no tiene conflictos (aunque seguía teniéndolos consigo misma). Taga creía que para ser una buena gata debía ir acompañada de un buen macho fuerte, seguro, protector y atento, que satisficiera todas sus necesidades.
Sin un gato a su lado, se sentía demasiado sola, ante esto encima se aislaba más y no quería contacto con nadie, cuando rompía una relación con un macho, acababa odiándolo y odiando a todo el mundo.
Taga decidió hacer un viaje para tomar las riendas de su vida, responsabilizarse y dejar de quejarse y vengarse de los demás gatos. Entre sus propósitos también estaba moderar su exigencia con los demás, y respetar y amar a los demás gatos/as, algo muy difícil para ella, ya que estaba resentida con todos/as.

Cada vez que tenía conflictos se subía a su árbol, se sentía culpable de tratar mal a los demás y se tiraba una buena temporada sin comer, sin relaciones y sin sol.

Como estaba harta de que todo esto se repitiera en su vida una y otra vez, decidió viajar en busca del amor y el respeto a los demás, aunque tenía miedo de que en el viaje le ocurriera de nuevo lo mismo en sus encuentros con otros gatos/as.
Taga tiene miedo al contacto con otros/as gatos/as.

Taga decide preguntar al gran sabio de la montaña mágica, que estaba a unas horas de donde ella vivía. Cuando llegó a la montaña, empezó a hacer mal tiempo, el cielo se oscureció y llenó de unas nubes negras que amenazaban con tormenta. Taga siguió subiendo y cuando ya estaba arriba de la montaña y vislumbraba la puerta de la cabaña del viejo sabio, el suelo empezó a temblar y se oyó a una voz decir: "Uy, uy ,uy, parece que se acerca alguien con muy malas pulgas, tan malas que ha hecho que mi maravilloso tiempo soleado se torne en nubes que traen malos presagios". "Pobre infeliz, tiene mucho poder en su mente y lo utiliza para destruir las cosas bellas".
Taga estaba asustada, aunque reconoció que aquella voz tenía razón, al emitir ese juicio sobre ella. Continuó caminando hasta que llegó a la cabaña, llamó a la puerta, y la voz de dentro le dijo: "no se si quiero abrirte, me da miedo que me destruyas", Taga le dijo: "ya sé que doy miedo, pero vengo únicamente a pedirte consejo y te juro que te haré caso".
La puerta se abrió y Taga pudo ver que quien abría la puerta era un hombre mayor con pelo y barba blancos, tenía cara de persona buena y alegre, aunque se podía entrever en su cara algo de preocupación. El hombre le dijo: "Pasa Taga, me tienes preocupado". Taga le dijo: "Gracias por atenderme, yo también estoy preocupada" El hombre la invitó a pasar y a sentarse junto al fuego para que le contara qué es lo que le ocurría. Taga le contó su historia y su desdicha y le pidió consejo para poder salir de su mundo de hurañismo, soledad, infelicidad, y para poder acercarse de manera natural a los demás.
El viejo la escuchó pacientemente y con interés, hasta un momento en que le dijo: "Bueno, vale, es suficiente, ¿te das cuenta de que ya estás otra vez poniéndolo todo negro, oscuro y sin salida? Tú misma te encierras en tu enredo y te impides salir de él. Vamos a hacer una cosa, quiero que me cuentes qué quieres en lugar de qué no quieres. Taga le explicó que quería relacionarse con otros gatos con confianza, aprender a ser flexible, liberal y con buen humor.
El hombre entonces le dijo: "Para lograr eso lo que debes hacer es un viaje tú sola, deberás ir a un sitio muy lejano y oscuro, al que no es fácil llegar, tendrás que pasar varias pruebas para poder llegar a él, pero no te preocupes, porque tendrás ayudas en el camino, si las sabes escuchar, aceptar y recoger"

El hombre le habló de un "Viaje al interior de la madre tierra", Taga en este viaje tenía que buscar unas bayas milagrosas que se encontraban en unos arbustos que nacían a 1500 m de profundidad en la tierra. Taga le preguntó para qué eran esas bayas y el hombre le dijo que ya lo sabría cuando las encontrara.
Taga estaba desconcertada, ¿cómo iba a llegar tan adentro de la tierra? ¿Por dónde debería entrar? ¿Con qué cosas se iba a encontrar? La única pista que le dio el hombre fue que la entrada estaba justo debajo del árbol en el que se solía refugiar cuando se sentía mal, también le dio una cosa: una bola, que representaba a la tierra en miniatura con sus países, mares... Y también le dio unas alforjitas para que se la colgara y llevara la bola dentro. Le dijo que la bola le daría energía y fuerzas, cuando decayera. Y así se despidieron. Taga salió de la cabaña y comenzó a descender la montaña, las nubes se habían ido, había un cielo despejado y lucía el sol. Taga estaba animada e ilusionada, confiaba en los consejos del viejo sabio y estaba decidida a hacer su viaje.

Así que se fue a su árbol de las penas y comenzó a buscar debajo, pensó: "hoy encuentro la entrada y mañana me decido y emprendo el viaje", era típico en ella retrasar las cosas que le daban miedo, aunque le hicieran ilusión. Comenzó a buscar alrededor de la base del árbol y no encontró nada, buscó y buscó durante horas, ya casi estaba anocheciendo, empezó a desconfiar de la palabra del viejo sabio, se sintió triste y se subió a su árbol, allí estaba dándole vueltas a la cabeza, sobre qué hacer, hasta que de repente miró hacia abajo y vio algo que desde el suelo no había visto: un pequeño agujero medio disimulado que atravesaba una de las raíces del árbol que salían fuera de la tierra. Por fin había localizado la entrada. Pensó que al día siguiente, a media mañana comenzaría su viaje.

Taga decidió despedirse de su círculo de gatos antes de emprender el viaje, a la noche se acercó a la hoguera donde todos estaban cenando y les dijo, "me voy de viaje, sabed que os quiero, aunque a veces os odie también". Taga pensaba que a los demás gatos les iba a dar igual que ella se fuera, pero se quedó sorprendida por el interés de los gatos. ¿Y a dónde vas? ¿Por mucho tiempo? ¿Cuándo volverás? Te echaremos de menos, te queremos. Taga se emocionó al oír que la querían, cosa que nunca había creído, en realidad creía que no merecía el amor de nadie. Taga lloró emocionada y abrazó y besó a los gatos, no les dio muchos detalles de a donde iba, por miedo a que pensaran que estaba loca.

Taga esa noche durmió muy mal, tuvo muchos sueños y no descansó, se despertó cansada, pero animada, con energía, y ganas de emprender su viaje. Uno de los sueños le trajo el siguiente mensaje: "Ha venido a mí, un ángel con el pelo largo, dibujado en azul, con los brazos hacia arriba, de sus manos salen corazones, no se le ven los pies, y el mensaje que me trae es: "responsabilidad con el planeta". El ángel tenía entre sus manos una bola de la tierra.

Taga preparó varias cosas para llevar en las alforjas: algo de comida, varios mecheros y varias teas para poder alumbrar, también metió en las alforjas una manta, por si hacía frío, papel y maderas para poder hacer fuego, un bolígrafo y por supuesto la bola de la tierra que le había dado el viejo sabio de la montaña.

 

Una vez preparado todo, se dirigió al agujero de la raíz del árbol, y con mucho miedo, se adentró en él, el agujero se dirigía hacia abajo, era estrecho y oscuro, por lo que encendió una tea. Taga estaba asustadísima, pero decidió seguir adelante. Unos metros más hacia delante el camino se ensanchaba, por fin, anduvo y anduvo durante horas por el camino que, aunque se había ensanchado, seguía siendo estrecho. A las 5 horas de andar, Taga ya casi estaba a punto de desistir cuando oyó una voz que le decía: "Confía en la madre tierra, es feliz, ligera, fresca y natural, proporciona fuerza, contacto y energía".
Al oír esto Taga de repente notó sus patas en contacto con la tierra, y sintió que por ellas subía una fuerza, que la llenó de energía y entusiasmo. ¡Menos mal que no desanduvo el camino! Ahora se sentía animada, feliz, segura. A partir de aquí se esforzó en prestar atención a sus patas y en mantener el paso firme. A medida que iba haciendo esto, la tierra se volvía más agradable, el paseo era más bonito, incluso se ensanchó aún más el camino, ella caminaba cómoda y segura.

Tras horas de seguir andando, Taga se sintió cansada, pensó que debía buscar un sitio para dormir. Según pensaba esto el camino le llevó a un sitio diáfano, grande, y espacioso, allí había una zona en la que el suelo era mullido, había incluso hierba, decidió pasar la noche en ese sitio. Encendió una pequeña hoguera para calentarse, comió algo y se acomodó en la zona mullida tapándose con su manta. Durmió y durante su sueño oyó voces que le decían que no desistiera, que le quedaba un camino duro, y que ella era capaz de atravesarlo.

Tras varias horas de sueño se despertó, recogió sus cosas en sus alforjas y continuó el camino. Se sentía renovada, llena de fuerza, y continuamente llevaba la atención a sus patas, para sentirlas en contacto con la tierra, a medida que avanzaba notaba cada vez más olor a tierra y naturaleza. Iba muy contenta con todo esto, y así siguió durante un par de horas más, cuando de repente el olor empezó a cambiar, dejó de ser tan agradable para tornarse a veces agradable y a veces desagradable. De repente empezó a ver que entraba luz del fondo del camino, y pensó ¿vaya voy a salir a algún sitio?. Pero no fue así, el camino cada vez llevaba a mayor profundidad en la tierra. Apagó su tea, ya que la luz iba aumentando, también oía sonidos, inidentificables, a veces el sonido era un susurro agradable, a veces era un estruendo molesto. Al tiempo llegó a un sitio extraño, era un sitio ambivalente, con espacios cómodos y otros angostos e incómodos, oyó una discusión entre dos seres, uno de ellos hablaba de manera suave y respetuosa, el otro de manera brusca y ofensiva. Taga les dijo: "Dejad de discutid, me ponéis dolor de cabeza, ¿Quiénes sois? Las voces se callaron y Taga notó que algo se acercaba a ella de frente, era un dragón de dos cabezas, una de las cabezas era amorosa y respetuosa, la otra odiosa y juzgadora, una tenía un semblante dulce, la otra un semblante agresivo. A Taga le daba miedo la cabeza agresiva, aún y todo les preguntó ¿Quiénes sois? De nuevo. Ambas cabezas empezaron a hablar a la vez y a discutir, como si fueran dos seres distintos, se rechazaban mutuamente, Taga les intentó hacer ver que en realidad ambas eran parte del mismo ser y que les resultaría más positivo llevarse bien. Ellas se lo pensaron un rato, durante un momento, por lo menos estuvieron calladas, aunque al rato empezaron a discutir, Taga intentó que hablaran pacíficamente, al rato, se calmaron, y empezaron a dialogar, en realidad sabían que eran lo mismo, pero tenían tal rechazo mutuo, que no se ponían de acuerdo. Al final Taga, desesperada, y como por inercia, sacó la bola de la tierra de su alforja y la lanzó contra las cabezas, ellas sorprendidas, chocaron la una con la otra, empezaron a llorar y como por arte de magia, se unieron en una sola cabeza. La única cabeza le dijo a Taga: Gracias, que descanso, ahora lo entiendo todo, estaba dividida cuando realmente soy una con todos mis aspectos: bondadoso, odioso, agresivo, suave y amoroso, tengo que aceptarme con todo lo mío. Taga le dijo que se alegraba y que su voz ahora era más agradable: ni tan suave y repipi, ni tan agresiva. Taga recogió la bola de tierra y la volvió a guardar en su alforja, se despidió del dragón, diciéndole que tenía que continuar su camino. El dragón con pena se despidió de Taga muy agradecido. Taga le recordó que ella no había hecho nada, solo lo había facilitado con la bola de tierra.

Taga continuó su camino muy contenta, ella era igual que el dragón de dos cabezas, y todo esto le había servido para integrarse ella también y aprender. Según iba caminando la voz del dragón le dijo de lejos: "Confía en la madre tierra, es feliz, ligera, fresca y natural, proporciona fuerza, contacto y energía". Taga sintió que se cargaba aun más de energía, se sentía ya más ligera y más íntegra, ya que últimamente se sentía muy enfadada y odiaba a todos/as, ahora empezó a sentir que amaba lo que le rodeaba, al dragón, la bola, la tierra, .... A todo. E hizo la siguiente reflexión: Si queremos ser seres humanos amorosos tenemos que aprender a amar a nuestros propios lobos y jaguares, a nuestra estupidez, lado oscuro... igual que amamos a nuestros yoes amorosos, competentes y orientados hacia la luz.

Iba caminando cuando sintió que la tierra temblaba, temblaba tanto que sus patas no podían afianzarse en la tierra. Taga sintió miedo, ¿por qué tiembla tanto la tierra? Yo que por fin la sentía tan bien y tan cerca....
Taga pensó que esto era una de las cosas que más miedo le daban, en este momento, caerse y perder su sitio, su seguridad, su base. Caminaba como podía, más mal que bien, e intentaba agarrarse con sus garras en la tierra, y fue así como llegó hasta una zona de arenas movedizas, no sabe ni cómo las pudo sortear, pero pudo con ellas, y las atravesó. Pensaba que era lo peor que le podía pasar, sin embargo, no sabía lo que la esperaba.
En el siguiente giro del camino reencontró un gran gato, enorme, precioso, encantador y muy seductor. Taga se sintió atraída, aunque al mismo tiempo asustada, era su mayor miedo, otra vez un gato seductor. Se puso a la defensiva y le dijo: "¿quién eres?, ¿qué quieres de mí?. El gato, le dijo que se llamaba Bruno y que no quería nada de ella, solo conocerla. Taga se relajó. El gato era amable y cariñoso, hablaron un rato, y el gato le dijo que estaba cansado y que tenía ganas de dormir, así que le propuso dormir con ella. Taga aceptó, quería calorcito de gato, al rato cuando Bruno se quedó dormido, Taga decidió que no era momento, que en este momento debía hacer su viaje sola y encontrar su sentido de la vida, no debía dejarse arrastrar de nuevo por un macho, así que, sin que Bruno se enterara, Taga se fue sigilosamente. Recogió sus cosas y continuó su camino, oliendo y eligiendo senderos por donde Bruno no había estado. Caminó y caminó, hasta estar rendida, le daban muchas ganas de volver donde Bruno, al calorcito, pero sabía que este viaje lo debía hacer sola. Así que continuó hasta encontrar un sitio donde dormir.
Cuando lo encontró, se acomodó con su mantita, y se echó a dormir, echando de menos a Bruno. Durante su sueño otro ángel la visitó; era el ángel del ciclo de la forma: sus dones eran: ayudarte a sentirte bien en tu cuerpo, a despertar tus sentidos, a hacer que tu energía haga contacto con la tierra de modo que seas más capaz de manifestar tus talentos y hacer que tus sueños se vuelvan realidad.

Este ángel le dijo a Taga: "soy tu guía en todos los aspectos relativos a tu "toma de tierra" con la realidad material. Bendigo tus sentimientos de modo que puedas experimentar plenamente el mundo que te rodea a través de tu cuerpo físico. Dar tierra a nuestra energía nos da estructura, estabilidad y seguridad, de modo que podamos realizar nuestra verdadera naturaleza creativa.
Puedes orarme para que bendiga tus sentidos y te ayude a materializar tus sueños. También te bendigo con la soltura corporal, de modo que quedes libre del estrés y la tensión, y seas más capaz de experimentar el placer. Cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos liberamos buena energía, que es curativa para nosotros y quienes nos rodean. Es así realmente como hacemos de nuestro planeta un mejor lugar siendo felices.

Este ángel animó a Taga a escuchar a su cuerpo y a tratarse a si misma, alimentando, vistiendo, descansando y ejercitando su cuerpo con cuidado y reflexión. También le dijo que si confiaba en él podría ayudarla a detener los hábitos abusivos que debilitan el cuerpo. Este ángel le dijo que confiara en la bolita de la tierra, y en los consejos del viejo sabio de la montaña, ya que la alentarían y apoyarían en sus esfuerzos por estar enraizada en el plano terrestre y por expresarse y compartirse con los demás. El último mensaje del ángel fue la siguiente expresión:"Dejo irse todo dolor y tensión mientras floto en el mar del amor divino"

Taga despertó, pensando que el ángel le había traído lo que necesitaba y que debía hacerle caso, se sentí animada. Y el ángel le había hecho descubrir una cosa, no sólo debía responsabilizarse de lo que le ocurre a ella, cuidarse y mimarse, sino que esto lo debía hacer con todo ser viviente del planeta, le hizo ver que la relación con una misma es igual que con los demás, y que no debía olvidarse de los demás seres vivientes, le hizo ver su egoísmo y su irrespetuosidad hacia todo. Taga se quedó pensativa, continuó su camino, pensando. "Vale ya de exigir a los demás, yo también tengo que dar y poner de mi parte, solo así me puedo abrir al amor".

Iba pensando sin prestar atención a otra cosa más que a sus pensamientos, cuando se dio cuenta que su cuerpo se había rozado con algo. Se paró y miro a ver qué era aquello; Ante ella tenía un arbusto, ¿un arbusto? Pensó Taga, ¿Aquí crecen arbustos? Qué raro, sintió curiosidad y se acercó más. Para su sorpresa el arbusto estaba repleto de bayas. Y recordó las bayas milagrosas de las que le habló el viejo sabio de la montaña. Taga cogió una y la probó, al no notar nada, siguió comiendo, a la tercera o cuarta baya, Taga notó algo en el cuerpo, el cuerpo le decía que ya era suficiente, que no debía ser ambiciosa. Taga, por primera vez, hizo caso a su cuerpo y a su intuición, ya no estaba triste, se sentía entera. Taga comprendió que su búsqueda había terminado, que ya tenía las herramientas y los consejos necesarios para realizar cambios en su vida. Ahora era tarea de ella ponerlos en práctica. Así que decidió desandar el camino para volver a su árbol y a su comunidad de gatos, sabía que allí no iba a ser fácil, pero tenía que tomar decisiones, y hacer cambios en su vida, volvía con mucha información que la podía ayudar, pero de momento no podía esperar más ayuda, lo que quedaba ahora estaba en sus manos.

Y de momento el viaje de Taga terminó aquí, aunque ella sabía que no iba a ser su último viaje. Más adelante le esperarían más viajes provechosos, pero más adelante, de momento ya tenía bastante. Sobre todo se quedó con un mensaje que debía llevar a su vida: responsabilidad, respeto, confianza, libertad, amor, consigo misma y con todos los demás, responsabilidad con todo el planeta.

NASKAR EN BUSCA DE SÍ
por Esther Santamaría

 

Me llamo Naskar, perra de raza pastor-alemán. Nazco en el poblado de Aguas Frías, en pleno corazón del Cusco, en el seno de una familia del rango productivo, donde hay que trabajar duro. Mi padre, Rotun, perro fuerte de mirada y pisada firme, me enseña que el trabajo dignifica y que sobre él orbitan las cosas de la vida, también me dice que no sólo hay que ser buena, sino parecerlo, así que voy atenta a la apariencia pues "el que dirán" es causa de que me vaya bien, o mal, en esta vida. En este orden de cosas, mi sonrisa es un tributo a su buen hacer como padre, y si no la muestro es ser desagradecida. Cova, mi madre, de carácter frío y por su labor productiva siempre ausente, cumple bien con su función alimenticia. De ella aprendo lo importante que es estar limpia. Pabu es mi hermano, tres años mayor que yo, gordito y con mucho apetito, al que busco para jugar y del que yo recibo no querer estar cerca de mí.

Soy perra sobria, que mira donde algo le llama la atención y pronto los mensajes de Rotun hacen de mí un animal que busca la aprobación de fuera para sentirme segura y aceptada. Y siento que si no hago lo que me piden no me quieren. Creo que el amor es algo que hay que ganar. Cova, no desconfirma lo que voy creyendo y estas ideas pasan a ser mi realidad.

Nunca falta nada para comer, esa es la misión muy clara de Rotun y Cova. Pero aun así, yo parezco perra callejera, sin familia que la regocije. Mi abuela Mara, hace de madre al ocuparse de darme la comida que Cova le proporciona, es perra de pocas palabras pero sabias, el afecto que me da es templado, parco, pero nutritivo, y su amado esposo, mi abuelo Adino, perro demasiado agresivo para trasmitir calor amoroso. Ellos me inculcan la atención continua a las peticiones de mis padres. Obediencia y gratitud son premisas fundamentales.

Soy bien dispuesta aprendiendo el adiestramiento y con un vacío velado por un trote de alegría que me invento, me muevo entre los perros, siempre a la búsqueda de alguien, de algo que no sé lo que es pero que tiene forma de abrazos, besos, afecto, intimidad, cariño, alegría.

Rotun y Cova me proporcionan los medios para obtener la independencia material, una perra perfectamente válida en la rueda productiva. Lo consigo y me muevo confiada en que los demás me acepten y espero poder dar lo que los demás esperan de mí. Inicio mi vida lejos del hogar, ya adulta y con mirada de niña. Busco amo que me haga sentir que valgo.

Muchos fracasos afectivos entrelazados, muchas decepciones, mucho dolor y sufrimiento me impulsan a buscar algo para calmar mi herida. En este indagar, encuentro en el camino una casa, "Tu Casa", abierta para quien quiera entrar y comprometerse a cuidarse. Hay más perros, y otros animales. Es una casa antigua que tiene poco mobiliario pero muchos espejos. Algunos no me devuelven mi reflejo, estarán rotos -pienso-, otros me devuelven un reflejo juguetón de mi imagen y me veo alargada, achatada, ondulada... me detengo en ver detalles, pero... oh, no! qué horror! Cierro mis ojos, no quiero ver... ha entrado un perro horrible, es monstruoso, me da miedo, no quiero verlo! Salgo corriendo...

Pero esa Casa me reconforta, me siento a gusto en ella. Vuelvo, con pisada cautelosa, no sea que ese perro espantoso aparezca. Así que subo escaleras, entro y salgo por las habitaciones y me voy mirando en cada espejo... oh, no! Este es peor! Me escondo debajo de esta silla hasta que pase. ... ... ffuufffgg,... abro los ojos y GLOUP! Está ahí, bajo una silla... y me mira..., estoy temblando... se estará riendo de mí, y ahora me atacará... pero, ... esa nariz? ... esas orejas? Esa cola? ... se mueve a mi son.., no será... quee! NOOOOOOOOOO!! Socorro.... Echo a correr despavorida escaleras abajo, salgo por la puerta dejando trazas de pelo en ella pues apenas la he llegado a entreabrir en mi carrera espantada ... y no paro hasta encontrar un árbol tras el que esconderme y echarme a tomar aliento, temiendo que mis resoplidos den la pista para que Ese monstruo me encuentre y me devore.

No puedo creer lo que he vivido..., mi ánimo curioso necesita verlo de nuevo para creerlo. Vuelvo, con el rabo entre las piernas, respirando demasiado deprisa para escuchar algo que no sea el aire pasar por mi nariz... asciendo al piso, me meto en la habitación, miro al frente, con los ojillos entrecerrados enfocando, y... ahí estoy... con el pelo alborotado... no quiero verlo, no quiero, no quiero creerlo..., Soy Yo lo que me muestra este espejo, no me gusta lo que veo, pero soy yo. Paso tres días mirándome, no cierro los ojos, aun siento temor, la tercera noche caigo rendida. Ya puedo dormir conmigo.

En esta Casa hago encuentros con otros animales, algo que Noé hubiera soñado. Una perra mastín, con la que me siento acogida desde el primer día, con su afable gesto de calidez, me sugiere que me anime a hacer el viaje que los que dirigen la Casa preparan a Chacana, un lugar en donde todo lo que hay arriba hay abajo. El viaje será arduo, largo, y enriquecedor.

En este viaje vamos a caminar las sendas que ascienden la Montaña Graciosa. Me siento con ganas, uno de los espejos me mostró mis dientes, y me he dado cuenta de que puedo transformar en material digerible muchas cosas que hasta ahora me parecían incomibles, me descubro más agresiva y necesito reconocer, expresar y satisfacer mi necesidad, establecer mis límites, a la vez que mostrar mi lado juguetón y cariñoso sin vergüenza, sin que mi gran crítico me chafe la fiesta.

Salimos de madrugada, a las 4 de la mañana, cada uno va su paso, pertrechado de todo cuanto pueda hacernos falta. La idea es juntarnos en distintos puntos del camino y compartir las vivencias que vayan surgiendo. Habrá una parada común en la cima, y desde ahí nos plantearemos la situación para seguir ruta a Chacana.

Voy alegre por un camino lleno de árboles, cuando de repente un sonido llama mi atención: miro a los dos lados y no veo a nadie, qué raro. Sigo adelante, cuando vuelvo a oír un chasquido. Creo que me estoy asustando, alguien me sigue y no quiere ser visto... me voy a esconder a ver si se cansa y se va... OhohhooooooOO ... dios, qué es eso; me escabullo bajo las hojas secas que hay bajo el árbol... el sonido ahora lo oigo más cerca... OHOHHOOOOOOO... es una risa honda que está en el aire que respiro. Una voz me dice "abre los ojos". Y los abro dispuesta a todo. No hay nadie. Doy vueltas alrededor y solo veo bosque. "No hay sólo lo que ves, pequeña, abre más los ojos; o simplemente mírame, aquí, arriba. "Dirijo mi vista al frente y veo un árbol, un roble de corteza gruesa y sin hojas. OhohhooooooOOOoo se ríe al ver mi cara de susto. "¿qué creías?, ¿que los árboles sólo damos sombra y frutos?... acaso no has pensado que también Somos Vida, Alegría para los sentidos, Raíces de la Madre Tierra". "No..., bueno, no sé...", contesto aturdida; "no sabía que pudierais reír, hablar, oír... nadie me lo ha dicho nunca".

Le hace gracia mi comentario, le parece lo más absurdo que sus ramas hayan conocido jamás. "O sea, que si no te lo dicen, no lo crees", me dice desternillándose de risa. Me contagia, me acerco a su rugosa piel y lo olisqueo; su musgo adherido me da picor en la nariz y me da la risa. Reímos juntos, él con la "o" y yo con la "a". Hoohoooooohhoo... Hahaaahhaa... Salto bulliciosa a su alrededor y él mueve sus hoyuelos del tronco sacando unos sonidos guturales para mi chocantes, que me dan regocijo. Caigo cansada en la loma de su tronco y ahí me duermo, bajo el árbol viejo y risueño del camino.

Por la mañana, me despierto temprano y me despido de él para seguir mi camino. Tras horas de andadura tengo hambre, como alguna baya y con este sol que arrecia me entra un sopor de siesta. Al despertar, veo que a mi lado hay una niña, morena de largas trenzas, me parece simpática. Me acaricia y sus ojos me miran.

Me llamo Chaska, me dice, "paseaba por este sendero y te he visto dormida, así que me he acercado y mientras esperaba a que despertaras, me he quedado también dormida a tu lado, eres tan suave". Jugamos, correteamos, chapuceamos en el río, reímos con ganas..., cansadas nos echamos en la hierba a la sombra de unas rocas, nos damos caricias con los ojos cerrados mientras inhalo un aire fresco que huele a gloria, ... me siento bien con ella, mi corazón está alegre y una animosa sensación de afecto se extiende por todo mi pecho. Inspiro una gran bocanada de aire, que me hincha de un chispeante anhelo. Chaska me abraza y me dice que es hora de marcharse, que su abuelo la estará buscando preocupado. Clavo mis ojos en sus ojos, sintiendo una punzada en el estómago, no quiero separarme de ella. Parpadea y me habla: "Naskar, la niña que has de cuidar no soy yo. Escucha a tu corazón, es una parte de ti quien te pide amor. No lo busques fuera, que no te va a servir. Aprende a amarte y encontrarás el único y gran sentido de la vida. Ello engranará todo lo demás. Sigue tu camino, encontrarás ayudas que te saldrán al paso, confía en tu instinto y camina". Una oleada de cariño y gratitud me colma, la olisqueo y le chupeteo su mano, emocionada le digo "es posible que volvamos a vernos, un perro sabio me dijo un día que "la gente buena se vuelve a encontrar". Me envuelve en un abrazo y nos despedimos.

Cuatro horas de caminata me dejan exhausta, voy a sentarme a descansar cuando, un poco más lejos, me llama la atención una tortuga, que está intentando cruzar un abismo avanzando sobre el lomo de un tronco raído. Me reclino y exclamo: "¿quieres que te ayude?, puedo empujarte". La tortuga, lentamente, levanta su cabeza y me mira. Con su cuello, mueve la cabeza de izquierda a derecha. Mis ojos se abren y siento mi impaciencia, estoy incómoda por tener que contener mis ganas de empujarla, y siento ganas de marcharme para no ser consciente de tanta espera. Ahí me quedo no obstante, atraída por su valeroso y esforzado empeño. Me reclino en el suelo, observándola, hasta que me dejo vencer por el sueño.

Al despertar, la tortuga ya ha cruzado el barranco. Cercana a ella está la hechicera del bosque, que le habla con voz pausada. Me incorporo y me acerco. La miro y la olisqueo, me gusta el olor silvestre que desprende su cuerpo. Me sonríe, me acaricia en el lomo. Abre su zurrón y me enseña unas flores ya secas. "¿Te interesa el naturismo?", me pregunta. "Oh, sí, me ha ayudado muchas veces a recobrar fuerzas", le digo. "Bien pues", responde; "aquí llevo unas esencias de Bach ya preparadas que, tras un proceso sencillo con agua de manantial y sol, equilibran los estados de ánimo, y son de gran ayuda cuando intentas ocultar tu dolor, tu desasosiego bajo una fachada de alegría y despreocupación; desperdicias mucha energía que necesitas para algo más auténtico. Es Agrimony, y te viene bien esta otra, Water Violet, para esa altivez que te das, para ese sufrir en soledad porque te crees que tus problemas son sólo tuyos, y ¿cómo no? la reina de la fiesta, lmpatiens, para esa idea tuya de que las cosas las haces mejor tú sola, sin soportar la espera. Te irán bien en lo emocional, y en lo físico repercutirán en que tengas menor tensión muscular. No esperes milagros, son refuerzos. Ya me dirás como te va".

Siento entusiasmo por estas cosas, "muchas gracias, hechicera del bosque, escucharte amansa mis remolinos de emociones que se ven reconocidas en las esencias que me das". Me invita a quedarme unos días con ella, me enseñará a preparar pócimas y ungüentos. Dudo, pero atiendo a mi llamada de hacer el camino. Me duele separarme de quien me hace sentir bien, pero ella que me presiente, me hace saber que cuando quiera puedo buscarla; "a veces incluso bastará con desearlo de verdad para que me presente", me dice. Sonrío, me gusta creer que es cierto, sentir que un hilo de conexión nos une.

Caminando, de pronto un olor fétido me invade... qué asco, qué sensación más escalofriante..., en el camino, veo frutos colgados de un árbol, son peras consumidas, están ya podridas sin haber caído al suelo al estar maduras, siguen pendientes de las ramas; es como estar muertas en vida. Y en el suelo hay muchas de ellas desprendiendo un olor acre, ácido. Siento un presagio de destrucción..., cautelosa y con la nariz pegada al suelo avanzo sin hacer ruido... allá veo de lo que se trata... un soldado, pegado a la tierra, ajusta su fúsil con la mirada puesta al frente. Me agazapo para que no me presienta, me da miedo el arma, la guerra, el conflicto, y ahí me quedo por un rato, resguardada pero observando que esta realidad también forma parte del mundo en el que vivo.

Ay!, me ha visto. Me hace un gesto para que me acerque. No me fío. "Ayúdame a incorporarme, me pide". Me acerco, le rodeo, le huelo. Me siento cerca sin quitarle la vista. Me tiende su mano. Está herido. Me acerco más y me da un acaricia brusca que me molesta. "Bien, perro, bien. Me va a venir genial llevarte de avanzadilla. Ahora descansa, que saldremos al alba". Habla de mí como si no estuviera. Mis emociones comienzan a cabalgar. Una furia me sube desde las entrañas, lo miro, y suelto indignada un "GUAUUUÚ!!!" con toda mi rabia, "de qué vas, tirano, ni lo sueñes!. Mi ladrido me alivia la tensión a la vez que mis patas traseras ya me dirigen hacia la salida de este lugar de anulación y muerte.

Sigo mi senda, y la noche se echa encima. Árboles frondosos hacen una especie de muro de hojas, no me siento confiada, pero la noche avanza y he de buscar un sitio para dormir. Me adentro entre los árboles y descubro una cueva, penetro en ella. Casi a tientas, avanzo hacía donde deja entreverse un poco de claridad. Se abre un espacio y allá en un lecho de paja hay una enorme figura cuyo aspecto me asusta. Es un dragón, tumbado de costado. Siento mis latidos acelerados y de la impresión, aunque quiero echar a correr, mis patas no me responden. Tengo miedo, y también mucha curiosidad. Él ya me ha olido, no se mueve, pero dirige su cabeza hacia donde me encuentro. Sostengo mi ansiedad, a la espera del siguiente movimiento. No me acerco, lo observo a distancia. Sus brillantes escamas me repugnan y su impresionante cresta me aterra. Cierro los ojos de miedo, no me atrevo a mover un pelo de mi cuerpo. Tengo la sensación de caer en un vacío negro que me produce un escalofrío punzante. Abro los ojos. Bufffffffffff, echo el aire sin darme cuenta del resoplido. No se mueve y yo tampoco. Su quietud va amansando mi desconfianza. Echo un paso adelante. Vuelve su cara y yo abro más los ojos. Uy!, tiene una dulce sonrisa, que me atrae. Me acerco. Un poco más. Su cabeza vuelve a descansarla sobre la paja, como si mi presencia le agradara. Me acerco más. Su boca, que la veo de lado, esboza una gran sonrisa y un guiño es dibujado por el único ojo que puedo ver desde donde me ubico. Parece inofensivo, me acerco definitivamente, y en un momento no sé lo que pasa... Veo todo negro con refulgentes brillos, siento un dolor inmenso y me veo estampada contra la roca de la pared..., vuelvo a mí entre confusas imágenes... he visto las estrellas! ... vaya testarazo que me ha dado con su potente cola. Bufffffffff... despavorida echo a correr sin importarme saber por donde está la salida.

Tras una azorada carrera necesito recuperar el aliento, me detengo junto a un tupido arbusto en donde frotar mi lastimada cabeza y con fruición relamo mi magullada pata derecha. Viéndome a salvo, me alegro de estar viva. Soy una superviviente de la dulzura enmascarada. "De ésta aprendo, me digo" Camino por un rato hasta que me doy por vencida al sueño que me visita.


Esta noche vivencio una imagen. Aparece ante mí la figura de una mujer bellísima que lleva en su regazo un niño, su hijo, y a su lado aparece un caballo, que mira allá a donde ella mira: están juntos en lo mismo. La imagen tiene mucho movimiento. Escapan de algo, de alguien, y su pareja no está para ayudarla; ella va en su busca. Cuando lo encuentre, todo estará resuelto, estarán a salvo. Al menos eso es lo que cree. Ese es su objetivo. Mis sentimientos al ver esto son de fuerza, valentía, coraje, lealtad y esperanza. Y al despertar, me doy cuenta de que es eso, un sueño. No obstante y aun dándome cuenta de que ha sido un sueño, una ilusión, siento una profunda soledad.

Un día más en este camino lleno de aventura, voy así pensando en todo lo que me ha ocurrido, cuando a mi paso sale la hermosa salamandra. Me invita a comer a su casa, y en un salón de luz anaranjada coloca una manta donde recostarme. En este ambiente cálido cura las heridas de mi cuerpo. Sus suaves friegas, ayudada de aceites cicatrizantes, son caricias para mi alma.

Ella no habla, sólo atiende a mi cuerpo. Sintiendo sus manos que me acarician y cuidan, cierro los ojos. Desde mi garganta brota un sonido, un llanto inaudible, un gemido sumido, como el de un bebé. Me siento en un cuerpo tierno y diminuto. Me brotan lágrimas, no es un llanto desesperado, sino un permiso a dejarme sentir la soledad en la que ha discurrido toda mi vida. Me abandono en un profundo pesar. La tristeza alcanza cada rincón de mi cuerpo conforme voy dejándome sentir toda la soledad de mi niñez; no lo he sabido hasta ahora, aquella perrita necesitaba ayuda, amor, y no lo sabía, ni sabía cómo encontrarlo. Siento un nudo en la garganta y así me voy durmiendo... resonando en mi conciencia las palabras de Chaska: el camino es hacia dentro, hacia mi corazón, hacia el amor que tengo para darme, para dar. Tan simple y tan difícil... así me voy durmiendo.

A la mañana siguiente, más descansada, le cuento el susto que todavía llevo encima por la embestida del dragón, le hablo de mi tristeza, de cuánto echo de menos a la gente que quiero y de que, al estar en su casa, me doy cuenta de que me encantaría tener un hogar, un lugar al que sentirlo mío, en donde vivir a gusto. La salamandra me escucha y con una mirada amorosa y comprensiva me dice: "Naskar, uno finalmente tiene la vida que cree que se merece. Es importante saber escuchar y atender los sentimientos, acepta las cosas según vienen y no olvides su impermanencia. Nada, ni nadie, es para siempre, una vez asumido esto se deja atrás mucho sufrimiento". "Lo sé", le digo, "gracias por sacudirme telarañas, por las que a veces pierdo el norte del camino". "Sí, compañera, el presente es lo único real y vivirlo es el único sentido de la vida".

Muy agradecida, me despido y siento vivo el ánimo de seguir mi propio camino de experiencia y conocimiento.

No he andado mucho cuando me topo con la leona blanca y una niña. Se encuentran en un pequeño poblado, en donde la leona se ha quedado por unos días para enseñar, a los más pequeños, a defender su espacio, su territorio, los límites. En este lugar todo está permitido si nos tratamos desde la igualdad, el respeto está por encima de cualquier otra consideración. Si alguien nos lo falta, podemos reclamarlo, pero no por el camino de faltarlo también.

En este lugar se convive en base al respeto en el trato, en la intimidad, la opinión, la propiedad, el aspecto, la libertad, el descanso, la confidencialidad, la dignidad, las decisiones y el derecho a no tener que demostrar nada a nadie, ni a justificar el comportamiento.

Me gusta participar en las tareas que una gallina me explica cómo hacer para que, a la hora de la comida, no falte de nada en la mesa. Me encanta meter las manos en la masa del pan hasta que está fina, y luego hornearlo, el calorcito rico y el aroma que invita a comer. Es la mejor hora del día.

Disfruto jugando y retozando con otros animales. Un perro me mira, sonríe y me siento seducida. Compartimos juegos. Mi corazón está alegre. Vivo unas horas en las que mi fantasía se dispara, pero cuando llega el momento de la despedida se muestra tan frío que todo se disipa. Bueno, me digo, soy corazón enamoradizo que siempre busca su melodía. Es una señal del camino: no está fuera la sintonía. Me echo a andar, sé que el lugar está cerca.

Cae la noche, una luz de intensidad diferente ilumina la senda. Me encuentro con una hornacina, hecha de tierra y palos, donde descansa una vela blanca, maciza. No está encendida, pero tiene una leyenda con un dibujo de su cualidad potencial. Me quedo quieta, observándola. En mi abstracción, no me he percatado de la presencia de una extraña figura, un personaje peculiar. Se trata de un ave, de una especie gallarda y enjuta. Me dice que está a la espera de que la vela se encienda. Desde que la encontró no se ha movido de su lado, no sea que se prenda sin estar ella. Su esperanza es que la vela le dé la luz que ansía.

Tchitchi... la vela me chista para que me acerque..., me arrimo, la huelo y disfruto de la maravillosa fragancia que desprende. Como me ve distraída, me vuelve a chistar con más firmeza TCHITCHI... qué fuerza, la vela...!! "No irás a creerte tu también que la luz te la voy a dar yo, ¿verdad?". "No", respondo, "pero eso no quita para que te admire y te quiera conocer". "Bien vas, pero no te prendas de mí, que es muy tentador que te den". "Sí, lo sé". "Uno mismo es quien tiene dentro la luz, lo primero es saber esto, lo segundo es buscar el camino. Caminando descubres que la luz se enciende y se apaga en función de lo que te haces, dices, haces, piensas, y sueñas. Y un día ya no se apaga, ese día Eres tú. Soy el símbolo que lo recuerda, pero hay quien, como éste pobre pájaro, prefiere quedarse a mi lado a que se lo dé hecho, desperdiciando lo que la Vida le ha dado: su propia forma, su propio ser, único, para experimentar... para Vivir".

La escucho, sus palabras se posan apaciblemente en un lugar dentro de mí. A un lado del camino, veo como una pequeña criatura, un pajarillo, se acerca. Y ya se aleja, intentando desplegar sus todavía jóvenes alas. Es bebé y parece intuir que ha de volar su propio camino.

Yo sigo el mío. De nuevo, la extraña luz resplandece iluminando desde abajo, desde la tierra, a las montañas y el bosque. Llegando a la cima de Montaña Graciosa hay agitación, todos los animales estamos a la búsqueda de nuestro sitio. Observo en dónde quiero estar. Veo que hay un espacio en donde hay algunos animales, entre los que a alguno reconozco, y me alegro de verlos. Me acerco, están alrededor de una especie de altar en donde va a celebrarse un ritual, una invocación al Ser Supremo para que nos oriente en la búsqueda del crecimiento. Es ahí donde quiero estar y, en un extremo, me coloco.

Se abre un claro en el bosque, y se muestra nuestra situación en el Universo.

Estoy fuera, aislada. Queriendo saber quién soy, necesitando acercarme en donde siento afecto.

Observando, conociendo, experimentando.

En un replanteamiento, todos queremos estar cerca de todos. Todos queremos ver a todos. Todos con todos. Todos en Uno. Uno en Todos.

Hoy, Naskar sigue su camino, buscando, aceptando quién es.

Unas palabras quiero decir para despedirme antes de proseguir: "he recuperado esa parte que tenía olvidada, a la que desdeño cuando se pone terca o se enfada, esa parte que me pide un abrazo cuando se siente sola o ignorada.

Ahora que la he sentido y la he reconocido abandonada, puedo iniciar el camino hacia adentro, hacia mi corazón, escuchando mis sentimientos, mis necesidades, soltando el deseo de control, dejando de mirar hacia fuera para buscar.

Es un camino difícil, oscuro donde no veo luz ni final, sólo puedo dar un paso con la luz de mi intuición, de mi sentir, y parar a sentir el suelo bajo mis pies. Ahora todo lo siento más, la alegría y la rabia. Todo me enfada, y si río es a carcajadas. Es mi niña que se ha soltado. Mientras no la pierda de vista, no perderé el camino. Ella me guía".


Una vez que Naskar se dé todo el amor que su corazón puede sentir, volverá a casa, esa CASA que es su verdadero hogar.

ALEXANDRA.

por Raquel Lázaro

 

Todo empezó una cálida noche de verano, en la terraza de una casa impersonal con vistas a la bahía de una pequeña ciudad del norte de Europa.

Una madre, la protagonista de mi relato, con un biberón caliente sostenido por su mano derecha, sin crío que alimentar, infinidad de experiencias vividas en un sin fin de idas y venidas en busca de la identidad perdida, y un gran vacío negro en el interior de sus entrañas.

Años de búsqueda sin lograr encontrar su hueco en la inmensidad del Universo, una vida vivida a trompicones, bebida, engullida sin degustar, mucho alimento sin digerir, mucha digestión en espera de una nutriente asimilación, mucha carne pendiente de masticar.

Ella, se olvidó de su nombre hace años, se olvidó de a dónde iba, y también de quién era, carente a su vez de la más mínima conciencia de si algún día fue.

Hija de Aretina y de Theron, vivió según cuentan como cualquier mortal. Therón murió en la batalla contra el más dañino de las bestias existentes, su dragón interior. Aretina, mujer fuerte por naturaleza, sacó adelante a sus cuatro hijos lo mejor que quiso, dejando en el intento muchas batallas demoníacas. Con cada batalla una perla, con cada perla una transformación, y con cada transformación una virtud, floreciendo cada día a una nueva y más pura transmutación.

Pero dejemos a los progenitores y centrémonos en la sin nombre, en adelante "Sino", que para eso estoy hoy aquí.

Entre sueños una visión, un ángel cae del cielo y se postra frente a Sino, su luz es de colores bellísimos, transparentes y áureos:

Hola Sino, hoy quiero llenar tu vida con este fulgor angelical. Ven... entra en mi aura.... es especial para ti. Acomódate en mi regazo y apoya tu cabeza en mi corazón.
Sino, no sale de su asombro, incapaz de emitir sonido alguno y asustada, decide acomodarse en el regazo del Ángel y se deja mecer por el, con cada mecido más confianza.

¡Angel!, por fin pronuncia Sino, ¿Quién eres?, ¿por qué yo?, no comprendo nada, en mi interior los ángeles dejaron de existir hace muchos años, sin embargo te percibo como entonces, siento tu aura, y tu energía, ¿qué me está pasando? Me surgen las lágrimas, siento tristeza en el corazón. ¿Cómo pude despojarme de ti y de muchos como tu, hasta olvidaros completamente?
Cierra los ojos y aspira profundamente.., le susurra el Ángel, suavemente... rítmicamente.... y absorbe esta energía dorada.... absorbe esta esencia verdadera y real. Servirá para perfumar tu vida con emanaciones sutiles del amor.... de nobleza y de candor.
Una cosa mas: Aspira siempre a ser natural, sencilla y humilde. Deja las poses y artificios para impresionar, no las necesitas, se tu misma, se sincera y lucha siempre por la verdad.
¿Te vas Ángel?, Murmura Sino con un sollozo. Me siento perdida, sin rumbo, me da miedo la soledad.
Sino, le contesta el Ángel, aunque no me veas yo estoy aquí, a tu lado. Te dejo esta brújula, te indicará donde está el Norte, síguelo. Cuando te pierdas sigue esta flecha, marca el Norte, da igual que no veas nada a tu alrededor, aunque lo que veas te desagrade, tu sigue la flecha, ella te guiará.

Tengo el impulso de salir e irme, ¿hacia dónde?, no lo se, si lo se, si lo se. Cojo mi brújula y miro la flecha, por aquí es. Preparo la mochila, cuatro cosas de supervivencia, la cantimplora, un saco de dormir, unas barritas energéticas y el forro polar, bueno también la linterna, y la navaja multiusos. Estoy lista para partir.

Vivo en un décimo piso, y el ascensor está estropeado. Vaya con el Ángel!!!!!! ¿Habrá ascensores en su vida?, creo que no, vienen de otra dimensión, se trasladan y trasportan por el aire, qué suerte.... me estoy dando cuenta que siempre añoro lo que veo en los demás que yo no tengo. Sencillez y humildad.

Bajo peldaño a peldaño sintiendo el frío mármol en la suela de mi zapato, un sexto sentido me dice que no necesito los zapatos y me los quito. siento el frío mármol en la planta cava de mis pies.

Por fin llego al portal, una extraña luz se cuela por el cristal, sonrosada y calurosa........ Dios!!!!!!!!! ¿Qué está pasando?, huele a azufre, no puedo respirar, no veo nada, hace un calor insoportable, y un silencio atronador. Abro la puerta, y la desolación recorre mis venas, mis neuronas y mis tripas, OH mis tripas, un hedor insoportable, doy un paso al frente, fango en uno de mis pies, chof, avanzo con el otro, chof de nuevo, que es esto, barro por todos los lados, fango caliente, me hundo hasta las rodillas, edificios muertos, sin ventanas, miro a mi alrededor, el humo apenas me deja ver, no veo a nadie, no hay coches, la panadería de enfrente parece vacía, no oigo nada, siento la muerte, la huelo, la palpo....... continuo avanzando tan rápido como me permiten mis piernas entre el lodo, dos metros y no puedo más, grito al aire: hay alguien!!!!, y el alguien se diluye entre el empobrecido aire que me rodea, mis palabras se pierden en el espacio, nadie contesta. Sigo avanzando, tampoco hay árboles, donde están los tamarindos, y los castaños, nada, no queda nada, tan solo cenizas. ¿Qué ha pasado?, por favor que alguien me lo diga. ¿Dónde he estado mientras esto ha sucedido?. Giro a la derecha, enfilada al parque, los columpios están licuados.

Tiene que haber alguien, si yo estoy aquí, alguien más habrá.


Cojo la brújula siguiendo las indicaciones del Angel, al Norte, siempre al Norte.

Según avanzo más lodo hay, me cubre ya por el pecho y enseguida por el cuello, imagino que me voy a ahogar, saco la mano como puedo y con ella la brújula, voy al este, retomo el Norte, me hundo más, y más, mis piernas no me aguantan, me siento desfallecer, estoy apunto de dejar de luchar y desvanecerme entre la podredumbre que me rodea, cuando oigo a alguien cantar. ¿Quién puede cantar aquí?,

Soy yo, eh tu, eh....:
Quién eres, no te veo, tan solo te oigo.
Soy Shimón, no me ves porque estás cubierta de fango.
Sino, enloquecida por el miedo, se desgallita por salir del barro, y por cada intento en la huida un centímetro más hundida.

Deja la angustia, le aconseja Shimón, no la necesitas, por mucho que te empeñes en patalear y desees salir no te sirve de nada. No pretendas correr. Hazte a la humedad del barro, acéptala, siente en tus carnes la imposibilidad de moverte, la lentitud de tus movimientos, ama al lodo, solo así podrás salir de el.
Con poco esfuerzo, Shimón se aproxima a Sino.

Soy Shimón, el guerrero infatigable, surcador de tierras y océanos.
¿Qué ha pasado Shimón?
Pasar, lo que se dice pasar, no sabría por dónde empezar. Fue un cruce galáctico en todas nuestras neuronas, fue una bienvenida al saber para el poder, a base de fuerza y violencia, fue una despedida olvidada del sabor del impulso vital y el afecto natural, ha sido un des-aprendizaje alienante progresivamente constante.
No te entiendo Shimón, grita Sino desesperada. Pergeñemos un plan.
Déjate de pergeñes y planes y escucha lo que mi maestro dice de otro maestro: "Cuando tengas bien concebido tu cuadro, y sepas lo que vas a representar y cómo lo vas a representar, y qué colores vas a usar, y hasta qué pinceles vas a emplear, no lo pintes"
Sino, le susurra Shimón al oído, el que está demasiado empecinado con el lugar al que tiene que llegar, no ve lo que ocurre en el camino.

¿Dónde has estado este tiempo?, le interpela en voz alta Shimón.

Planeando qué hacer con mi vida, y entre planteamiento y planteamiento me quedo aburrido, dormida y helada. Contesta triste y a la vez malhumorada Sino, dándose cuenta de su ignorancia, arrogancia y rigidez.
Bueno, Sino, pues creo que te ha llegado la hora de que dejes de planear, de preocuparte, y empieces a vivir, ocupándote de ti misma y de los demás.
Te voy a sugerir que veo en ti y te aconsejo lo pongas en práctica ya:

Y Simón comenzó a recitar:

"Impermanencia, movimiento y asimilación

Tierra e instinto

Ternura, Frescura y Libertad"


Lleva estas palabras y su significado siempre contigo, acuérdate que esto está en ti, adelante Sino.


Y dicho esto Shimón se va alejando, hasta que Sino frustrada le pierde de vista.


Pasaron 3 días y 3 noches.


No necesito comer, tampoco beber, mucho menos moverme. Anda!!!, ¿mi biberón?, ¿Dónde lo he perdido?, ¿Dónde lo he dejado?, ¡seré tonta!, ¿y el reloj! Y ¿la Mochila?, No sé que hora es. Me siento frustrada. Mi biberón ha sido en estos últimos años mi ley motive, mi sentido en la vida, y ahora que no lo tengo ¿Qué voy a hacer?, me siento perdida, desorientada y paralizada.


Pasan dos días y dos noches más. Llevo dos días utilizando mi mano derecha, me la había dejado rígida de tanto sujetar el biberón, y estoy descubriendo nuevos horizontes para esta mano. ¿Cómo puede influirme tanto utilizarla de nuevo?.


En medio de estos pensamientos se encontraba Sino cuando de repente una voz consigue sacarla de su ensoñación:

¿Qué te pasa mujer? Pregunta una voz sutil.
Sino no contesta

¿Qué te pasa mujer? Pregunta de nuevo la voz.
¿Quién eres tu?, contesta Sino con lo ojos cerrados.
Somos Hindu y Uetzcayoti, te vemos absorta e inmóvil, ¿Qué has descubierto?, anda ven y échanos una mano que tenemos mucho trabajo.
Si, voy.
Sino, ayudándose con su par de manos comenzó a seguir a Uetzcayoti. Según remaba con sus manos, avanzaba con los pies, y el efecto conjunto le procuraba salir un par de milímetros del fango con cada zancada.

Buff, estoy agotada.
Venga vamos, un poco más, tenemos que llegar al Poli cuanto antes, se está haciendo de noche y nos esperan.
¿el Poli?
A lo lejos se divisaba el polideportivo de la ciudad, parecía tener vida, se oían voces, y hasta había luces.

Con mucho esfuerzo llegan.

El polideportivo estaba lleno de gente, unos totalmente cubiertos por el barro, otros a medio estar, y algunos otros andando por encima del fango como si de una losa de cemento se tratara.

Hindu le dice a Anémona, una de las que andaban como si tal cosa, que le enseñe a respirar, inspirar y espirar. Sino sigue sus indicaciones.

Qué bien me siento, más ligera, con cada inspiración subo a la superficie un poco más, con cada expiración me renuevo.


Hola soy, Zoe, serás mi compañera de limpieza. Vamos a quitar todo el lodo de este edificio, tenemos muchos compañeros apunto de ahogarse, y hemos de ayudarles, nos lo están pidiendo a gritos. Por favor toma esta pala y empieza a achicar barro.
Pasaron horas, días y hasta semanas, con cada brazada Sino se olvidaba más de ella, y logrando ver a los supervivientes, unos casi ahogados, ahora se ahogaban menos.

Hola, ¿Cómo estás?, decía Sino a cualquiera que se encontraba sepultado. Al darse cuenta de que no podían hablar, porque el lodo les tapaba la boca y enturbiaba sus ojos, les animaba a son de: Aguanta un poco mas, te quito un poco de lodo, te lavo la cara y te saco el barro de la boca. Ahora te voy a enseñar lo que me ha enseñado a mi Anémona, te sentirás mejor, y empezarás a sentir tu cuerpo, inspira expira.
Quiero seguir haciendo esto, piensa entre si Sino, y contenta, con más ahínco voy hacia el otro, y ahora, este, y tu como te llamas, y tranquilo.

Pasaron meses, y al cabo de 9, el polideportivo está limpio y la gente que hoy habita aquí está feliz.


Ring, ring, ring.....!!!!!!


Ahhhh, qué sueño!, apago el despertador como cada mañana, voy hacia el baño a oscuras, hago pis, tiro de la cadena, bostezo, me estiro, cojo el cepillo de dientes, le pongo pasta, abro el grifo, mojo el cepillo, y me miro al espejo para cepillarme la boca, al otro lado no veo a nadie, tan solo un papel sujeto con un celo pegado a la pared. Voy a por las gafas, cojo el escrito y leo:


"Te llamas Alexandra"

Aretina

Virtud

Griego

Madre

Theron

Cazador

Griego

Padre

Shimón

El que entendió mi sufrimiento

Hebreo

 

Anémona

Respiración

Griego

 

Zoe

Vida

Griego

 

Hindu

Ilusión

Hindú

 

Uetzcayoti

Esencia de luz

Maya

 

Alexandra

Ayudante de la humanidad

Griego

 

 

 


ESOS MIEDOS ...

por Oihana Elicegi

 

Osane es una gata grande de color negro de 10 años. Es solitaria y asustadiza. Desde pequeñita ha sido miedosa e insegura, su madre muchas veces la sobreprotegía y aprendió a desconfiar de sí misma. Vive con ella en un pajar para sentirse más segura y cómoda. Como ha estado muchos años viviendo allí, conoce todos los detalles. Sabe en qué txoko está a gusto, a qué hora vienen los dueños del pajar a trabajar, quienes son rudos, quienes son amables, etc. Cuando ve que la persona brusca viene, salta de su fardo y se escapa. Le gusta cazar, observar a las personas que viven cerca del pajar y dormir mucho. Muchas veces, de noche, cuando todos están dormidos, se escapa y goza sola de la frescura y silencio que le aporta la noche. Para descansar, muchas veces duerme de día en su txoko preferido. Le gusta mucho escuchar la música de la casa que está en frente. Le encanta oír diferentes sonidos y algunas veces, cuando se siente animada, incluso se atreve a bailar.

En cuanto a los demás gatos que viven alrededor, los observa en la distancia, pero por lo general no le gusta estar mucho con ellos. Prefiere la soledad. Muchas veces, también tiende a compararse con ellos y siente que ellos son mejores cazadores. Al pensar eso, ella se siente triste.

Tiene como afición ir a diferentes bosques conocidos porque goza de la tranquilidad, silencio, colores y armonía que todo ello le aporta. Recorre siempre los mismos bosques. Sabe dónde están los bosques nuevos (a los que no ha ido nunca), pero no se atreve a entrar en ellos porque se siente insegura y se paraliza. Piensa en lo que puede pasar al adentrase allí, piensa que se perderá, que no sabrá volver, etc. Se atosiga mucho con estos pensamientos internos.

PRIMER DIA EN EL BOSQUE "PIMAI"

Pero un día que se siente un poco más fuerte que otros días, va a un bosque nuevo que ella siente que es peligroso porque no lo conoce llamado Pimai. Le han dicho que atravesando este bosque se llega a otro llamado Izko en la que hay muchos gatos como ella. A la vez siente miedo pero quiere dar este paso, aceptar las equivocaciones que pueda hacer e ir hacia delante. En el bosque empieza a temblar. Ante su indecisión, no sabe por dónde ir y se paraliza. Se siente desubicada y perdida en muchos zonas. Comete equivocaciones, ve que vuelve al mismo lugar un par de veces, se pierde en el bosque, y se siente vulnerable. También tiene miedo de caerse y que le pase algo, que se quede allí sola y nadie le pueda ayudar. Pasan las horas y Osane sigue teniendo esta sensación, aunque está un poco más calmada porque el susto inicial de verse perdida ha pasado. Intenta ver qué zonas hay alrededor y sigue para adelante. Al final de la noche, y ya cansada encuentra un pequeño cobijo y duerme allí hasta el día siguiente.

SEGUNDO DÍA EN EL BOSQUE

Al día siguiente, Osane se despierta. Se despereza. Siente miedo al pensar en el día que le espera y tiembla un poco ante ello. Después, se dispone a caminar lentamente por el bosque. Ve a muchos animales y esta vez sí se siente más fuerte y les pregunta por donde se va al bosque Izko. Cada vez, se siente un poco más fuerte para llegar hasta allí y ver cómo es aquello y cómo son los demás gatos. El animalito le contesta que avance hasta llegar a una zona en la que sólo se vea un árbol grande y que después vaya a la derecha. Esto le va a llevar todo el día. Osane le da las gracias y va avanzando. Siente también que tiene una guía interna o ayudadora que le da ánimos en este viaje. Siente esa fuerza interna.

TERCER DÍA EN EL BOSQUE

En el tercer día Osane llega al bosque Izko. Los gatos de allí le reciben bien, le preguntan si quiere algo para comer y le dan lo que han cazado ese día como regalo de bienvenida. Aún así, al principio no puede quitarse de encima la sensación de susto. Osane siente vergüenza al exponerse ante ellos y al hablar de cómo ha sido su viaje hasta entonces. Sin embargo, con el paso de los minutos esta sensación se va calmando hasta que se va encontrando un poco cada vez más cómoda. Al estar con estos animalitos se da cuenta de que si expresa su miedo o cómo se siente, ella se siente más liberada, más fuerte.

CUARTO DÍA EN EL BOSQUE

En este cuarto día Osane ve cómo son los demás gatos, ven que son alegres, expresivos y siente que ella no lo es. Por eso, hay un momento en el que siente una gran tristeza. Aún así, acepta esa diferencia y sigue para delante. También tiene momentos en los que se esconde cuando el gato principal ordena qué tareas se han de hacer. Siente miedo a hacerlo mal. Se da cuenta de ello.

En este bosque hay un gato al que le gusta la música y comparte esa afición con Osane. Otra gata llamada Ainta le comenta que tiene que presentarse ante todos los gatos del bosque y Osane siente que lo va a hacer mal, que se va a bloquear, etc. Decide hacerlo y aunque se siente dubitativa y nerviosa en el momento de hacerlo siente que da un gran paso.

En este día Osane se da cuenta de que quiere estar un poco más cerca de estos animales del bosque, que siente cariño hacia ellos, y que le aportan muchos matices: alegría, diversión, conversación, etc.

A la tarde, Osane conoce a Belca. Ella le propone un juego. Osane acepta. Le dice que se deje llevar, que esté tranquila y que cierre los ojos. Osane los cierra y siente con gusto cómo Belca le va tocando poco a poco y le cambia de posición los pies. A Osane le recorre una sensación nueva por el cuerpo, siente que se deja llevar y siente lo agradable que es la sensación de dejarse llevar por el otro. Esta experiencia le gusta porque es nueva para ella.

A la noche, se da cuenta de que se ha olvidado ir a donde Cresna, una gata cariñosa y tranquila que conoció y a la que prometió que iría a visitarla. Osane se da cuenta de su egoísmo y de que muchas veces está pendiente de ella misma, no de los demás.

QUINTO DÍA EN EL BOSQUE

Al día siguiente, Cresna le pregunta a Osane por qué no fue a visitarla. Ella le responde que se le olvidó y que siente lo que le ha hecho. Cresna lo entiende y le dice que esté tranquila.

También hay días que van a otros bosques y Osane ve lo que le aporta la novedad. Le aporta frescura y una nueva perspectiva. Le gusta haber tomado la decisión de venir aquí.

Y así, con el paso de los días, Osane se da cuenta de que el viaje está llegando a su fin. De que tiene que volver a lo conocido. Se da cuenta de que en su viaje ha aceptado las equivocaciones que ha tenido: los olvidos, las equivocaciones al presentarse ante los demás, la vergüenza que siente, etc. Y que ha aprendido de ello. También le ha gustado la compañía que le han aportado los demás gatos. Poco a poco, se va despidiendo de los gatos de Izko. También recorre ese bosque sola para realizar una despedida interior.

Y así, va haciendo su viaje de vuelta poco a poco. En este camino de vuelta se pierde en el bosque, pero sabe que aunque dé muchas vueltas encontrará antes o después el camino de regreso. Y así lo hace. Después de 3 días llega a su txoko.

Cuando regresa se da cuenta de que "su gran miedo" no era para tanto, que ha atravesado el bosque y aunque ha cometido equivocaciones ha llegado a su destino.

Poco a poco se va relacionando con los gatos de alrededor un poco más. Se da cuenta de que aunque le cuesta mostrarse cómo es, el hacerlo le sienta bien, le libera. Por ello, le cuenta a un gato de alrededor el miedo de salir a bosques nuevos que ha tenido durante muchas semanas. Éste lo recibe muy bien y le dice que la veía un poco triste hace unas semanas y que le gusta que le cuente cómo está. Traban amistad y Osane poco a poco empieza a cazar con él y a salir un poco más de su txoko. También empiezan a ir a bosques nuevos. Osane sigue sintiendo miedo antes de ir, pero una vez allí sabe que no tiene otra que enfrentarse a lo que surja.


EL GUERRERO DE LUZ
por Juan Antonio de la Cruz

 

Los guerreros de luz son una tribu que ha sobrevivido a una hecatombe en su planeta. Ahora recorren desiertos de arena blanca a lomos de camellos y viajan silenciosos en armonía con lo que les rodea.

El planeta está por redescubrir. Tras la hecatombe sienten que hay seres esparcidos por todos partes, muchos de ellos solos pensando que no existe nadie más sobre la faz de su tierra. La soledad de estos seres y su dolor les conmueven, sienten la llamada de buscarles y la necesidad de volver a unir la vida en el planeta.

Cuando encuentran alguno de estos seres, con formas diversas y anatomías distintas, según les afectó es estallido y les transformó, le recogen compasiva y amorosamente y se comunican con él a través de sus manos y sus ojos.

El antiguo medio de comunicación, la palabra, no tiene ahora el uso y la importancia que en un tiempo tuvo. Han desarrollado la capacidad de percibir lo sutil y la energía y a través del contacto pueden sentirse y sentir al otro.

Colocan las palmas de sus manos en las palmas de las manos del ser que han encontrado, ponen su mirada sin juicio en la mirada del otro y realizan juntos un viaje de reconexión. Los seres que encuentran se recuperan, albergan de nuevo la alegría de vivir en comunidad y se añaden a la tribu profética de pupilas ardientes de los guerreros de luz.

Antes de la explosión vivían en pequeñas comunidades y estaban sometidos a normas, leyes y códigos morales que les limitaban su existencia desde niños.

Desde niños pasaban un proceso de programación metal a través de introyectos, dobles mensajes, exigencias y expectativas, conceptos de error y pecado, que dejaban anulada su naturaleza libre de espíritu. De esa forma las comunidades se mantenían como sistema cohesionado para sobrevivir.

En una de estas comunidades nació Gabriel. Algo no salió como se esperaba durante el proceso de su formación y educación.

Gabriel, a pesar de las largas sesiones de programación neurolingüística, a las que se veía sometido, conservaba su voz interior. Esta voz le decía (le recordaba a menudo) que había otra vida más allá de las apariencias. El pensaba que estaba loco por que compartía su voz interior con su comunidad y le decían que eso era una invención suya. Como nadie reconocía tener la misma vivencia se fue entrenando en hacer caso omiso de su voz interior y se esmeraba en hacer lo que todos hacían y sobre en hacer lo que se esperaba de él.

Pero su voz interior se mantenía viva a través del tiempo y era imposible deshacerse de ella. Así que decidió relacionarse con ella y comenzó a crear un mundo interno que a veces no podía evitar sacar al exterior. Esto le traía problemas a menudo.

Gabriel fue escindiéndose con el tiempo. Su voz interior fue perdiéndose entre multitud de voces que aparecían en su mente, personajes que explicaban su tragedia en silencio. Al no poder expresarse por la necesidad de pertenencia a su comunidad que tenía, reprimía la claridad de sus sentidos y generaba una terrible rabia y resentimiento. Sin embargo no podía resistirse a sus impulsos y para conseguir lo que necesitaba desarrollo también los poderes de la seducción y la manipulación. Consciente de que había algo en él de una fuerza que transcendía, fue convirtiendo su luz blanca en magia negra sin darse cuenta.

La magia negra, los venenos y tóxicos que producía en su ser la represión de su verdad y su necesidad de pertenecer al mundo, fueron transformándole y afeándole. Así llegó a sentirse el "patito feo". Tal era su sentimiento de fealdad que llegó a ocuparse mucho de su imagen para embellecerse por fuera.

Un día decidió que si eso que él hacia era vivir prefería no vivir. Se había olvidado ya de su luz y su voz interior solo era una más entre tantas voces. Al mismo tiempo que pensó así también pensó que tenía que haber otra vida, una vida que ya no recordaba.

Empezó a buscarla entonces y fue a encomendarse a Santa Clara. Santa Clara le dijo que tenía que salir a otros países, conocer otras comunidades y ver otros mundos. Vagó sin rumbo buscando y tuvo un sin fin de experiencias pero todas le dejaban el sabor en el cuerpo de la insatisfacción. Le vino bien hacerlo por que así pudo cuestionar muchas de las programaciones a las que se vio sometido.

Sin embargo había algo profundo que le impedía ser feliz. Decidió regresar a su comunidad y fue entrando en un letargo que le fue adormeciendo. Las imágenes que veía con sus ojos se desenfocaban unas veces y otras habían perdido la luz y la intensidad de la realidad.

Sintió que la búsqueda ya no tenía sentido hacerla fuera y comenzó un largo peregrinar por experiencia que le ayudasen a buscar dentro el origen de su insatisfacción.

Estas experiencias le mostraron lugares que había olvidado y sin embargo le resonaban como conocidos. Sentía que se esforzaba todo el tiempo y que sin embargo no podía avanzar. Algo le retenía en el mundo del sufrimiento, atado a la densidad de la materia.

Un día su planeta explosionó. Cuando la hecatombe llegó se descubrió solo en el planeta. Seguía escuchando su voz que le decía que había otra vida y salió al mundo, desértico en esos momentos, en busca de vida.

La primera prueba que tuvo que superar fue el desapego y la dependencia de su viejo mundo. Se dio cuenta que merodeando por los alrededores de lo conocido no podría llegar muy lejos y ahí donde se encontraba ya sabía que no descubriría vida.

Al alejarse de su mundo conocido y adentrarse en paisajes cada vez más nuevos comenzó a sentir una alerta permanente por los peligros que le pudieran acechar. Esto le quitaba la energía que necesitaba para avanzar.

En su camino se encontró con una imagen de Cristo y decidió encomendarse a ella. El Cristo le transmitió una enseñanza:

"Estás ahora en la montaña del principio de los tiempos. Como una explosión, es como un volcán. Y según explota todo pasa de gas a líquido y luego a sólido. Y una vez que ha salido la lava, coge forma y la forma es así hasta que hay otra explosión. Y ha habido muchas explosiones a lo largo de los tiempos y las explosiones cambian las formas. Es una tontería que haya ecologistas, por que la tierra no es nada. La vida es un baile de formas, que consiste en tomar una forma y vivir la vida con esa forma. Soltar la forma y coger otra forma. Y a eso se le llama TRANSFORMAR, TRASMUTAR o PERMUTAR.

Cuando se dice hay un niño en cada uno de vosotros no se entiende, nadie lo entiende. Un niño es un niño porque está apegado a la forma, identificado con ella y no sabe separarse. La gente quiere recuperar su niño. Es al revés. La gente busca el camino del niño, de volver al apego con la forma, de estar confundido con el todo. Es como echar marcha atrás; parece lo mismo pero no es igual. Se trata de estar con el todo consciente de la diferencia y la separación, no fundido en el todo. El niño no sabe que es alguien aparte."

Tras este encuentro, Gabriel comenzó a tomar conciencia de la fealdad en la que se había convertido, la fealdad que era. Desfallecido por el esfuerzo y los descubrimientos, encontró cobijo en una casa abandonada con muchas estancias. Descansó y al despertar encontró que había otros seres en su misma situación.

Al principio sentía desconfianza pero según iba conociendo los relatos de los demás seres que iba encontrando, fue sintiéndose más parte del mundo que le rodeaba. Un sentimiento de hartazgo y saturación le invadió y sintió que ya no necesitaba vagar más. Había encontrado lo que tanto había buscado, la confirmación de que no estaba loco y que otros habían vivido la misma hecatombe.

Su ángel custodio se le apareció entonces y le pidió ayuda para avanzar. El ángel le envió a unas musas que le transmitieron el siguiente mensaje:

Humildad es ver las cualidades de los otros y aprender.
Autovaloración es ver mis cualidades y sacar mi fuerza.
Aceptación es estar en agradecimiento, comunión y comunidad.

Gabriel, convertido ya en guerrero de luz incipiente, soñó estados de conciencia sutiles en los que unas extrañas voces le contaron que el principio del fin había llegado y que su reintegración habría de darse a medida que recuperase la visión clara y el centramiento.

El patito feo, seductor, manipulador e intoxicado, salió de su escondite tosiendo para liberar su garganta mientras emergía de su letargo al nuevo mundo.

LA ESPERA DE HOREM
por Pedro Alonso


El río Roben bajaba de las montañas heladas atravesando hayedos y robledales hasta llegar a Beldar, una pequeña aldea enclavada en un valle estrecho y profundo. Allí proveía de agua a sus habitantes y ayudaba con la fuerza de su corriente a mover las aspas de un viejo molino.


Fredo era el molinero de Beldar. A él acudían los habitantes de la aldea con sus sacos de grano de maíz para que los transformara en harina. Debido a que pasaba largas temporadas en el molino, especialmente tras las cosechas, su esposa Mirea acostumbraba a llevarle el almuerzo, la comida y la cena. La vida en el molino se le hacía dura. Demasiadas horas en soledad con el ruido constante e hipnótico de las palas golpeadas por el agua, las muelas de granito rozando entre sí y el tableteo de la tolva por la que caía la harina a los sacos. El polvo blanco lo impregnaba todo, encalando de harina paredes, arcones, ventanas y herramientas. Todo menos su mente, que lejos de permanecer en blanco, daba vueltas a mil y un pensamientos, a sueños olvidados, a esperanzas rotas, a un presente que detestaba porque no era lo que él quería. De joven soñaba con ser maestro constructor y edificar castillos infranqueables o catedrales tan altas como las montañas que ven nacer al río Roben. Pero su padre era molinero, como lo fue su abuelo y a saber cuantos antepasados más. Sus sueños de juventud habían muerto aplastados entre las muelas de aquel viejo molino, y cuando la añoranza lograba traer algún retazo de aquellas ilusiones, Fredo se encargaba de ahogarlas en los litros de vino que ingería. Hacía años que no tenía amigos, pocos eran los que aguantaban ya sus arrebatos de mal humor.


Mirea cuidaba del huerto familiar ayudada en ocasiones por su hijo Horem, un joven inquieto y soñador que estaba a un solo día de cumplir su mayoría de edad. Había crecido muy rápido y Mirea tenía la sensación de que no le había dedicado suficiente tiempo. El trabajo en casa, en el huerto y las largas temporadas sin Fredo en las que sus labores se multiplicaban: cortar leña, dar de comer a los animales, ordeñar las cabras, limpiar la cuadra..., la había llevado, sin darse cuenta, a considerar a su hijo como una mano de obra necesaria desde que era muy niño. Había dedicado muy poco tiempo a jugar con él, a hablar con él, a expresarle su cariño. ¿Su cariño? ¿Hasta qué punto había querido a aquel hijo que había llegado sin desearlo cuando ella aún no había disfrutado de su juventud? No había tenido tiempo de pensar en ello y Horem ya era casi un hombre. Quizás en algún momento tendría que hablar con él. En algún otro momento, ahora estaba muy ocupada preparando la comida de Fredo. A su marido no podía hacerle esperar.

Horem se encontraba en su habitación leyendo por enésima vez su libro favorito de aventuras. Le encantaba leer y dejarse transportar con su imaginación a lejanos desiertos a lomos de un camello, o a tierras cubiertas por nieves perpetuas en un trineo tirado por perros, o a mares embravecidos al timón de un galeón con las velas desplegadas. Sentía que la vida podía ser fascinante, pero no en Beldar. Allí la monotonía lo impregnaba todo. La vida estaba condicionada a las estaciones, a las cosechas y a las costumbres. Todos los años se repetían con la precisión del reloj del campanario. Sólo había dos fechas que se abrían paso a través del tedio, la primera era la fiesta del solsticio, en la que el pueblo se engalanaba y se preparaba una gran comida popular seguida de bailes y yincanas para acabar cantando en mitad de la noche frente a una gran hoguera. La otra era la feria de la lana, que traía al pueblo a decenas de comerciantes de lana, de telas, de especias y de herramientas.


Faltaba un solo día para que se inaugurase la feria de aquel año, un acontecimiento doblemente importante para Horem. Por un lado podía ver a su gran amigo Byron, ayudante de de un mercader de sedas italianas, que siempre le traía algún nuevo libro de alguna de las innumerables ciudades que recorría a lo largo del año. Por otro era el día de su cumpleaños, y aunque en su casa nunca hubo tiempo para fiestas o regalos, esta vez cumpliría por fin los 18 años. Eso le convertía en un hombre mayor de edad y con la libertad de elegir lo que quería hacer con su vida. Y ¿Qué era lo que quería hacer con su vida? Lo cierto es que aún no lo sabía, pero lo que sí tenía claro es que tendría que salir de aquella aldea para descubrirlo. Estaba convencido de que cuando se encontrase con aquello para lo que había nacido, cuando descubriese la meta de su destino, lo reconocería y su vida tendría sentido. Hasta entonces estaba perdido en una aldea en la que se sentía un bicho raro.


-¡Horem! ¡Deja de hacer el vago y baja!- Gritó su madre interrumpiendo sus pensamientos.

-¿Qué es lo que quieres ahora?- Le preguntó mientras se acercaba a la cocina-. Ya he echado de comer a las gallinas, he cambiado la paja de la cuadra y...

-¡Llévale la comida a tu padre! Es tarde y ya sabes como se pone, así que no te demores.


A regañadientes, Horem tomó el cesto de la comida y se fue hasta el molino, río arriba. Su padre le esperaba en la puerta con claras muestras de enfado.


- ¿Es que no pensabais darme de comer? ¿Ese es el respeto que demostráis al que os da un techo bajo el que dormir, al que se desloma en este maldito molino día tras día para que no os muráis de hambre?

- Lo siento, papá. En casa también hay mucho trabajo que hacer y...

- ¿Trabajo? Esto sí es trabajar y no lo que haces tú. Sigues perdiendo el tiempo con esos libros de fábulas, ¿verdad? Pues vete espabilando porque a partir de mañana tendrás que ganarte el plato de sopa como un hombre.

- No te preocupes, ya tenía pensado pedir trabajo mañana en la feria como ayudante en algún puesto de lana. Así no seré una carga para ti.

- Claro, claro, o sea que yo te mantengo durante dieciocho años para que cuando llega el día en que puedes relevarme de este trabajo de mierda y darme un merecido descanso pretendas largarte a dar de ganar dinero a otro. Eso no te lo crees ni tú.

- ¿De verdad piensas que yo me voy a quedar en este molino dejando que se consuma mi vida en algo que detesto? Tú mismo has dicho que es un trabajo de mierda, ¿es eso lo que quieres para tu hijo?

- Lo que quiero es que mi hijo deje de ser un inútil y aprenda de una vez que así es la vida, que ha nacido hijo de molinero y eso le convierte en molinero hasta su muerte.


Horem no estaba dispuesto a seguir oyendo aquello ni un segundo más, pero en el instante en el que se iba a dar media vuelta pudo ver a través de la puerta que el odre de vino que su padre solía colgar de un gancho en la pared y que suponía la reserva para las comidas de todo el mes, estaba prácticamente vacío. Entonces miró de nuevo a Fredo y se percató de varias manchas rosáceas en su ropa, de sus ojos brillantes atravesados por infinidad de venas, de la saliva que se le acumulaba en la comisura de los labios, de su mirada errática, incapaz de fijarse en un solo punto. En ese breve instante sintió lástima por su padre. Bajó la mirada al suelo y se fue. En el camino de regreso a casa llegó a la conclusión de que no quería acabar como él. Al día siguiente se iría de Beldar en busca de su destino.


Llegó el día de la feria y aquel pueblo silencioso se transformó en un bullicio de gente que iba y venía, que vendía y compraba, que reía, que gritaba, que se interesaba por los acontecimientos de la comarca y que contaba los cotilleos de la aldea. Aquel día casi todos dejaban las labores de lado para hacer negocio y divertirse un poco.


- Hola, Giorgio. ¿Ha venido Byron contigo?


El comerciante dejó de apilar bobinas de tela y se giró hacia Horem.


-Ma claro. Io trato molto bene al tuo amico y el es felice de traballare con me.

-Venga Giorgio no te enrolles que Horem ya sabe que no eres italiano.-Dijo una voz desde la trastienda-. Ese rollo déjalo para incautas amas de casa y viudas complacientes.

-¿Byron? ¿Eres tú?- Preguntó Horem al tiempo que se abría una cortina tras el mostrador.

- Claro que soy yo. ¿Cómo te va amigo? Espera, déjame verte, parece que te han crecido unos cuantos pelos más en tu barba..., tus brazos tienen más diámetro y juraría que hasta eres un poco más alto. Oye, ¿No será que te has hecho un hombre verdad? Ja, ja, ja. -Saltó por encima del mostrador y le dio un abrazo-. ¡Felicidades, Horem!

- Gracias Byron. ¿Sabes? Ya me he leído nueve veces el último libro que me regalaste y me estaba preguntando si...

-... ¿Si te he podido conseguir otro? Pues siento decirte que no.

-¡Oh! ¡Vaya! No te preocupes, puedo releer los anteriores y...

-Te he podido conseguir otros dos.

-¿En serio? ¿De aventuras?

-No, uno es un tratado antiquísimo sobre álgebra y el otro un códice manuscrito en latín. ¡Pues claro que de aventuras! Ni que me acabaras de conocer. Ven atrás conmigo y te los doy. Giorgio te quedas sólo un rato.

-Non ti preocupare... digo... de acuerdo Byron, pero no te entretengas demasiado que todavía falta género por sacar.


Ya en la trastienda, después de haber intercambiado unas cuantas bromas y de haberse puesto al día de lo acontecido durante el último año, Horem cambió el tono al dirigirse a su amigo.


-¿Puedo pedirte un favor, Byron?

-Tú dirás.

-¿Puedo irme contigo cuando os vayáis de Beldar?

-¿Ir a dónde? La siguiente aldea en la que pararemos está a tres días de aquí. ¿Cómo piensas volver después?

-No pienso volver.

-¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

-Quiero ir en busca de mi destino. En esta aldea no me espera más que la amargura que está consumiendo a mi padre y la frialdad y la distancia de una madre demasiado ocupada como para recordar mi cumpleaños.

-Creo que tanta lectura te ha reblandecido el seso. ¡Trae aquí esos libros!- le dijo estirando la mano.

-Hablo en serio, Byron. No seré una carga para vosotros, te lo prometo. Solo os acompañaré hasta la siguiente aldea y a partir de ahí me buscaré la vida solo. Por favor...

-No se lo que te ha pasado, muchacho, pero hay algo en ti que ha cambiado. Has dejado de ser el joven ingenuo y soñador que sabía disfrutar de lo que tenía por poco que fuera. Será la edad, no lo sé. Hablaré con Giorgio, no te prometo nada.

-Gracias, amigo.-Se levantó con sus dos nuevos libros en la mano dispuesto a irse.- Confía en mi, se lo que estoy haciendo.

-¿Sabes Horem? Dices que quieres ir en busca de tu destino pero tengo la impresión de que tratas de huir de él.


A la madrugada del día siguiente Horem salió de su casa sigilosamente con una pequeña saca donde no llevaba más que una muda de ropa y sus dos nuevos libros. El carromato del comerciante y de su amigo le esperaba a la salida del pueblo. Saltó dentro de él en marcha y echó un último vistazo atrás. Ahora que ya había dado el paso definitivo hacia lo desconocido, tuvo miedo. Se acomodó en un rincón, sacó uno de los libros de la saca y comenzó a leer. Poco a poco el miedo se disipó.


Fueron tres días de traqueteo por caminos accidentados en los que Horem ya no sabía cómo acomodarse. Las paradas para comer y para dormir eran como un bálsamo para sus huesos doloridos. Trató de distraerse observando el paisaje, tratando de percibir la diferencia del mundo fuera de la aldea, pero aún no había encontrado ninguna. En las paradas aprovechaba para conversar con Byron, al que interrogaba acerca de cómo era la gente fuera de Beldar, cómo eran sus costumbres y su apariencia. Las respuestas de su amigo le dejaban un poco frío, no parecía que la gente fuese muy diferente.


Cuando llegaron a Golam el pueblo aún dormía. Horem ayudó a montar el puesto de venta, a sacudir el polvo del género y a colocar las bobinas de tela de forma que las más difíciles de vender estuviesen a la vista en primera línea. A medida que el sol iba ascendiendo tras las montañas la gente comenzó a llegar a la zona del mercado y hacia el mediodía apenas se podía caminar entre los puestos si no era a empujones.


Horem quiso conocer aquella nueva aldea mientras Giorgio y Byron atendían su negocio. A juzgar por la cantidad de gente que se había reunido en el mercado y por el tamaño de la iglesia que había en un alto, estimó que Golam era tres veces mayor que Beldar. Byron le explicó que en parte se debía a que Golam era una aldea de paso obligado para mercaderes que se dirigían hacia las tierras del norte y trashumantes que conducían su ganado hacia los pastos del sur. Aquello generaba negocio y muchos habitantes de aldeas cercanas decidieron establecerse allí.


De una calle cercana le llegó el sonido de una algarabía que resultó ser una taberna llena de vociferantes borrachos. Leyó el nombre que pendía de un cartel metálico justo encima de la puerta: "Taberna Xanadú" y le recordó a una de las historias que había leído acerca de un reino oculto en unas montañas de oriente. Decidió entrar a pesar de que no tenía dinero. Después de abrirse paso entre jarras de cerveza y alientos fétidos llegó al rincón más alejado de la barra donde inexplicablemente había varias mesas vacías. Tomó una silla y se sentó a observar. No todos los allí presentes estaban borrachos. Había pequeños grupos de hombres hablando amistosamente junto a la barra y algún que otro solitario como él en las mesas adyacentes. Se dio cuenta de que uno de esos solitarios le estaba mirando. Él desvió su mirada en otra dirección preguntándose porque le habría llamado la atención a aquel hombre. Cuando estaba a punto de girarse de nuevo hacia él apareció plantado a su lado con una sonrisa en su cara.


-Hola Joven, veo que estas solo y no me da la impresión de que esperes a nadie, así que permíteme que te robe unos minutos.- De la gabardina que llevaba sacó un frasquito de color marrón con un tapón de corcho.- Te quiero presentar el elixir más maravilloso de cuantos puedas encontrar a lo largo y ancho del mundo mundial. Es la creación más sofisticada jamás destilada por el hombre. Cada gota es mágica, por un sorbo de este oro embotellado hay quien mataría y su fórmula es tan secreta que solo se transmite de padre a hijo desde hace más de veinte generaciones. El alquimista que lo destila vive escondido en una recóndita cueva de unas montañas inaccesibles.

-¿Y cómo es que usted tiene un frasco?

-...Eeeh, bueno. Ese alquimista es amigo mío y de vez en cuando baja al mundo a por provisiones. Pero como te estaba diciendo este fantástico néctar de dioses...

-No tengo dinero.

-...Es la quinta esencia de... ¿Cómo?

-Eso, que si quiere venderme algo tiene que saber que no tengo dinero.

-¡Ya! ¿Y se puede saber qué hace un joven como tú en una taberna sin dinero?

-Buscando mi destino.- El hombre cogió una silla y se sentó a su lado poniendo el frasco sobre la mesa.

-Mira muchacho, no sé que clase de ideas te han metido en la cabeza tus padres, tus amigos o tu sacerdote pero eso del destino es una patraña. La vida es puro azar, hay quien tiene suerte y hay quien no la tiene. Si eres de los que tienen suerte no hace falta que busques tu destino, ya vendrá él a presentarte sus credenciales, y si eres de los que no la tienen tampoco hace falta que lo busques porque allá donde vayas se repetirán una y otra vez los mismos problemas, las mismas dificultades y la misma sensación de impotencia.

-¿Es usted afortunado?- El hombre se levantó de la silla antes de responder.

-Bueno, tengo un negocio próspero, viajo por muchos lugares, no hay nada ni nadie que me ate. Ahora, si me disculpas he de irme, no puedo seguir perdiendo el tiempo.-Cogío una maleta que había dejado al lado de su mesa y sin decir una palabra más se marchó.


Horem se quedo pensando. Ese hombre no había respondido a su pregunta pero se le había borrado la sonrisa al hacérsela. Parecía que se encontraba solo, sin familia, sin amigos. Era poco probable que su negocio le hiciera feliz, después de todo se dedicaba a vender frascos de... ¿de qué era el frasco? Desvió su mirada a la mesa y descubrió que aquel hombre se había olvidado el frasquito marrón. Lo cogió y trató de correr tras él pero para cuando logró salir de la taberna aquel curioso hombre había desaparecido. Se guardó el enigmático elixir en el bolsillo y se dirigió al mercado, esa noche todavía podía dormir en la tienda de Giorgio.


A la mañana siguiente ayudó a plegar el puesto de telas y a cargarlo todo en el carromato. Se despidió de Giorgio agradeciéndole su ayuda y después se dirigió a Byron.


-Espero volver a verte, amigo.

-De eso puedes estar seguro, Horem. Espero que encuentres lo que andas buscando. Ten presente que la vida no es como en las novelas. Puede que te parezca que es poco excitante pero siempre están pasando cosas, cosas sencillas y cotidianas.

-Si es así lo sabré. Necesito descubrirlo yo mismo.

-Está bien.- Le dio un abrazo.- Cuídate mucho.

-Gracias por tu amistad, por todos tus libros y por ayudarme en esto Byron. Hasta pronto.


Cuando el carro se hubo alejado, Horem volvió a sentir miedo. Ahora estaba sólo, en un lugar desconocido, sin dinero ni trabajo y sin saber que comería ni dónde pasaría la noche. Se sintió tentado a buscar un rincón donde acurrucarse a leer pero en aquella ocasión prefirió vivir la sensación de la vida real, de su corazón golpeándole el pecho, de su respiración entrecortada, de su sensación de miedo y soledad.


Caminó por las calles de la aldea de forma errática. Era muy temprano y apenas se cruzó con un par de labradores que se dirigían azada al hombro a trabajar la tierra. Cuando el frío se le estaba metiendo en los huesos y amenazaba con dejarle paralizado en mitad de la calle se decidió a llamar a la puerta de una casa que tenía un pequeño huerto adosado.


-¿Quién va?-Gritó una voz femenina.

-Buenos días señora. ¿Necesita un par de brazos fuertes para ayudarle en las tareas del huerto y de los animales?

-¿Qué eres, un mendigo?- Se asomó la mujer de mediana edad a una ventana por encima de Horem.-No, no necesito más brazos que los que tengo.

-Sólo soy un joven con ganas de trabajar que acaba de llegar al pueblo. ¿No sabe de nadie que pueda necesitar un poco de ayuda a cambio de un plato de sopa caliente y un catre?

-¿Eres devoto?

-Si soy ¿qué?

-¡Ya! Mira chico, acércate al convento de la sagrada familia que se encuentra colina arriba y pregunta por Sor Mirtha. Creo que están buscando un mozo para atender las porquerizas. Es todo lo que puedo hacer por ti.


Horem no lo dudó. Se presentó en la puerta del convento y agitó una pequeña campana que colgaba de la reja. Una monja anciana y encorvada se acercó con paso lento y tras conocer el motivo de la visita se alejó con un paso igual de lento. Al rato una monja más joven y ágil se acercó a abrirle la puerta.


-Buenos días, joven. Acompáñeme para que le enseñe el lugar donde dormirá y por supuesto las pocilgas y las cuadras. Habrá de mantenerlas limpias y cuidadas, dar de comer a los animales y ordeñar las cabras por la mañana temprano para que la madre superiora tenga su desayuno a tiempo. A cambio tendrá tres comidas al día y una celda para usted solo. Espero que respete las normas de decencia y compostura que son de obligado cumplimiento en un recinto como este. Dispondrá de una llave de la puerta principal que en ningún caso podrá ser abierta después de las doce de la noche. ¿Tiene alguna pregunta?

-¿Han desayunado ya?


Aquel día trabajó duro. Aquellas cuadras hacía tiempo que no se limpiaban. Cuando llegó la noche cayó rendido sobre la cama. En mitad de la noche se despertó con sed, con frío y con una molestia en el costado de su pierna derecha. Metió la mano en el bolsillo y sacó el frasco que se le estaba clavando. Se desvistió, se metió bajo las mantas y a falta de agua bebió de trago el contenido del frasco. Le supo amargo y notó calor por dentro. Antes de cerrar los ojos vio que en la pared frente a la cama había colgada una figura de madera que representaba un ángel. Recordó que cuando era niño su madre le había hablado del ángel de la guarda que a todos nos acompaña. Mentalmente le pidió a su ángel que le guiara en su camino, que le diera alguna pista, que... Antes de que pudiera continuar se quedó dormido.


Al despertar se encontró de nuevo con la figura del ángel y recordó que había tenido un sueño. En el sueño se le aparecía un ángel sentado sobre una nube con los ojos cerrados y la barbilla apoyada en una mano, en una actitud pensativa. Al mismo tiempo una voz le susurraba al oído y de forma clara y constante dos palabras: REFLEXIÓN y SÍNTESIS. No recordaba nada más. Sonaba absurdo como todos los sueños pero estaba seguro que no debía pasarlo por alto.


Las porquerizas del convento albergaban a seis cerdos que daban mucho trabajo. Horem apenas podía con ellos cuando se amontonaban entorno a las pilas donde les echaba de comer. Les gritaba y les empujaba pero era inútil, eran más fuertes que él. En uno de los forcejeos tropezó y se fue al suelo. Al tratar de levantarse descubrió que no tenía por dónde hacerlo. Estaba rodeado de cerdos que se movían inquietos por todos lados. Se estaba poniendo muy nervioso y entonces empezó a oír los susurros. No veía más que las panzas de los animales pero los susurros le llegaban cada vez más fuerte. Se quedó quieto, escuchando. Venían de todas las direcciones y daba la impresión de que hablaban diferentes lenguas a la vez. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loco? Escuchó con más atención en espera de captar algún mensaje comprensible. Algunos susurros parecían lamentos, otros confidencias, pero ninguno de ellos hablaba en su idioma. Empezó a sentir mucho miedo y estaba a punto de gritar cuando las voces cesaron de repente. Abrió los ojos y pudo ver que los cerdos se habían apartado y estaban mucho más tranquilos. Se puso en pié y salió al exterior. Todo aquello era muy extraño. Decidió que al día siguiente se iría del convento.


Y aquella noche volvió a soñar. Iba caminando por un camino ancho y despejado cuando se encontró con un cruce de tres caminos. Dos de ellos tenían una señal indicativa. Una decía CASA y la otra MISIÓN. El tercer camino no estaba señalizado. Horem decidió que no quería volver a casa y que tampoco quería cumplir misión alguna pues todo apuntaba a que su misión en la vida era ser molinero como su padre. Decidió, por tanto avanzar por el camino sin nombre esperando hacer algún descubrimiento. El camino se fue estrechando, bordeó un pantano, y cuando quiso darse cuenta no era más que una senda estrecha y serpenteante. Siguió avanzando por la senda hasta que se encontró con un bloque de roca que le cortaba el camino. Se quedó allí parado pensando en lo inútil que había sido recorrer aquel camino para descubrir que no tenía continuidad.


Al despertar y recordar el sueño, quiso extraer un significado. Parecía claro que las rocas eran un obstáculo. No sabía a dónde le llevaba ese camino pero lo cierto es que se había rendido ante la primera dificultad y no trató de rodear las rocas o de escalarlas. Ni siquiera se le ocurrió.


Aquello le hizo reflexionar. En su vida había estado siguiendo un camino, marcado principalmente por sus padres, pero también por la religión y por las costumbres locales. Aquel camino le abocaba a perpetuar a lo largo de su vida la infelicidad de la que ya eran víctimas sus padres y lo fueron sus antepasados. Había tomado la decisión de tomar su propio camino y construirse un futuro diferente con la esperanza de poder demostrar al mundo y a sí mismo que servía para algo más que para moler grano. Había llegado hasta este convento después de enfrentarse al miedo de abandonar lo conocido y la seguridad del hogar. Había probado un elixir o lo que fuese aquello que le permitía recibir mensajes internos a través de los sueños. Y la primera vez que experimenta algo que no entiende, algo que va más allá de su lógica, decide que es demasiado, que teme volverse loco y que tiene que seguir su camino. "¿Pero cuál es mi camino?", se preguntó. "¿Cómo saber a dónde dirigirme? En el sueño se acababa el camino y sólo veo tres opciones: una es tratar de rodear el obstáculo para lo cuál he de adentrarme en terreno inexplorado y posiblemente peligroso, otra es intentar escalarlo, lo cuál también es peligroso pero al menos se a qué me enfrento y puedo calibrar mejor mis posibilidades, la última es regresar por dónde he venido y retomar otro camino en el cruce, lo que significa obligarme a ir dónde no quiero".


Estaba, al igual que en su sueño, paralizado. Ya no estaba tan seguro de querer marcharse. Quizás tuviese que permanecer allí por una temporada hasta que pudiese entender un poco mejor qué es lo que quería hacer con su vida. Necesitaba reflexión. Visualizó en su mente la imagen del ángel meditando sobre la nube y acto seguido la roca obstaculizando el camino. En ese mismo instante tuvo una intuición que le permitió contemplar un cuarto camino. "¿Y si la roca no era un obstáculo sino una aliada?, ¿Y si lo que trataba de decirme es que no por ir más lejos voy a encontrar antes lo que busco? ¿Y si ha llegado el momento de parar y buscar aquí mismo?"


Sí, seguro que era eso. No sabía qué tenía que buscar ni dónde pero tenía el convencimiento profundo de que no hacía falta ir en busca de tierras exóticas o de experiencias extremas. Eso formaba parte de las novelas de aventuras con las que él escapaba del miedo, el tedio y la desesperanza. En esas vidas inventadas no iba a encontrar respuestas. Cogió uno de los dos libros que tenía sobre la mesilla y pasó rápidamente el dedo por sus hojas. Dejaría de leer novelas por un tiempo. Necesitaba tomar más contacto con las emociones y sentimientos reales de su vida.


-¡Horem!-Gritó Sor Mirtha al otro lado de la puerta mientras golpeaba con sus nudillos.- ¡Horem! ¿Se ha dormido, joven?

-No, hermana. Le llevo la leche ahora mismo.- Se puso en pie tan deprisa que se le cayó el libro de las manos. Al ir a recogerlo observó que de entre sus páginas sobresalía un pedazo de papel manuscrito.


Era apenas una frase, casi un poema. Lo leyó una vez y se quedó asombrado. Lo leyó una segunda vez y lo memorizó para siempre. Era la pista que necesitaba, la que le confirmaba que estaba haciendo lo correcto. Esperar en lugar de caminar, porque como le dijo su amigo Byron, pudiera ser que su camino no fuese de búsqueda sino de huida. O como quiso decirle el vendedor de elixires, el destino viene a buscarte allá donde estés.


Se calzó, cogió una chaqueta y salió de la habitación dejando sobre la mesilla aquel sencillo trozo de papel que rezaba:


"En mi centro de estabilidad la espera placentera se entrega fluida".

EL VIAJE DE LA SALAMANDRA

por Nagore Aranburu

 

 ¡Zaast! La salamandra ha sido expulsada del vientre de su madre después de haber permanecido unos días ya totalmente formada y preparada para la vida exterior. Ha caído sobre una mata de liquen húmedo. Sin que ella sea consciente, ha nacido una noche de luna llena, algo que sin duda le va a marcar para el resto de sus días. Se siente descolocada, se encuentra en un entorno totalmente ajeno y todo es nuevo para ella. El liquen esponjoso le da sensación de calor y suavidad. Además puede aprovecharse del goteo que se desprende a través del tronco de madera que se encuentra a su lado para dar algunos sorbos de agua. De momento todo va bien, sus necesidades básicas están medio cubiertas, lo único que le falta es algo de comer. Para ello su olfato le dirige al borde del río, donde encuentra más de un gusano al que poder echar la lengua. Una vez de haber llenado su pequeña barriga, siendo consciente de todo el ajetreo de la noche, pausadamente se desplaza para encontrar alguna pequeña cueva donde refugiarse. Con la ayuda de su buena vista encuentra un hueco entre dos piedras lisas y cae rendida al mundo de los sueños. En este sueño aparece una salamandra muy grande y hermosa peleando contra una serpiente de agua. Se despierta sobresaltada. Sus tres primeros meses de vida transcurren viviendo rodeada de un triángulo formado principalmente por su madre, abuela materna y padre. Estos adultos además de que le proporcionan sus más básicos cuidados, también se dedican a (siempre creyendo que es lo mejor par ella) intervenir en su desarrollo de una manera limitadora: “cuidado con las piedras... sino te caerás”, “no estropees tu hermosa piel haciendo bobadas...”,”no... no... “y entre no y no, no recibe mucha atención de ellos. Además estas salamandras adultas son muy raras, no se ponen de acuerdo entre ellas y cada una le dice algo diferente. Muchas veces no se siente libre en su propio entorno, aún tratándose de un río maravilloso donde el agua es cristalina y las opciones para experimentar son múltiples. Pero de una manera u otra, defendiéndose a veces y pudiendo disfrutar de sus exploraciones junto con otros animalillos del río otras veces... Un buen día, llega el momento de su metamorfosis en el que su cuerpo se transforma para poder manejarse en la tierra, al igual que los adultos. A partir de ahora, sale del triángulo que le ha mantenido retenida para lo bueno y para lo malo y se echa a la nueva vida. La tierra es un entorno mucho más extenso y complejo al que no ha estado acostumbrada y debe adaptarse lo mejor que pueda. Para empezar ahora tiene que buscar otro sitio donde refugiarse durante el día, ya que su actividad al igual que el resto de las salamandras se centra en la noche. Además no aguanta el sol y sólo se desplaza si ha llovido abundantemente, el resto del tiempo lo emplea en su cueva. Por una parte se siente con ilusión de emprender una nueva etapa en su vida, por otra parte, no sabe muy bien hacia dónde tirar. El camino recorrido hasta ahora es bastante corto, teniendo en cuenta que el río queda a la vuelta de la esquina y que para llegar al bosque tiene que atravesar un túnel excavado hace años por unos romanos que se dedicaban a extraer minerales del alto de la montaña. Decide instalarse en un remanso con mucha leña húmeda apilada, donde a lo lejos se puede vislumbrar el túnel que abre frontera a un bosque muy frondoso y jugoso para cualquier salamandra. Eso si, corre el riesgo de que si alguna vez se incendiara esta zona, tendría que huir rápidamente para salvar su pellejo, aunque cuenta con la habilidad innata de aguantar los fuegos más ardientes como el resto de las salamandras. Los días discurren rápidamente. Ella no soporta el vacío de la nada y por no quedarse en la cueva sin hacer nada, hace y hace, aunque sin saber muy bien el para qué, “tengo que dar la imagen de que soy una salamandra activa y que me valgo por mí misma”- se dice a sí misma. Para sentirse parte de., mantiene relación con las salamandras que ha conocido desde bien pequeña. También emprende otras nuevas relaciones con otras que han coincidido durante su trayecto, pero no logra entregarse al contacto con el otro. Ya que no sabe muy bien cómo relacionarse con los demás y cuando lo hace, se pierde en el otro o por miedo al rechazo, se distancia demasiado. Algo parecido le ha ocurrido con más de una salamandra macho en este caso .Hay veces que los seduce para no sentirse sola y luego los deja tirados. En otras ocasiones se queda enganchada perdiéndose totalmente en el otro. Necesita algo que no sabe qué es y por ello, se dedica a buscar eso que le falta haciendo varias excursiones. Le gusta salir a sitios diferentes, encontrarse con diferentes salamandras y demás animalillos inofensivos para ella. Si surge algún revolcón con un macho que le guste, mejor que mejor y en cuanto a la gastronomía exótica, el hecho de probar y degustar diferentes arácnidos, lombrices, caracoles que existen en otros lugares es un placer para ella. Pero cada vez que vuelve al terreno donde vive, vuelve a encontrarse con su sombra, su falta. ¿Qué va a ser de mí? ¿Por qué no puedo ser feliz aquí sin andar buscando fuera?- se preguntaba una y otra vez. Una noche lluviosa en la que se encuentra cazando una babosa (uno de sus manjares favoritos) ve que algo se mueve entre la maleza. Por el olor que despide, nuevo para ella, no puede descifrar de qué se trata. Se queda inmóvil y alerta, dispuesta a lanzar la substancia blanca y espesa que tantas veces ha irritado los ojos, narices y bocas de los depredadores que intentaban acabar con ella. Pero esta vez tiene la sensación de que se enfrenta a algo nuevo. Está asustada. De pronto de un solo brinco sale de la maleza una especie de duende sonriente dirigiéndose a ella: - No voy hacerte daño, sólo quiero darte algo. - ¿Pero tú quién eres, qué quieres?- pregunta la salamandra asaltada. - Soy tu duende de la guarda, estoy aquí para ayudarte en una misión especial- añade pausadamente el duende. - Esto me suena a chufla, ¿de qué hablas?- responde la salamandra ofendida. - No te ofendas, no se trata de ninguna broma. ¿Te acuerdas del sueño que tuviste nada más nacer? - Si, aparecían una salamandra enorme peleando contra una serpiente de río. - Eso es; ese sueño fue el que propició que tu viaje al “mundo posible” se pusiera en marcha. Sin que hayas sido consciente de ello, todos los pasos que has dado hasta ahora sido predestinados para que llegues a este sitio concreto en este preciso instante. Todos los astros han estado poniendo de su parte para que fuera de esta manera. Todos los seres vivientes tienen por lo menos un viaje que hacer, el tuyo va a empezar dentro de muy poco. - ¡Pero tú estás loco! ¿De qué viaje hablas? - Tendrás que recorrer ese túnel antes de que amanezca. Cuando lo consigas, te adentrarás en uno de los bosques con más variedad de árboles que hayas imaginado nunca. Cada uno de ellos te sugerirá una prueba diferente a la que tendrás que enfrentarte. Si consigues superar todas las pruebas, sentirás que ya no te falta aquello por lo que te has movido hasta ahora. - ¿Quieres decir que en tal caso ya no me sentiré vacía? - Más o menos. Ahora te doy esta carta para que te proteja en los momentos más difíciles. Antes de partir, debes tener muy claro cuál va a ser el propósito de tu viaje, ya que sólo entonces tendrá sentido que utilices la carta. La salamandra atónita coge la carta de las manos del duende y para cuando le quiere decir algo más, el duende desaparece. “¡Menudo embolado en el que me he metido!”- dice en voz alta, mientras mueve su larga cola para rascarse la cabeza. En sus adentros reconoce que es su gran oportunidad para romper sus cordones umbilicales se inicia al viaje sin pensarlo dos veces. Eso sí, primero se despide de su comunidad adelantándoles que se va para una temporada. La luna hace de guía con su resplandor y empieza a dar sus primeros pasos en esta aventura… ¿Pero cuál es el propósito de mi viaje? Está claro, necesito ir en busca de mi yo, sentirme una salamandra diferente a las demás y parte de la comunidad a su vez. En resumidas cuentas, entregarme a la experiencia que se me presente. Bueno, pues allá voy. La salamandra se dirige al túnel, su respiración se mantiene entrecortada, su corazón late agitadamente, todos los sentidos están alerta. Su ritmo es demasiado rápido como de costumbre y por eso se agota fácilmente, la tensión que siente es demasiada carga para ella. Por ello, decide bajar el ritmo y poco a poco se va relajando y disfrutando un poco más. Siente un gran nudo en el estómago pero está acostumbrada a sentirlo en sus momentos difíciles y sigue para adelante. A lo lejos puede vislumbrar la luz del final del túnel pero todavía queda bastante recorrido y empieza a sentir miedo. -¿Para qué me habré metido en este lio? Al fin al cabo, antes no estaba tan mal y ahora no sé ni si seré capaz de superar todas las pruebas que se me avecinen ¿y si fracaso que será de mi reputación? Me da miedo fracasar, me da miedo sentir que toda la responsabilidad es mía…Antes siempre podía apoyarme o delegar en alguien, pero ahora no tengo a nadie, salvo a mí misma. Pero ya es tarde, no puedo volver sin haber hecho la prueba, sino dirán que soy una cobarde…- Mientras va divagando en sus pensamientos y dudas, un murciélago sobrevuela por encima de su pequeña cabeza. – Date prisa -le dice el murciélago. Dentro de poco amanecerá y si no consigues atravesar el túnel siendo de noche, no podrás seguir con tu viaje. - Gracias, ya voy- le responde la salamandra pasmada del aspecto tan raro que tiene tal animal. Me da la sensación que en este viaje voy a ver a unos seres tan diferentes a mí, que me costará trabajo poner en práctica la tolerancia de la que muchas veces alardeo- se dice a sus adentros. Son los últimos pasos, ya tiene una pata fuera del túnel y es consciente de que no hay marcha atrás. La entrada al nuevo espacio es real. Siente los primeros rayos de sol en su cara, ha sido una noche muy intensa y necesita encontrar un sitio para descansar, antes de que el sol empiece a calentar con fuerza. -¡Qué sitio tan hermoso y tan grande es este! ¿Pero a dónde voy? Ah, ahí cerca hay un haya donde poder restregarme y descansar entre sus rojas hojas caducas en el suelo. Se acerca al haya, se camufla entre las hojas y cae dormida rápidamente para dar comienzo a su primer sueño y prueba al mismo tiempo: el haya de repente se convierte en la madre de la salamandra. --¿A dónde te diriges?- le pregunta su madre. No quiero que te vayas tan lejos, te necesito, me siento sola. -¿Pero tú qué hace aquí?- le responde la salamandra rabiosamente. Ocúpate de tu vida que ya es hora - le recrimina como lo ha hecho tantas veces en su vida. –Sí, si tienes razón, pero…no te vayas lejos…Yo te protegeré. -Necesito alejarme de ti para poder cortar el cordón que todavía me une a ti y que tanto me confunde todavía- responde la salamandra más calmada. Ni tú me debes nada ni yo te debo nada, quiero que te apartes de mi camino y me dejes seguir. Cuando vuelva espero poder relacionarme contigo sin rencores ni ataduras dañinas para las dos. De un sobresalto, la salamandra se despierta de su sueño y se da cuenta de que el haya donde se había refugiado anteriormente, ya no era el mismo árbol sino una enorme morena en mitad de una caverna llena de agua donde tendría que trepar sobre ella para proseguir su camino en tierra. La morena no pone ninguna resistencia para hacer de puente. La salamandra se despide de ella agradecidamente. Siente hambre y nada más pisar firme en tierra se encuentra con un higüero lleno de higos maduros. Le entran ganas de comer los gusanos que se encuentran degustando los higos tirados en suelo, pero al lanzar su pegajosa lengua hacia uno de los gusanos, se sorprende del buen sabor que ha captado a través de los restos del higo y con gran ansiedad se los devora. No deja rastro de ellos. Empachada, se tira entre unas piedras para echar una siesta y entra en su segundo sueño. En este sueño el higüero se ha convertido en una rana y ésta extrañada del mal aspecto que presenta la salamandra le pregunta: -¿Qué te ocurre? tienes mal aspecto. -Me han sentado mal los higos que acabo de devorar. Mi pobre estómago no está acostumbrado a digerir alimentos de este tipo y siento ganas de vomitar. Lo mismo me ocurre en mi vida con los valores y formas de actuar de los demás. Me los trago Sin digerirlos y luego no sé realmente qué es lo que yo necesito. A partir de ahora, pondré más atención en la tarea de rechazar aquello que no necesite. Nada más terminar la última frase, la salamandra se despierta encima del lomo de un león que cuidadosamente le traslada hasta llegar a un roble. La salamandra maravillada del gesto tan tierno de un animal tan fiero se despide de él. Bajo la sombra del frondoso roble empieza a recordar todo lo sucedido hasta entonces y sin darse cuenta se queda dormida. Sueña con una mochila bien cargada de peso que tiene que transportarla hasta el siguiente árbol. Entonces se le aparece una hormiga y le pregunta si necesita que le ayude. La salamandra le responde que no, que ella puede con todo y que no necesita de nadie porque es muy independiente. La hormiga le hace ver, que a veces pidiendo ayuda la carga se vuelve más ligera de llevar, pero la salamandra le evita. Hasta que cae desvanecida al suelo y es socorrida por un grupo de hormigas que tratan de socorrerle. La salamandra emocionada le saltan las lágrimas y se da cuenta de que en su vida también interpreta el papel de dura como el roble, pero con la diferencia de que es pura fachada lo de ella. Ahora sabe que hay cosas que puede y debe hacerlas ella sola, pero para llevar a cabo otra serie de tareas, necesita pedir ayuda y mostrarse también. Vulnerable. Con otro sobresalto se despierta con el aleteo de una mariposa que le traslada con sus finas antenas hasta un precioso ciruelo rojo. La salamandra no puede creer que un animal tan fino y delicado como la mariposa pueda ser tan fuerte como para sostener todo su peso, las apariencias engañan, se dice a ella misma. Mientras se despide de la mariposa, encuentra frente a sus ojos el árbol más precioso que jamás había visto. Boquiabierta trepa por su elegante tronco hasta llegar a las hojas de tantas tonalidades juntas. Mientras observa cómo una manada de petirrojos se comunica entre ellos mediante una serie de sonidos diferentes. Entre todos logran hacer sonar un canto tan armonioso que la salamandra llena de gozo se duerme plácidamente. En sueño una serpiente se dirige a ella y le dice: -¿Te preguntas cuál es la fórmula para llegar a sentir la paz interior que acabas de sentir? ¿Cómo lo hacen los pajarillos para sentirse en armonía entre ellos? -Si, precisamente en eso estoy ahora mismo. A mí me cuesta aceptar al otro tal y como es y no criticarle por lo que no me gusta de mí. Estoy aburrida de fijarme tanto en el otro. -¿Qué puedes hacer para liberarte de esa carga?- le pregunta la serpiente. -Poner más atención en lo que yo hago sin esperar algo del otro. - Está bien como primer paso a una mayor libertad. Ahora te sugiero que te acerques al acebo azul para resolver algo que tienes pendiente con el príncipe azul. -¿Queeeeé? -dice la salamandra extrañada mientras un caballo le despierta de una coz para llevarla a un remanso donde varios caballos machos todos ellos, juguetean entre sí bajo la sombra de un acebo azul. -¿Dónde está el príncipe?- les pregunta la salamandra. -No está. Él no está dispuesto a que lo idealices primero para luego cortarle la cabeza. Él es de carne y hueso como todos los demás y no necesita establecer una relación de poder ni contigo ni con nadie- responde alguno de los caballos. -Tienes razón, todavía no se cómo relacionarme con los machos de mi especie, sin ponerme por encima o por debajo de ellos. Mejor me quedo como estoy sin esperar a completarme a costa del otro. -Tú verás lo que haces- le responde el mismo caballo. Ah, antes de que se me olvide, el espino albar tiene algo que pueda interesarte- termina y se va galopando para dar un salto final y atravesar las vallas de madera que delimitan a otro bosque. La salamandra se despide y se dirige hacia el espino por sus propios medios. Le cuesta llegar, comienza a sentirse cansada, abatida y con muchos asuntos para reflexionar. Por fin llega a su objetivo con gran necesidad de apoyarse y descansar en él, pero para su sorpresa nada más dar un paso para empezar a trepar por el tronco, escucha una voz cortante diciéndole: -¿Pero tú quién te crees para subir por mi lomo sin pedir permiso? ¿Acaso no has visto los pinchos que tengo para protegerme de invasores como tú? -Perdona, no creía que te molestara, sólo quería descansar- responde la salamandra aturdida. Pero viendo que así es, me iré. -Bueno, no te pongas así, tampoco es necesario que te vayas de inmediato- argumenta el espino sintiéndose un tanto culpable. -Sabes, yo también tengo pinchos que a veces uso equivocadamente para protegerme. Normalmente sólo me sirven para alejarme del contacto que tanto anhelo en el fondo-reflexiona la salamandra. -Claro, así no hay posibilidad de entrega y de compartir-añade el espino. Si no me equivoco tú guardas una carta que un ser muy especial te la dio para servirte de guía en este viaje. ¿Tienes claro cuál es el propósito de tu viaje? -Sí, justamente uno de ellos es la entrega y el compartir con los demás, para poder sentirme y sentir a los demás sin confusiones. -En tal caso, tendrás la posibilidad de compartir con los seres que me habitan si recorres mi lomo por la parte trasera ¡Buena suerte!- se despide cordialmente el espino. La salamandra entusiasmada trepa rápidamente por la parte donde apenas existen pinchos y se encuentra con varios seres que nunca ha visto hasta entonces. Se acerca a ellos y poco a poco cada uno se va comunicando de diferente manera, pero lo curioso es que todos se entienden. Casi sin darse cuenta comparte toda la noche con ellos y al amanecer siente la necesidad de volver a su lugar de origen, al río donde vive su comunidad. Necesita reposar todo lo que ha vivido a lo largo de este viaje y empezar una nueva etapa en su vida teniendo en cuenta estos hitos para no volverse a perder. Aunque eso no quiera decir que no se vuelva a perder, pero quizás encuentre antes la salida…

LA BRUJA AVERÍA

por Ttala Lizarraga

 

Me llamo Amanda pero todos me conocen como la Bruja Avería, me he ganado este sobrenombre porque por lo visto averío todo lo que toco. Como he dicho soy Bruja, sí, de esas que hacen hechizos, nací con el don de la brujería como otros nacen con el don para la música o para el baile. Aunque a estas alturas más que un don diría que es una maldición. Yo debería de haber sido niño, tal y como quería mi padre, para seguir la tradición chamánica familiar. Esta, ser una niña, fue mi primera avería y supongo que a consecuencia de la cual se derivaron todas las demás. En mis primeros años, con pelo corto y sin agujeros en las orejas, marca oficial de ser una niña en mi sociedad, mi padre todavía mantenía la fantasía de que era un niño, por lo que tuve la suerte de disfrutar de los juegos propios de los niños que están destinados a la tradición chamánica. Fue en estos años cuando di los primeros pasos en mi camino como bruja. Pero a los ocho años mi camino se truco. Un caluroso día de verano recibí un regalo, el regalo. Toda niña al llegar a los ocho años recibe el vestido rojo seda con el que celebrará su ceremonia de iniciación, iniciación del camino de la feminidad. Contenta y deseosa de echar a andar y someterme a las pruebas que tenía reservadas para mí el destino, me puse el vestido rojo y salí de mi habitación para acudir a la ceremonia. Nada más poner un pie fuera de la habitación me encontré con mi padre quien se me quedó mirando estupefacto, como si hubiera visto un fantasma. Me miró de arriba abajo con un desprecio tal que sentí estremecerse hasta la última célula de mi ser. No hizo falta más. Di media vuelta y me metí en la habitación, me quité mi nuevo y lindo vestido de seda rojo y los nuevos y lindos zapatos rojos que lo acompañaban, me puse mi viejo y ahora feo pijama y me metí en la cama echándome las mantas por encima de la cabeza cubriendo mi vergüenza. Se acabó la ceremonia de iniciación y con ello el camino de la feminidad y mi futuro como mujer. Se acabaron los juegos de iniciación chamánica y con ello el camino de la brujería y mi futuro como bruja. Los días siguieron pasando y llevé a cabo miles de estrategias en sustitución de las mantas, para seguir cubriendo mi vergüenza, mi vergüenza por ser mujer y mi vergüenza por no poder seguir la tradición familiar. Vergüenza, vergüenza, vergüenza…tanta vergüenza sentía que se me olvidó que era mujer y se me olvidó que era bruja, tanto se me olvidó que hasta se me olvidó que tenía cuerpo y se me olvidó que respiraba, tanto se me olvidó que se me olvidó que estaba viva. Y los años pasaron y disculpadme si no os puedo contar lo que sucedió pero es que de tanto olvidar esto también se me olvidó. Sólo sé que pasé por muchos lugares y en todos algo averié. Pero un día algo sucedió, encontré una caja blanca en el felpudo de mi casa, una caja blanca con un lazo también blanco y una tarjeta con mi nombre en letras rojas. Introduje la caja en mi casa y deshice el lazo lentamente, levante la tapa y ahí estaba, un vestido rojo nuevo y lindo acompañado de unos zapato rojos nuevos y lindos. Me quité mi pijama viejo y feo y me puse mi nuevo vestido con mis nuevos zapatos, me cubrí de rojo y salí a andar. Nada más poner el pie fuera de la puerta de mi casa vi delante a un hombre, un hombre alto, fuerte con una sonrisa amable y un ramo de rosas rojas que me miraba y me decía “son para ti”. - ¿Y tú quien eres? - ¿No me reconoces? Yo soy vergüenza, que he venido a ayudarte a recorrer el camino de la memoria. Y hoy parto de viaje con mi vestido y mis zapatos rojos acompañada de mi compañero vergüenza a recorrer el camino de la memoria con la esperanza de recordarme y poder así recuperar mi verdadero nombre, Amanda.

RUMBO A LA GRAN HONDONADA .

 (por Esperanza Elvira)

 

Esta mañana de nuevo me levanto para continuar mi camino. Mi nombre es Jana.

¿Cuánto hace ya que salí de mi aldea? No lo recuerdo. Hace tanto, que casi no recuerdo sus caminos, las casas, los alrededores. Hasta las gentes que fueron mis vecinos y mi familia, se me olvidaron. A veces, en mis sueños, vienen a visitarme, como empeñados en que no les olvide, y recupero un rostro, unas palabras, una escena. Recupero, en esos mensajes que llegan de otros tiempos, piezas que me hacen saber por qué soy cómo soy, quien soy y nuevos aprendizajes de mensajes que recibí de épocas pasadas.

Ahora debo ponerme en marcha. ¡No hay tiempo para la nostalgia! Va quedando menos para el tiempo en que la Gran Hondonada se cubrirá de agua y debo estar en La Orilla para zarpar. Mi meta es llegar a la Otra Tierra y debo darme prisa y estar lista cuando llegue el momento.

La Gran Hondonada es un enorme desierto en el que no hay absolutamente nada. Ni un árbol, ni un animal, ni gente que la habite, ni construcciones. Nada. Es un enorme espacio que solo puede cruzarse cuando llegan las lluvias que lo cubren de agua y la hace navegable. Solo entonces puede salvarse la distancia que hay hasta la Otra Tierra.

Es una extensión tan árida y tan amplia que no es posible cruzarlo durante la sequía. No hay tiempo suficiente a cruzarlo ni cabalgando animal alguno, ni mucho menos andando. En todos los tiempos hubo algún osado que lo intentó y siempre fracasó. Pereció muy lejos de la Otra Tierra, arrollado por la turbulencia y fuerza del agua que invade lo que otrora fue su lugar y que regresa para reclamarlo cada cierto tiempo.

Esa misma agua que arrasa lo que se encuentra a su paso, por su fuerza y vigor, es la que permite que las tierras se comuniquen y queden unidas por un espacio de tiempo.

Durante semanas llueve intensamente. Tanto, que no es posible navegar sus aguas. Y cuando cesan las lluvias comienza la cuenta atrás, pues tan pronto la llanura está repleta y de ese modo es navegable, tan pronto comienza a vaciarse rápidamente y con una fuerte deriva lleva hacia el abismo. Si los vientos son favorables y los navegantes hábiles llegarán al otro lado.

No sabemos ciertamente cuándo serán las lluvias. Sin embargo, nunca pasaron más de 60 lunas sin la inundación. Por eso me dirijo a paso firme hacia mi meta.

Camino ensimismada, en estos mis pensamientos mientras avanzo por un sendero. Imagino que llego, que cumplo mi meta y embarco en un navío y continúo mi viaje y... ¡Ay! Tan embelesada voy que no veo el tronco caído que cruza el camino, tropiezo y caigo. ¡Maldita sea! ¡Mi ropa rasgada y manchada! ¡Mis cosas por el suelo!
Me dispongo a recoger mis cosas, sacudo mi ropa y voy a ponerme en pie cuando me sobrevuela una libélula. Emite un curioso sonido mientras bate sus cuatro enormes alas. Brilla su cuerpo verde y sus ojos saltones. Al levantar mi cara al cielo siguiendo su vuelo siento el calor del sol y dejo que me caliente. Entonces me doy cuenta que mi pierna golpeada me duele, que mi respiración azarosa por la prisa de mis pasos comienza a calmarse. Y me siento bien.
Estoy adormecida por la calida caricia del sol y acogida por la mullida hierba, cuando, doy un respingo. ¡¿Pero qué hago?! No debo parar, tengo que seguir caminando, no puedo detenerme, ni perder más tiempo. Así pues, decidida, reanudo la marcha.


Camino y camino jornada tras jornada sin detenerme más que para dormir. No debo perder tiempo ni distraerme. Y los días se suceden. Llevo mucho tiempo sin hablar con nadie. Echo de menos compartir una taza de té y una charla. Sería agradable, escuchar, contar y saber qué sucede aquí y allá. Bailar y reír al calor de una hoguera. Sin embargo, cuando me encuentro con alguna caravana, carro o viajero saludo cortésmente y sigo deprisa. Viajar sola es menos pesado, nada me ata, nada me obliga y marco mi propio ritmo. Siempre llevo conmigo una brújula, lo único que mantengo desde el comienzo de mi partida.

La noche se me echa encima y decido dormir acurrucada junto a un árbol. Esta noche es calurosa y clara y agradezco el momento del descanso. Me quedo dormida de inmediato. Como casi todas las noches enseguida comienzo a soñar. Estoy en la rivera de un río de aguas dulces y mansas, algunos chopos amontonados junto al río, juegan con sus hojas que destellan movidas por el viento. Este viento, comienza a ser más intenso, fuerte, impetuoso, exigente diría. Y todo se oscurece. El agua del río parece ennegrecer. Siento frío. Y entonces aparecen las sombras. Me rodean, van y vienen muy rápidas y me producen angustia. Se me acercan y cuando parece que van a agarrarme se alejan. Ríen y saben que me atemorizan.
- ¡Dejadme en paz! ¡Iros!
Ríen, aúllan, murmullan, sisean. Dicen algo para que no las oiga.
- ¡No quiero nada de vosotras! ¡Dejadme, dejadme! ¿Qué queréis de mi?
Pero no se van. Y no responden.
- ¡Fuera! ¿Qué hacéis aquí? ¿Para qué habéis venido?
Y entonces mientras el viento sigue soplando, las sombras se detienen, se unen y cuando desaparecen queda alguien que permanece quieto y de espaldas a mi. Tiene el cuerpo de un hombre. Está desnudo. Su apariencia es casi humana, salvo porque a partir de las rodillas sus patas son de animal, con escamas y que acaban en garras. Está quieto y sólo mueve la espalda por su respiración profunda. Ya no estoy asustada. Siento deseo de verle, acercarme y verle la cara. Deseo tocarle. Saber si su piel es cálida o fría. Avanzo dos pasos y me pongo de frente, pero vuelvo a verle solo la espalda aunque no ha hecho movimiento ninguno. Vuelvo a moverme colocándome frente a él y el paisaje gira entorno a mí pero sigue mostrándome solo su espalda. Es como si yo no pudiera ponerme frente a él. Varias veces, en desconcierto y perpleja por lo incomprensible, intento ver quién es, cómo es, qué oculta. Y una y otra vez no puedo verle por muy rápido que me mueva. Y me atrapa una rabia atronadora, una ira por la impotencia. Empiezo a gritar. Grito desde lo más profundo de mi. Con la garganta, el vientre, los pulmones. Mi grito sale de cada parte de mi cuerpo más fuerte que la propia potencia de mi voz. Y sintiendo que todo lo que soy es la energía que sale en ese grito. Y así despierto, oyendo mi propia voz. Me doy cuenta que ha sido una pesadilla y poco a poco retomo el resuello. Permanezco enfadada y sintiéndome impotente. ¡Me siento tan enfadada! ¡Tanto!

No pudiendo dormir me pongo en pie a pesar de la noche. A lo lejos veo las luces de una ciudad y me dirijo hacia ella. Al alba estoy entrando por una de las dos puertas de la ciudad de Matbed. Sigo tensa e iracunda. Me dirijo a la plaza donde los mercaderes venden sus productos. La gente trajina, acarrea bultos, compra, vende, etc. Demasiada gente caminando de acá para allá, empujándome y parloteando.
Me detengo en un puesto para proveerme de comida, con la intención de salir cuanto antes de esa ciudad. Y continuar hacia mi meta.
Una mujer junto a mí en el puesto me mira con desprecio. Se ríe y cuchichea con su compañera. La miro. No sé por qué se ha fijado en mí. Y entonces me señala y dice:
- ¡Mira esta harapienta y sucia! Ja, ja, ja. ¡Deberían prohibirle entrar aquí!
- Ja, ja, ja. ¿De dónde sales? ¿De un estercolero? Ja, ja, ja.

Todos miran sin saber qué ocurre.
Entonces se me aviva el fuego de mi ira, más intensa y la golpeo con todas mis fuerzas. No pienso, no quiero pensar, solo golpearla. Ella también me pega. Estamos enzarzadas en una pelea en la que nos mordemos, tiramos del pelo, nos damos puñetazos, patadas.
Alguien la agarra y alguien me agarra. Nos separan.

Como puedo salgo de aquella ciudad y me alejo lo más posible. Me detengo junto a una fuente para curar mis heridas. Me ha dado fuerte y estoy magullada. Una vez he descansado y aplicado un ungüento a mis heridas reanudo la marcha. Mi objetivo está cada vez más cerca. ¡Tengo que continuar! E imaginando cómo será la Otra Tierra, perdida en ensoñaciones, continúo.

Van pasando los días y las noches. Desde aquel día en que estuve en Matbed no consigo dormir. Cada noche lo intento pero no puedo conciliar el sueño. Cada vez que estoy cayendo dormida, me sobresalto, sin aire y ahuyento cuervos imaginarios que me atacan. Cada día estoy más delgada.

De repente me doy cuenta que el camino está más transitado y me cruzo con varios viajeros. Es como si llevaran tiempo ahí y no los hubiera visto.
Alcanzo a uno de ellos y le doy las buenas tardes. Me resulta grato conversar y la compañía. Decidimos continuar juntos puesto que llevamos la misma dirección. Su nombre es Barnet.

- Yo camino sin destino fijo. Camino por el placer de caminar.
- ¡Qué absurdo! - le digo - Yo ando porque tengo que llegar a mi destino, a la Gran Hondonada. Caminar es obligado para llegar.
- ¿Y no disfrutas de tu camino? Mira este paisaje. ¿No te produce placer estar en la libertad del aire libre? A mi me vale con ver que cada día sale el sol, conversar con otro peregrino, compartir una hoguera, el lecho con una mujer, tener algo que comer cada mañana y reir. Eso me produce tanto placer que no renunciaría a ello por lograr llegar a.. ¿a dónde? Yo ya he llegado.
- Pero, ¿no aspiras a algo mejor? - le pregunto - ¿A tener tu propia familia? ¿Una vida mejor? ¿Quedarte en un lugar, construir tu propio hogar?
- No podría tener más de lo que tengo. - me contesta - Tal vez mañana me quede en un pueblo con una mujer, o tal vez me siente en el camino a ver pasar viajeros. Tal vez siga andando. Mi hogar está donde esté mi motivación y mi corazón. Y eso está conmigo.

Seguimos caminando juntos y en silencio, sumidos en nuestros pensamientos.

Al anochecer llegamos a una posada. Decidimos quedarnos a pasar la noche allí. Cenamos una comida caliente con otras personas que se alojan en la posada. Uno de ellas me dice que al día siguiente se enrolarán en una caravana de comerciantes que viene del oeste y se dirige a La Orilla y me invita a viajar con ellos. Decido marchar con ellos durante algunos días. Por la mañana me despido de Barnet y con el grupo salgo al encuentro de la caravana.

La caravana se compone principalmente de comerciantes que llevan sus mercancías a los campamentos de La Orilla para abastecer a los que allí se encuentran. Somos alrededor de 60 personas entre niños y adultos.

Casi todos vamos andando porque los carros y animales llevan los víveres. Día a día voy conociendo a la gente. No puedo confiar en los que me rodean. Si me relajo, tal vez, quieran hacerme daño, robarme o engañarme. Los días van pasando y me acostumbro a esta vida. Por las noches, encendemos hogueras para calentarnos y alumbrar. Alrededor contamos historias. Poco a poco vamos sabiendo de dónde viene cada quien y también parte de su historia. Se suceden las jornadas y permanezco en la caravana.


Esta noche, como cada noche, antes de acostarme, busco mi brújula para comprobar que llevamos el rumbo correcto. Pero no la encuentro. La busco por todas partes pero no está en mi bolsa. Solo pueden habérmela robado. Y de nuevo siento esta ira encendida que sentí aquella noche. Me contengo. Y cavilo quién es el ladrón. En cuclillas, valoro las intenciones de cada uno, el propósito. Tal vez Ulhá, porque un día me vio con ella y le gustó. Tal vez Sara, o Alma, o Samuel. Y paso la noche pensando, iracunda, dispuesta a revisar las cosas de todos hasta encontrar al ladrón. Y a que la caravana no continúe hasta que no averigüe quién ha sido y recupere mi brújula. Cuando se haga de día diré a todos que hay un ladrón entre nosotros. Me pongo en pie, recojo mi manta donde me acuesto y entonces, ¡vaya!, la brújula está bajo mi manta. ¡No me la han robado! Me doy cuenta que he pasado la noche buscando al culpable. Que he desconfiado de todo el mundo. Y sé que no he sido justa. Me siento culpable y avergonzada.

Seguimos la marcha. Desde hace semanas no me encuentro bien. Tengo la piel cubierta de una rojez escamosa, en algunos lugares ulcerada. Me pica y escuece. Y continúo sin poder dormir. Si sigo así, tendré que detenerme en alguna población y quedarme allí.

Una tarde, algunos niños juegan cerca de mí. Uno de ellos se cae y se pone a llorar. Me acerco le pregunto si está bien, pero no deja de llorar. Le tomo en brazos y sentada intento calmarle. El niño va calmándose y empezamos a hablar. Me pide que le cuente un cuento y se tumba apoyando su cabeza en mi pierna. Y acariciando su cabeza narro una historia. El niño se queda dormido, a pesar de lo cual, yo continúo. Es muy grato sentir el calor de otra persona. Me produce ternura y acaricio su rostro y cabeza. Siento una enorme paz.

A la mañana siguiente, al despertar, me doy cuenta que mientras contaba mi relato me he quedado dormida. Tras muchas semanas, por fin he dormido. Y mi piel solo tiene marcas pero ya no me escuece. Y a partir de ese momento recupero el sueño cada noche.


La caravana avanza y la vida en ella. En este pueblo que se desplaza, tengo buenos amigos con quienes comparto momentos placenteros y divertidos. Todos nos relacionamos y aprendemos los unos de los otros.
Y entonces, un día me doy cuenta que hace mucho que no pienso en la Gran Hondanada, en mi meta, y en que tengo que llegar a algún sitio. Hace mucho que no fantaseo sobre lo que allí encontraré porque no he pensado en ello. Ha dejado de ser mi objetivo y mi obsesión. Y recuerdo las palabras de aquel hombre. "Yo ya he llegado".

 

EL VIAJE DE KRIBANA.

(por Cristina Bañuelos)

 

Kribana era una leona blanca.
Hija de Jana, una hermosa y sumisa leona blanca y Tédor, un poderoso
y autoritario león blanco, jefe de la manada.
Era la tercera de una camada de cuatro, tres hembras y un macho.
Nació y creció en Mandak, una zona segura de la selva, protegida por los fieles seguidores de Tédor, su padre.
Aparentemente nunca le faltó de nada, alimentos, leones y leonas para jugar..., pero ella sentía una profunda insatisfacción.
Desde cachorra Kribana sabia que era fuerte, agresiva, una leona sana preparada para correr riesgos, vivir aventuras y divertirse, pero había perdido algo, "la manera de ser así, la manera de poder ser".
Vivía cómoda, semi adaptada al falso confort de Mandak.
Tenía su propia familia, Mikle, su compañero y dos cachorros una llamada Nera y el otro Enka.
Su curiosidad y la demanda interna le activaban la necesidad, de probar otros territorios.
Había oído, que fuera de la zona protegida, había un lugar llamado Experiencia, era un lugar peligroso, que los que acudían allí, nunca regresaban, enloquecían y pasaban el resto de sus días errantes, perdidos, solos y apenados por no poder volver a Mandak.
Kribana pensaba que ya vivía así, errante, perdida, insatisfecha..., y no quería morirse sin haberlo probado.
Una vez al año Mandak celebraba el día de "los fieros leones", todos ellos se juntaban en la sabana común, lucían sus melenas, sus garras, sus colmillos..., y todo lo considerado, temible, agresivo y elegante de "los reyes de la selva".
A Kribana esa fiesta le revolvía, recordaba cómo ella desde cachorra había mostrado a su padre y madre los atributos propios de una fiera leona, pero ellos le miraban amenazantes y le recordaban que "ellos no necesitaban mostrar eso", "y que si mostraba su agresividad, sería repudiada por la manada".
Se daba cuenta que había llegado a creerse ella misma una gata.
Ese fue el día que había elegido para partir hacia un viaje a lo desconocido, mientras todos se pavoneaban de su aspecto y disfrutaban de su fiesta, ella saldría a conocer nuevas cosas, y volvería al anochecer..., o al día siguiente..., no lo sabía..., volvería cuando habría podido descubrir algo más de sí misma.

 

Antes de emprender viaje cierto vértigo le amenazaba, pero esta vez lo tenía claro, se decía:
"Llevo meses ejercitando la fuerza interna para reblandecer los duros y enrevesados muros de arbusto protector que rodean mi mundo, y lo he conseguido".
Mientras "las fieras de Mandak" disfrutaban de la fiesta, Kribana se
dirigió al hueco abierto e inicio su viaje fuera de las fronteras de Mandak.

El corazón se le aceleraba cuanto más lejos se sabía.
Tras caminar durante un buen rato, se sentó a mirar absorta la belleza de los nuevos parajes que tenía delante, a sentir la brisa en su cara, el olor de la hierba..., y se sumergió en otra dimensión.
Se sentía sola y pensó que convocaría a un ángel para que le acompañara durante el viaje. No tenía muy claro cómo hacerlo..., ni tan siquiera si creía en esas cosas....
Se contestó a sí misma::
No tengo que hacer nada, tan solo dejarle venir, abrirme a su llegada, y entonces, solo entonces llegará lo que tenga que llegar.

Un ruido le sacó de la otra dimensión, se levantó y busco en unos matorrales.
Ahí se encontró con dos caracolas, que le preguntaron:
- ¿A donde vas?, ¿Buscas algo?
- Busco un lugar llamado Experiencia.
- ¿Experiencia?..., ¿Un lugar...,?
- No, es una montaña o algo así...
- Ah!!! Pues sigue tu instinto...
- ¿Mi instinto?...
No le dio tiempo a hablar mas con ellas, le dijeron adiós, y se sumergieron en el hermoso arbusto.

Mi instinto... se decía Kribana..., llevo tanto tiempo sin hacerle caso que no sé si me funcionara ya...
Tenía hambre había oído que fuera de Mandak, había una planta mágica de bolas rojas que solo con comer tres o cuatro de esa bolas, estabas alimentada durante horas, por su fuerte poder nutritivo.
Decidió buscarlas, olisqueando y mirando su alrededor, entre ramas y arbustos, siguiendo su instinto.

 


Tras rastrear por una amplia zona, empezó a dudar, a dudar de su instinto, de estar en esa aventura, a dudar de sí misma... allí no había ni bolas rojas, ni experiencia, ni...
¡La había encontrado!,
La planta de las bolas anaranjadas estaba ahí....
Comió tres bolas, (según decían con tres eran suficientes), por si acaso descansaría un rato cerca de la planta por si necesitara comer alguna más. Cada bola era de un sabor diferente y la textura le recordaba a los cocos rosas de Mandak (su fruta favorita).
Espero junto a la planta un rato, hasta comprobar que estaba saciada, y que tenían razón aquellos que decían, que tres bolas eran suficientes para estar nutrida.
Y..., supo que era verdad. Esto le activo otras sospechas como;
¿También sería verdad que los que venían aquí enloquecían?,
¿Qué quedaban errantes?,...

Estaba oscureciendo y las nuevas dudas le habían hecho presente la inseguridad y el miedo.
Decidió que era un buen momento para hacer un ritual, y se puso a caminar para buscar un lugar apropiado para ello.
Cuando lo encontró, merodeo circularmente y haciendo una reverencia se sentó en el centro del circulo que había dibujado..
Cerró sus ojos y sumergiéndose en un dejar fluir, convocó a un ángel, "el que necesitara para acompañarle en este viaje".
Y..., llegó.
Era el ángel Purificación y Liberación.
Kribana sonrió por dentro y por fuera, algo de eso estaba viviendo y se alegro que el recién llegado tuviera esa virtud.
Sabía que iba a dormir tranquila, sintiendo la compañía de este nuevo compañero de viaje.
Y así sucedió, durmió y descanso plácidamente.

La mañana amaneció despejada y clara como Kribana.
No sentía hambre, esas bolas eran mágicas realmente, lo único que tenía
era sed. Recordó que buscando la planta de flores anaranjadas, escucho el sonido de agua, o un río, o un manantial... y se dirigió hacia allí.
Mientras caminaba se preguntaba;
- ¿estaría bien haber ido?, si..., no..., ella se mostraba como una leona valiente para la gente pero sabía de su cobardía, ¿Cómo una leona podía ser cobarde? Pues si, lo era, no ¡ella no era cobarde!, por eso estaba ahí...

Llevaba unos minutos sintiendo que "alguien o algo, caminaba sigilosamente con ella". Paró en seco, cuando la tuvo delante, la miró durante un tiempo, nunca la había visto hasta ese mismo momento.
Tras admitir y comprobar que la sombra iba con ella, continuo buscando
agua para beber.

Llego a un río, "una vez más su instinto le había ayudado a encontrar
lo que necesitaba".
El agua estaba fresca y limpia, tanto que le entraron ganas de darse un baño. No lo dudo un instante y se sumergió en el caudaloso río.
La sorpresa fue cuando abrió los ojos y vio dos..., extraños animales que nadaban y bailaban bajo el agua.
- ¡Hola! Bienvenida!. Somos Del y Fines, dos hermosas criaturas como podrás comprobar con esos ojitos de susto que tienes...
Kribana los miraba desconfiada, nunca había visto nada parecido, ni imaginaba que alguien viviera debajo del agua...
No podía aguantar más sin respirar y subió a la superficie.
Tenía miedo pero la curiosidad le hizo volver a zambullirse de lleno en el misterioso río de agua fresca y clara. Y cual fue su sorpresa que esa vez además de los delfines, había otros seres más pequeños blancos y rosas.
- Hola, hola, hola. Dijeron cada uno de ellos.
- ¿Qué quieres?, ¿Qué haces aquí?
- Nunca te habíamos visto por aquí.
Kribana asustada contesto:
- sokdlglubbslkfosmlaañfgdañk (queriendo decir, estoy asustada)
No podía hablar como siempre, el sonido de su voz cambiaba y sus palabras no se entendían.
Le faltaba aire y valor para permanecer ahí debajo.
Sacó la cabeza del agua y empezó a nadar hacia la orilla todo lo rápido que pudo, de repente Del y Fines saltaron por encima de ella diciéndole:
- Tienes miedo, tienes miedo...
Kribana se sintió molesta con el tono de aquellos seres raros que nadaban, saltaban y no tenía ni idea, de qué más eran capaces, estaba asustada.
Una vez en la orilla corrió y corrió hasta que se sintió lejos de aquel río lleno de..."seres raros".
Se empezó a preguntar:
¿Y si esos seres eran voladores también y venían a por ella?,
Del y Fines le habían entendido cuando grito que estaba asustada, eso era muy raro... ¿Dónde estaban?, ¿Dónde estaba ella ahora?, Se había equivocado, en Mandak tenían razón, en ese lugar se enloquecía...

Sentía miedo, sudaba y temblaba dejando crecer al miedo, alimentándolo sin parar de ideas que le asustaban, muerte, locura, vida errante...
Se dió cuenta que estaba bloqueada por el miedo y decidió atravesarlo, sentirlo, darle respuestas, realidad. Y así lo hizo.
Poco a poco el miedo perdió volumen y densidad.
Kribana estaba inquieta, sudorosa, (como después de un susto),
El miedo cegador y bloqueador había desaparecido.
Y pudo continuar su Viaje (a estas alturas), mítico.

Caminaba y meditaba sobre el miedo, sobre la parte positiva del miedo,
la parte que le avisaba de los riesgos, la que le activaba ser cauta...,
cuando al frente distinguió una montaña, estaba segura que aquella era "Experiencia".
Estaba por lo menos a un día de camino..., era una montaña señorial, en la lejanía, parecía la guardiana del valle. Sin duda esa sería Experiencia.
De pronto oyó una voz que no sabia de donde venía:
- Hola viajera, casi todo el mundo que pasa por aquí se queda mirándola. Es bonita ¿eh?.
Kribana no veía moverse nada a su alrededor.
- Psss...., aquí abajo, delante de ti.
Era una piedra, con forma de cabeza, sin rostro, una piedra gris.
- Hola..., no paro de encontrarme con cosas y seres que me sorprenden...
Respondió atónita Kribana.
- La capacidad de sorprenderse es una gran conquista... Los que pasan por aquí paran para ver la montaña Polar, es una bonita vista.
- ¿La montaña Polar?, ¿Esa no es la montaña Experiencia?
- No. Por aquí no hay más montaña que esa y te aseguro, que, esa, es la montaña Polar. Experiencia es todo el valle, y pertenece a la dimensión de la Consciencia. Es solo un nombre.
- La Experiencia está en cada cosa que vives, no en una montaña, ni tan siquiera esta en algún lugar, esta en ti, en tu percepción, en tu darte cuenta,... Estés donde estés, la experiencia sucede. No hace falta irse lejos para ir a experiencia, tiene que abrirse a vivir, a experimentar.
- Vamos que mi viaje hasta aquí ha sido en balde...
- Eso depende de ti.
- No sé por qué pero..., pensaba que serías de más ayuda... dijo Kribana con desánimo.
- Yo no estoy aquí para colmar tus expectativas ni tu estas aquí para colmar las mías.
- Perdona no he querido menospreciar tu información...

- No lo has hecho. Me despido de ti ya.
- ¿Dónde vas?
- Voy a vivir mi vida y tu la tuya, si nos encontramos será hermoso, y sino, no habrá nada que hacer. Adiós viajera.
- Adiós.
Kribana echó un último vistazo a la montaña Polar y siguió su camino, hacia... ¿Dónde?, esa era la pregunta que se hacía después de la conversación con la piedra. Necesitaba descansar, había sido un día intenso, empezaba a oscurecer y unas enormes nubes grises hacían presagiar una húmeda noche... Necesitaba un lugar cubierto, mínimamente confortable para descansar esa noche que se tornaba cada vez más amenazadora.

Vio caminar con prisa a un guerrero y le llamó:
- ¡Ehh guerrero!, espera...
El guerrero paro y le dijo:
- Hola, soy Shankar, ¿Qué quieres?
Kribana dudo en contestar, quería pedirle ayuda, pero... ¿una leona pidiendo ayuda a un pequeño guerrero de plástico...? Recordó a su ángel y decidió ser honesta y pedir lo que necesitaba.
- Estoy cansada llevo un par de días intensos y necesito encontrar algún lugar que me proteja de la lluvia para poder descansar.
Kribana le pregunto:
- ¿Contra quien luchas?
- Contra mí mismo, por eso estoy aquí, en Xanadú. Si quieres puedes venir, allí descansaras y te nutrirás.
-¿Qué es Xanadú? . Pregunto Kribana
- Un lugar donde vamos diferentes tipos de seres que estudian y buscan el para qué de las peleas internas, investigan sobre la capacidad de amar, sobre los remedios para sanar heridas profundas, revisamos la agresividad, en fin estudiosos e interesados del vivir. ¿Vienes?
- Sin duda, mi instinto me dice que ese es el camino a seguir, gracias Shankar.
Cuando llegaron Kribana se tomo un tiempo para observar a los seres que estaban por allí, le atraía y alegraba ver diferentes seres, con las mismas inquietudes que ella.
Poco a poco Kribana se unió al grupo.
Había encontrado seres con las mismas inquietudes que ella, (contrastarse, hablar de sus miedos, de sus necesidades,...,) ese lugar era algo más que un lugar confortable para dormir.


Esa noche tenían meditación nocturna conjunta, esto lo hacían cuando tras un tiempo de estudio, mostraban al grupo, en forma de nuevos mapas, con códigos, pautas y resultados, de experiencias que podían nutrir al grupo.

Tras la meditación Kribana se dio cuenta que el viaje estaba llegando a su final y de que era un viaje de ida y vuelta.
Al amanecer, comenzaría el regreso a Mandak.
Su objetivo del viaje se había cumplido, había conocido nuevas cosas y nuevos seres, y había podido descubrir algo más de sí misma como; Reconectar con su instinto, ser honesta consigo misma y con el exterior (ser o no ser). Tambien había mirado de frente al miedo, si, había visto el miedo en una dimensión más amplia, y por fin sentía la tranquilidad de vivir sin definirse encasillada en nada (leona fuerte o leona cobarde...) porque era todo, a veces de una forma y a veces de otra, siempre cambiante.
Kribana tras agradecer la acogida para esa noche, dijo al grupo que partiría temprano al amanecer.
Tras el ritual de meditación, le entregaron los mapas que habían elaborado, para que ella, pudiera seguir estudiando y desarrollándolos desde su hábitat, aportando lo que pudiera al estudio y experiencia del vivir.
A Kribana le pareció una idea estupenda, se daba cuenta que estaba creativa y con ganas de plasmar su viaje de alguna manera, en un dibujo..., quizás una poesía..., y ¿por qué no un relato?, si eso haría escribiría su viaje, ya tenía el titulo "El viaje de Kribana"... Y así se dejo llevar al país de los sueños donde disfruto de un placentero sueño.
Al despertar, estaba descansada y con fuerzas, se estiró, sacudió sus blanco pelaje, inspiró profundamente y comenzó a caminar... era tiempo de iniciar el regreso a casa...

 

MONDALIA EN BUSCA DE SU ALMA

(por Monica Perez)

 

Mi nombre es Mondalia habito desde hace muchos años junto a mi guardián Diolo en un oscuro castillo que mi padre el rey Jergón me dio a cambio de mi alma.
Diolo me cuida y me protege
Yo misma he decidido encerrarme en el castillo y yo misma ha elegido a mi guardián. Desde pequeña sólo he conocido la oscuridad y el mundo exterior nunca me ha interesado demasiado. Al no tener alma la vida de los demás me importa bien poco.
Prefiero quedarme en el castillo junto a Diolo que relacionarme con los plebeyos. Aunque no soy muy feliz siento que el guardián se ocupa de mí.
Todos los que habitaban e castillo se marcharon hace tiempo en busca de tierras luminosas
Así han pasado muchos años en los que mi única ilusión al amanecer ha sido el encuentro con mi guardián.
Desde la calle siempre llegan rumores de mundos exóticos, llenos de luz, pero yo no les presto la más mínima atención.
Hace no poco tiempo que han llegado rumores de la aparición en la comarca de un feriante llamado Jonji, que alardea de poseer el remedio que devolverá el alma a la princesa y hará recobrar la luz al castillo.
Cansada de tantas habladurías he mandado llamar al tal Jonji. Cual no ha sido mi sorpresa cuando al tercer día de mi requerimiento llega un comunicado, en el que Jonji me expresa sus excusas por no poder personarse y me insta a salir del castillo y acercarme yo misma al campamento que tiene instalado unas millas más allá de la Colina Perdida
La Colina Perdida toma ese nombre porque todo aquel que la cruza pierde el rumbo y la orientación para llegar a casa. Muchos no regresan y los que lo hacen vuelven convertidos en otra persona, parecida pero diferente.
El comunicado de Jonji no ha hecho más que acrecentar mi interés por conocer el secreto que posee para reencontrarme con mi alma y poder dar luz al castillo.

Ciertamente los cuidados con los que el guardián me deleitaba, como sabrosos manjares servidos en hermosa vajilla de porcelana y perfumados baños a la luz de la luna han sido sustituidos por fríos baños y escasez de viandas.
Después de meditarlo y sopesar las dificultades que me supondrá caminar sin mi guardián he decidido aceptar la proposición del feriante.
Le comunico a Diolo que me ausentaré por un tiempo del castillo, el intenta retenerme sosteniendo con fuerza mi brazo y me dice con tristeza que si atravieso La Colina Perdida no regresaré jamás y que si lo hago no seré yo
- Precisamente querido Diolo cuando vuelva seré yo ya que habré recuperado mi alma.
El cambia su actitud y me pide que me quede, que volverá a cuidarme como lo hacía antes. Siento una punzada en el corazón y el impulso de quedarme junto a él. Mi necesidad de luz es más fuerte así que abrazo a Diolo y me despido de él.
Salgo del castillo por la puerta de atrás disfrazada de campesina, no quiero que el populacho se entere de que me doblego ante un vulgar feriante. La luz de la calle me ciega, mis ojos no están acostumbrados a la luz del día. Me coloco un pañuelo y paso desapercibida entre la gente del pueblo, camino a prisa hasta el sendero que llevará hasta La Colina Perdida. Tras la cual habré de caminar por tres días y tres noches antes de llegar al campamento de Jonji. Diolo me ha preparado unas viandas como las de antaño para poder sobrevivir hasta el encuentro con Jonji.
Siento en mi interior una sensación que me es conocida, aunque de mucho tiempo atrás. Es vértigo.
Los primeros pasos parecen sencillos, camino ligera por un sendero que me llevará al Bosque de los Sueños Prohibidos donde pasaré mi primera noche. Estoy emocionada por este viaje.
Se hace de noche y me refugio en el interior de un gran roble . Me doy cuenta de que ni siquiera se encender un fuego. Me dispongo a dormir en el hueco del árbol cuando un sonido me asusta, me acerco a la entrada y me encuentro a una enorme tortuga que me mira fijamente, se acerca hacia mí. Lleva algo atado a una de sus patas, un artilugio el cual no reconozco y junto a él una nota atada con una fina cuerda. Me alejo y la Tortuga me sigue como veo que no es amenazante me acerco yo también a ella y le suelto lo que lleva en la pata. Cual no es mi sorpresa cuando en el pergamino reconozco la letra del feriante detallándome las instrucciones del artilugio. Sirve para encender fuego.
Empieza a inquietarme este interés de Jonji para que llegue a su campamento ¿Cómo sabe yo necesito encender un fuego?
A pesar de las instrucciones tardo un buen rato en poder encender el fuego, pero al final lo consigo y me acurruco calentita con el fuego encendido a los pies del gran Roble, las vistas desde aquí son espectaculares.
Los rayos del sol de la mañana me despiertan, a pesar del fuego siento los huesos humedecidos, como algo y me dispongo a caminar. Me encuentro en el Bosque de Los Sueño Prohibidos. Dicen las leyendas que si logras atravesarlo tus sueños dejan de ser prohibidos, aunque para eso tendré que atravesar el Sendero de las Culpas. Me dirijo hacia el Bosque donde pasaré mi segunda noche.
El sendero está muy poco definido por aquí, hay mucho matorral y continuamente debo apartar ramas que salen a mi paso. Me siento cansada y con ganas de dar marcha atrás y volver al castillo con Diolo. De pronto escucho unas voces. Sigo el sonido y entre el ramaje consigo distinguir dos figuras, parecen humanas por la forma en que se comunican, pero su tamaño es mucho más pequeño que el mío, están discutiendo acaloradamente.
De pronto uno se calla y hace callar al otro. Se han dado cuenta de que les observo y se acercan hacia mí curiosos. He visto que llevan una bolsa con herramientas quizá pueda engañarles para que me den su hacha y poder deshacerme de la maleza y llegar al sendero de las Culpas.
Después de un buen rato consigo convencerles de que poseo unas telas mágicas que dan frío cuando hace calor y calientan cuando hace frío, consigo timarles y me marcho rápidamente con el hacha. Cuando me despido de los seres pequeños me dicen que hay una pequeña cabaña unos kilómetros más al norte, está abandonada y piensan que podré usarla para pasar la noche.
Gracias al hacha consigo abrirme paso con más rapidez por el sendero de las Culpas y enseguida atisbo la pequeña cabaña.
Tras encender un fuego y acabar con los víveres que me quedan me dispongo a recostarme en un viejo jergón que hay en la cabaña. Estoy asustada y me siento sola. A mi mente viene de nuevo la idea de volver al castillo junto a Diolo, es entonces cuando de nuevo escucho un ruido, es la tortuga de la noche anterior. Esta vez no trae nada con ella y simplemente se queda ahí parada frente a la puerta de mi refugio, mirándome fijamente. Una sensación extraña de tranquilidad y seguridad me embarga. El feriante me ha enviado a la tortuga para que vele por mí. De nuevo una inquietante pregunta ¿Cómo sabe Jonji que me siento asustada y temerosa y que necesito sentirme segura?
Con esa pregunta en mi mente me sumo en un profundo sueño.
Amanece nublado, la tortuga ha desaparecido, ya no me queda comida y mis fuerzas no son como al principio, quiero llegar al final del sendero de las Culpas, ya que antes de llegar hasta el campamento de Jonji he de pasar una noche más en la Laguna del Perdón.
Escuché una vez a Diolo hablar sobre La Laguna del Perdón, decía que en ella habitan unos seres bondadosos que acogen al viajero en sus casas, aunque sólo y únicamente si sus intenciones son igual de bondadosas y tiernas, de lo contrario La Laguna te hace permanecer vagando sin rumbo o incluso puedes morir de inanición, ya que únicamente ellos conocen el camino para llegar a la otra orilla.
En ningún momento del viaje me he parado a pensar cuáles son las intenciones que me han movido para llegar al campamento de Jonji. Ahora me doy cuenta de que lo único que quiero es arrebatarle su sabiduría. Esperaba que me devolviera mi alma sin más, pero ¿Por qué habría de hacerlo? A no ser que fuera el quien me la arrebatara cuando pequeña.
Siento desconfianza hacia Jonji, me roba el alma y luego me hace caminar entre matorrales y bichos para poder conseguirla. Me doy cuenta de que desconfío del feriante, y eso tiene que ver con encontrarme inmersa en el Sendero de las Culpas. He de salir cuanto antes de aquí.
El último trecho del sendero es aún más espeso, estoy dispuesta a llegar hasta el final. Tras varias horas atravesando las malas hierbas que salen a mi paso por fin vislumbro La Laguna del Perdón.
Salen a mi encuentro dos seres vestidos con túnicas blancas, dicen estar esperándome. Siento miedo ya que mis intenciones no son bondadosas ni tiernas y temo que no me permita pasar.
A pesar de que los seres aguardaban por mí no paran de hacerme preguntas sobre quién soy y cómo he conseguido llegar hasta La Laguna del Perdón.
Yo les miento y les digo que soy una campesina y que mi único objetivo en este viaje es conocer La hermosa Laguna de Perdón de la que tanto se oye hablar por la comarca. No se por qué les miento las palabras salen de mi boca sin yo poder acallarlas. Los Seres Bondadosos de Túnicas Blancas se miran el uno al otro y sin mediar palabra me indican que les siga. ¿Qué intenciones tendrán? No me fío de ellos. Tendré que andar con cuidado. Llegamos a una gran cabaña, rodeada de hermosos frutales a la orilla de la Laguna.
Se han dado cuenta de que les he mentido, seguro que ahora querrán juzgarme.
Me indican que tome asiento en una gran silla hecha de piedra.
Después de un buen rato en que no ocurre nada comienzo a sentir frío, me siento cansada y necesito comer. Se me ocurre que quizá si les pido una manta al menos podré esperar calentita. Les solicito me presten algo para cubrirme y de inmediato uno de ellos sale en busca de una cobija para mí. Al regresar trae consigo un hermoso mantón hecho de lana con miles de colores, me rodea con el y vuelve de nuevo a quedarse quieto en silencio junto al otro ser de túnicas blancas.
Parece que la historia que Diolo me contó sobre la Bondad de estos seres es cierta.
Decido aprovecharme de la situación y les vuelvo a solicitar que vayan en busca de viandas. De nuevo uno de ellos sale y regresa con una gran bandeja repleta de suculentos manjares. Cuando termino de deleitarme con todo lo que me han servido siento ganas de recostarme en algún lugar cómodo y descansar, así que vuelvo a requerirles que me proporcionen un lugar donde reposar.
Esta vez los Seres de Túnicas Blancas se dirigen hacia mí y con sumo cuidado y ternura me recuestan en un hermoso jergón con incrustaciones de brillantes mientras permanecen inmóviles uno a cada lado.
Cuando despierto me encuentro en mitad de La Laguna, sin comida, sin ropa y sin remos. Los Seres de Túnicas Blancas se han cansado de mis demandas.
¿Y que hago ahora? ¿Hacia donde me dirijo? No hay nada. No hay nadie
Me quedo sentada vagando sin rumbo y sin saber qué hacer para salir de la Laguna. El sentido de mi viaje ya no tiene sentido. Vienen a mi mente los seres pequeños a los que engañé, cambiándoles unas falsas mantas mágicas por su hacha, con la ya no podrán cortar la leña necesaria para el invierno. Debido a mis mentiras ellos morirán de frío.
Recuerdo igualmente mi encuentro con los Seres Bondadosos de Túnicas Blancas, de cuyas intenciones desconfié juzgándoles negativamente y aprovechándome de su bondad.
Pienso en lo desagradecida que soy con el feriante, el se ofrece a ayudarme a recuperar mi alma, enviándome a la tortuga para que me proteja y yo desconfío de el.
Les he hecho daño a todos y ahora nadie vendrá a ayudarme.
Me doy cuenta de que si no hago nada por mí misma no podré salir de la Laguna y permaneceré vagando el resto de mis días. No podré devolverles el hacha a los seres pequeños ni agradecer a los seres de túnicas blancas su bondad, ni podré pedirle disculpas al feriante por mi desconfianza.
La barca está construida de madera y algunas de las tablas están sueltas así que, con las fuerzas renovadas por la necesidad de subsanar todos mis errores, arranco una de ellas para utilizarla como remo y tratar de llegar al campamento de Jonji, antes de que la barca se hunda. Remo y remo durante dos largas horas y al fin consigo arribar la barca en la orilla.
Llego exhausta y allí frente a mí aparece una figura vestida con túnicas blancas y negras, con un gran turbante en la cabeza. ¡Es Jonji!. Coge mi mano y me alza con delicadeza.
Me lleva con el. Se sienta en la fresca hierba y me indica con un gesto que lo haga yo también.
- Hola Mondalia. Soy el Mago Jonji. Te he guiado hasta aquí por La colina perdida, el Bosque de los Sueños Prohibidos y el Sendero de las Culpas hasta llegar a la Laguna del Perdón para ayudarte a reencontrarte con tu alma. ¿La has encontrado?
- Lo que he encontrado han sido seres inocentes a los que he engañado.
- Así que has encontrado La Inocencia y La mentira
- También he encontrado seres bondadosos y tiernos a los que he juzgado y de los que me he aprovechado.
- Así que has encontrado la Bondad , La ternura, El Juicio y La mezquindad
- También he conocido tu sabiduría a través de la Tortuga y he desconfiado de ti.
- Así igualmente has encontrado La Sabiduría y La desconfianza.
- Si todo eso he encontrado a lo largo de mi viaje.
- ¿Y cómo te sientes Mondalia?
- Me siento arrepentida y agradecida
- Así que has encontrado igualmente La gracia y el Perdón
- Si eso es.
- Entonces Mondalia ¡Dímelo tú! ¿Has encontrado tu alma?
Jonji se levanta y camina despacio hacia la orilla. Me quedo allí sentada pensando en todo lo que Jonji me ha dicho. Siento que yo soy oscuridad y luz al mismo tiempo.
Yo soy la oscuridad cuando miento, engaño, soy ruin, desconfío y juzgo Yo soy la luz cuando me manifiesto inocente, la bondadosa, tierna y la sabia.
Jonji se gira y pronuncia estas palabras: "Cuando tu luz y tu oscuridad puedan convivir en armonía habrás encontrado tu alma" y se marcha caminando por la orilla de la Laguna hasta desaparecer de mi vista.

 

EL MARAVILLOSO MUNDO ROSA DE UNA GIMNASTA ARRÍTMICA

(por Yolanda Blazquez)

 

Nuestra protagonista, Ana, es una gimnasta de élite venida a menos, que de ganar la medalla de oro en los juegos olímpicos de Barcelona, ha pasado a trabajar en un circo ambulante. Por el éxito obtenido durante muchos años, el abuso continuado de drogas y excesos, esta mujer ha perdido el sentido de la realidad. A las personas de su entorno las humilla e insulta, bebiendo los vientos por un funanbulista amateur 10 años más joven que ella, que está con ella por interés, quiere ser famoso.

Un día, después de sorprender al chico con la mujer barbuda en la cama, en un ataque de histeria llama a una amiga para irse de vacaciones a la selva del amazonas. Esta amiga le dice que sí, que ya tenía planeadas unas vacaciones con otras dos amigas más y que pueden irse las cuatro.

El primer problema se les plantea cuando van a comprar los billetes y sólo hay para tres de ellas, la cuarta llegará dos días más tarde. Ana que no se lleva bien con las otras dos chicas duda entre ir o quedarse. Al final decide ir, está furiosa, las cosas no están saliendo como ella había planeado.

En el aeropuerto de Bilbao conocen a dos chicos que van a Brasil de voluntarios y deciden sentarse juntos en el avión, para ello necesitan hablar con otros pasajeros y que les cambien los asientos, no hay problema. Ya en el avión, María una de las chicas, a consecuencia de la tormenta y las bandadas del avión, se levanta corriendo por el pasillo y gritando. La azafata intenta tranquilizarla y viendo que esto no da resultado la amenaza diciendo que el avión tendrá que aterrizar sino se calma. María está fuera de sí empieza a golpear los asientos con manos y piernas, terminamos aterrizando en la isla de las Palmas de Gran Canaria. Todos los pasajeros nos miran con cara de odio mientras dicen algo ininteligible entre dientes, prefiero no entenderlo.

Son las doce de la noche el aeropuerto de Gran Canaria ya está cerrado, tenemos que mal pasar aquí la noche improvisando camas en los incómodos asientos del aeropuerto. La noche transcurre entre risas, anécdotas que compartimos con diferentes chucherías que compramos en las máquinas del aeropuerto hasta que nos quedamos sin monedas. Hambre, hambre, tenemos hambre nos comemos una lata de callos con tomate, algo poco glamuroso para mí y con mucha grasa, estoy tan cansada, tengo tanta hambre y estoy en tan buena compañía que sería capaz de comerme una parrillada de hormigas. Dormir, imposible, uno de los chicos ha sacado una botella de ron, entre chupito y chupito acabamos bailando encima del mostrador de información de iberia.

Empieza a amanecer y seguimos bailando, hablando, riendo, me siento feliz hacía mucho tiempo que no me sentía de esta forma. El aeropuerto ya está abierto y las primeras personas que van llegando nos miran con cara de sorpresa, seguro que tenemos una pinta horrible. Me da igual, no he ido ni una sola vez a retocarme el maquillaje.

Faltan dos horas para que salga nuestro vuelo empezamos a recoger todo para dirigirnos a la puerta de embarque cuando una azafata de iberia, con su horrible uniforme y perfectamente maquillada, nos pide muy amablemente que la acompañemos. A mi pregunta de qué pasa ella con una sonrisa enlatada y ensayada delante del espejo durante horas, mirando al vacío responde que nos tienen que informar. Nos miramos, algo pasa.

La cosa cada vez nos gusta menos. Vamos atravesando pasillos y pasillos, viendo a personas con el mismo horrible uniforme y mirada al vacío. Entramos en una oficina grande, de ésta a otra más pequeña y hasta tres más hasta que por fin llegamos a un despacho con un gran ventanal desde el que es posible ver como el sol en todo su esplendor se levanta y al otro lado la luna se acuesta. Estamos agotados y disfrutando de esta maravillosa imagen por eso no nos damos cuenta de que de repente de otra puerta aparece un hombre con un uniforme militar.

El hombre se sienta en silencio detrás de la mesa y nos invita muy amablemente también a sentarnos. Esto pinta muy mal. La azafata se va deseándonos un buen día, esto pinta peor. Por fin el hombre se presenta por su rango militar especialidad en medicina para informarnos de que la isla está en cuarentena por la gripe a y que no podemos abandonarla. Nos miramos y yo me desmayo.

¿Durante cuánto tiempo? ¿Mis vacaciones? ¿Nuestra amiga va a estar sola en Brasil? ¿Dónde vamos a dormir? ¿Qué vamos a hacer? Todas estas preguntas y muchas más son las que le hago al señor militar en cuanto vuelvo en mí, a las que contesta de forma indiferente que no sabe, que él está aquí para informar no para dar respuestas.. Pedimos hablar con el director del aeropuerto y con el director de iberia. Ellos decidieron aterrizar en la isla ellos necesitan darnos una solución. Después de esperar durante horas para poder hablar con los responsables nos dicen que lo único que pueden hacer es pagarnos un apartamento para los cinco. Yo me horrorizo solo de pensarlo, una noche está bien pasarla juntos pero no sé cuantas noches, días, horas, minutos segundos... Este viaje está siendo una sorpresa continua
¿Qué más puede pasar?

Lo primero que hacemos es llamar por teléfono a nuestra amiga, nos dice que lo siente por nosotras y que se va a Brasil sola.

Llegamos al apartamento y catastrof hay una cucaracha andando por la cocina, corro a hablar con la directora. Nada que hacer todos están ocupados. El apartamento tiene sólo dos habitaciones y el salón, para dormir lo echamos a suertes, horror me toca compartir habitación con María la histérica y responsable de toda esta pesadilla. No la aguanto seguro que ronca.

Continua la odisea. Los chicos han programado una excursión a un yacimiento arqueológico, uno de ellos es arqueólogo y busca trabajo. Al principio les digo que no que prefiero quedarme en casa que estoy cansada pero en cuanto Juan, el arqueólogo, empieza a hablar sobre el yacimiento, como es, lo que hay en él, que hacen con las piezas que encuentran, como las cuidan. Les digo que sí, que voy. Siento que es un lugar precioso, tranquilo y lleno de historia.

Hace un calor insoportable no hago más que sudar y todo el maquillaje se me ha corrido. Todos parecen contentos y no sé por qué. He oído al taxista decir que ya queda poco, seguro que el viajecito nos va a salir por un ojo de la cara. De repente a lo lejos empiezo a ver una especie de pirámide egipcia naranja, sé que es arena de color marrón claro pero con la luz del sol el naranja es tan intenso que parece que el sol hubiera bajado a la tierra para envolverla en llamas. Esta imagen me fascina. Según nos vamos acercando la intensidad de esta visión junto con el olor a sal, el mar está a cien metros, y el silencio absoluto me producen una sensación de calma, de paz tan placentera que cuando un águila imperial a vuelo raso acaricia el capo del taxi decido vivir en esta isla, he encontrado mi sitio.

El día transcurre para mí de sorpresa en sorpresa, las personas que allí trabajan muy amablemente nos muestran y explican los objetos que han encontrado. Con la ayuda de Juan empezamos a excavar en la arena. Me gusta como los pequeños granos resbalan entre mis dedos, el olor a tierra, el olor a vida y saber que hace muchos muchos años personas como yo vivían aquí. Un día maravilloso.

Plan para hoy Elena la otra chica, muy tímida y reservada, hace surf, primera noticia. Esta isla es perfecta para hacerlo por eso nos vamos a la playa de las canteras para tomar unas clases. Estoy emocionada estoy haciendo cosas que nunca hubiera imaginado. El mar, uffffffffffff, que puedo contar del mar. El color azul intenso y transparente a la vez. El color contrasta con la forma de las olas y la espuma blanca. Empieza la clase, empezamos a impulsarnos con la fuerza de la espuma, divertido muy divertido. Nos ayudamos unos a otros. No pienso en nada, estoy en el mar, aquí en el agua nada más no hay nada más. Con la ayuda de Elena consigo ponerme de pie en la tabla y coger mi primera ola. Increíble, soy feliz, muy feliz. Otro día alucinante, empiezo a pensar que además de la isla María, Elena, Juan y Jon son maravillosos, he sido muy injusta con ellos tratándoles de tontos desde un principio. Necesito reflexionar sobre donde quiero vivir.

Tercer día, plan visitar varias exposiciones que hay en la isla, Jon es escultor, vive por y para el arte. Día maravilloso soleado, compramos refrescos y unos bocadillos vamos caminando y charlando animadamente. Primera exposición: esculturas abstractas a modo de personas realizadas con material de desecho ubicadas en espacios reales decorados con personas reales, fotos esculturas. Con un título sugerente "quien o que es escultura". Segunda exposición: grupo de artistas de la isla presenta sus creaciones, pintura, video, fotografía... con un temática común el mar. Tercera exposición: video instalaciones en las que el sonido es el protagonista de la obra. Cuarta y última exposición: "tócame, siénteme, óyeme, huéleme o cómeme, por favor haz algo" Exposición en la que el espectador necesita participar de la obra interactuar con ella sino ésta, no tiene vida. Sorprendente, Jon muy pacientemente nos ha hecho de guía, respondiendo amablemente a nuestras preguntas. Soy afortunada de estar aquí con estas maravillosas personas: Elena, María, Juan y Jon. Gracias histérica y muchas gracias gripe a.

Todos insisten para que elija yo la excursión del día siguiente y la verdad es queme encuentro bastante perdida. Qué me gusta, que sé hacer... Gimnasia, gimnasia rítmica, por eso paso la tarde buscando algún gimnasio donde poder ir con mis compañeros y explicarles en que consiste la gimnasia. Ya está acabo de encontrar una escuela en la que preparan a chicas y además la profesora es una antigua compañera de las. elección española. La llamo y concierto una cita para el día siguiente. Estoy cansada quiero dormir, muchas emociones y sorpresas, soy feliz.

Estoy nerviosa, quiero que mis compañeros disfruten tanto como yo lo he hecho en las otras excursiones. Desayunamos en la cafetería de los apartamentos y mientras estamos desayunando escuchamos en las noticias que en dos días va a terminar la cuarentena de la isla. Nos miramos y en nuestras caras hay sorpresa y tristeza, creo que estas inusuales vacaciones están siendo algo maravilloso e importante para todos. Decidimos llamar al día siguiente a la compañía para que nos informe sobre nuestro vuelo.

Decidimos ir andando porque la escuela está cerca de nuestro apartamento, no la encontramos, andamos y andamos. Todos buscamos un edificio convencional, de cemento y gris. Por eso es mayor nuestra sorpresa cuando a lo lejos vemos una casa típica nórdica de madera rosa. Los cuatro nos miramos y sin hablar vamos directos hacia la casa, sí, es la escuela de gimnasia "momentos felices".Me relajo presiento que todo va a ir bien y a partir de este momento sin yo saberlo todos los acontecimientos junto con los de los anteriores días marcarán el resto de mi vida y mi decisión más importante ¿Qué hacer con mi vida? ¿Dónde vivir? ¿Cuál es mi sueño?

La casa es preciosa además de su color está rodeada de un jardín lleno de flores de mil colores y diferentes árboles frutales: naranjo, peral, manzano... Amplios ventanales que dan al interior una luminosidad que dependiendo de la hora del día pareciera una casa encantada. Todo el suelo esta protegido con moqueta de color lila, todos vamos descalzos sintiendo el cosquilleo de la moqueta en contacto con nuestros pies. Antes de entrar en la casa hay un pequeño recibidor en el que todo el que entre puede lavarse y secarse los pies. La siguiente sala es la de espera unos grandes y confortables sofás naranjas presiden la sala toda ella decorada con fotos de todas las y los gimnastas que han pasado por la escuela desde que se abrió allá por 1999. Una chica muy amable y vestida toda de blanco nos ofrece café, té con pastas y nos dice que Laura estará con nosotras en diez minutos.

A los minutos aparece Laura, está igual que la recordaba ella viene directa hacia mí, me da un fuerte abrazo y yo le correspondo con dos besos que salen directamente de mi corazón pasan por mi alma después a mi garganta y salen por mi boca por mis labios para llegar hasta sus suaves y tersas mejillas. Estoy muy contenta de verla. Laura, Laura cuantos años sin verla. Estamos tan emocionadas que las dos hablamos atropelladamente a la vez queremos saber que hemos hecho y que ha pasado con nuestras vidas durante todo este tiempo. Al cabo de cinco minutos nos damos cuenta de la presencia de los demás como sonriendo nos están mirando sorprendidos con el reencuentro. Presento a Laura mis amigos y la conexión es inmediata. Laura nos enseña el resto de la escuela y nos va presentando a la profesoras y gimnastas que hay en ese momento.

El olor ¿A qué huele? Limón, es limón hay un intenso olor a limón por toda la escuela. Vemos un demostración de un grupo de niños y niñas de cinco años y es una de las cosas más maravillosas que hemos visto en nuestra vida, los cinco nos quedamos sin articular palabra sin poder parar de aplaudir. Laura me invita a que yo y ella bailemos juntas, en cuanto pone la música de forma espontánea vamos ejercitando diferentes movimientos que se complementan unos con otros. Al terminar vuelvo con los gritos y aplausos de los que nos han visto. He entrado en trance durante toda la demostración en ese momento exitíamos Laura y yo, nadie más. Hacía años que no vivía algo así, este sentimiento me remonta al principio de mi formación como gimnasta con 8 años cuando disfrutaba de la preparación y de hacerlo con otras personas antes de convertirme en un mujer competitiva y orgullosa. Ahora sé que es a través de la gimnasia desde donde puedo encontrarme con mi ser.

Esta experiencia me hace replantearme mi vida actual. Decido volver a San Sebastián, dejar el circo y crear una escuela "la casa encantada" visitando una vez al año a Laura en Gran Canaria para enriquecer nuestras diferentes escuelas con nuestras experiencias. Mis compañeros de viaje María, Elena, Juan y Jon cuando tienen tiempo se pasan por la escuela para recibir una clases, pagándolas con diferentes charlas y talleres que hacen para las personas de la escuela.

¿El funanbulista? ¿Quién? Le dije adios para siempre en cuanto volví a San Sebastián.

 

LA GRUTA NEGRA

(por Belen Napal)

 

Erase que se era un adorable ser, una esbirta, llamada Nap. Nap vivía en una hermosa casita situada en la copa de un precioso árbol, el árbol más coqueto de su poblado según ella explicaba.

El árbol en el que vivía separaba las dos mitades de su mundo: la Alfombra de Hielo y la Alfombra de Hierba. Ella, por supuesto, se manejaba mucho mejor en el hielo, así que no había pisado nunca todavía la hermosa y extensa Alfombra de Hierba. La Alfombra de Hielo, en cambio, la conocía a la perfección: deslizaba por ella a menudo, siempre sin alejarse de su linda y acogedora casita.

Nap se pasaba horas muertas en la coqueta ventana de su casita viendo cómo discurría la vida de los demás, que, según siempre decía, se complicaban mucho la vida. Veía a los que se adentraban en la hierba, que eran unos valientes, y a los que deslizaban sobre el hielo, que eran como ella. A veces veía salir rebotados y doloridos a los que se adentraban en la hierba, y entonces se decía a sí misma, "ves qué bien me lo monto, yo no sufro así".

En su casa había una maldición: si entraba algún espejo, Nap caería por la ventana y moriría. La Terrible Maldición de los Espejos cayó sobre ella el día en que nació su hermana, Txat, pero nadie más la conocía, sólo ella, razón por la que siempre estaba alerta y revisaba todo lo que entraba en su casa. Txat, la hermana menor de Nap, era tremendamente chata, la más chata del lugar, y al nacer Nap sintió algo nuevo, algo diferente, sintió un fuerte dolor en el pecho y oyó la voz de su hada madrina diciéndole que no mirase ningún espejo porque moriría.

Así que, como Nap odiaba los espejos y no quería verse, decía que con deslizar en el hielo tenía suficiente.

A Nap le gustaba que le viesen lo bien que tenía todo, pero, al mismo tiempo, no salía de casa por si algún habitante del bosque le pillaba en falta, le decía que no había barrido la puerta de su casa o algo similar. No le gustaba limpiar, pero aún menos que los demás lo viesen sin hacer. He aquí la razón por la cual siempre estaba en casa en lo alto del árbol: le gustaba ¡y cuánto además! que la mirasen, pero desde debajo, no quería bajar al suelo, quería destacar. Y tenía un problema muy grave: para que los demás la vieran, tenían que mirar hacia arriba, tenían que esforzarse en mirarla, cosa que no siempre ocurría. Como Nap no les llamaba, solía pasar esperando horas y horas hasta que alguien mirase y le dijese cuán bonito tenía todo.

 

 

Era un día muy soleado cuando, estando pacíficamente, al mirar por la ventana vio que habían puesto un cartel nuevo en el árbol de enfrente, un cartel mucho más grande que cualquiera de los que ella había visto jamás, un cartel enorme, descomunal. De hecho, desde su ventana ya sólo se veía eso, no existía otro paisaje. Se asomó para ver qué decía y sólo vio una palabra: VIRUS. Era una palabra realmente extraña, Nap no la había conocido antes, no sabía qué sería eso tan misterioso, pero lo que sí supo desde el primer momento era que esa palabra no le gustaba; le incomodaba, y de qué manera. Le parecía realmente horrorosa la combinación de la letra V con la R y la U. Sí, la palabra virus era de un gusto realmente malo, ¿a quién se le habría ocurrido inventarla?

A partir de aquel momento, ya no durmió tranquila; su placentera vida se esfumó como por encanto, y cada vez que necesitaba tomar aire y salía a la ventana se encontraba, una y otra y otra vez, con el dichoso cartel.

¿Quién lo habría puesto? ¿Para qué? Nap suponía que el que hubiera puesto ese cartel lo había hecho, sin duda alguna, para fastidiarle a ella, y sólo a ella. Porque el mundo era muy malo, y en cuanto se descuidara intentarían hacerle daño. Por eso tenía en casa unos prismáticos de última generación y unas antenas parabólicas que detectaban cualquier sonido. Hasta entonces ella había pensado que con sus prismáticos y sus antenas estaría a salvo de cualquier peligro, pero los que pusieron el cartel con la palabrita de marras ya sabían lo que se hacían, sí. Realmente, el mundo era muy malvado.

El desasosiego de Nap fue en aumento, cada vez era mayor, insoportable, y llegó una tarde en la que su cabeza tomó la forma de la V de virus, ya que en su interior sólo existía ya esa palabra. ¡Era una palabra carnívora!! ¡Se comía las neuronas y las ocupaba con sus letras!! ¡Era lo peor, hasta más peligroso que mirarse en un espejo!!! ¡SOCORRO!!!

Al verse tan atacada, Nap se puso a pensar, pero no podía, porque sólo le surgían uves, íes, erres, ues y eses. Tenía que hacer algo. No quería vivir el resto de su vida con la cabeza con forma de V. Se sentía culpable de haberse dejado moldear de esa manera. Y fue así como tomó la GRAN DECISIÓN: SALIR DE CASA.

No sabía hacia dónde ir, pero sí tenía claro, muy claro, que quería salir. Y lo que también sabía era que la dirección adecuada era la de la hierba, no la del hielo. Así que, armándose de valor, decidió dirigirse hacia la Hierba.

El primer problema con el que se encontró, nada más pensar en salir, fue el cómo decirlo en su poblado. Y entonces tuvo una genial idea: "¡Ya lo sé! Diré a todos que debo partir a un espectacular Congreso de Belloticidad". Y, para que nadie dudase de ello, repartió folletos sobre el Congreso al que iba a asistir. Hubo algunos habitantes a los que no dijo nada, por si se enfadaban y le decían que la Belloticidad no era buena.

Lo difícil llegó entonces: ¿cómo decir adiós a su querido árbol, su sillita, su ventana? Sabía que ya no le valían pero, ¿no podría llevárselas consigo? Pensó y discurrió, volvió a pensar, pero no, aquello sería verdaderamente imposible. Más tarde, decidió hacerles una fotografía y llevársela consigo, pero esto no le satisfacía, así que, con harto dolor de corazón, decidió coger su pequeña mochilita y meter sólo lo estrictamente necesario: NADA. Viajaría sin nada que le pesase. Eso sí que era un reto!!

Lloró por su casa, lloró por su silla, lloró por su árbol, y partió sin mirar hacia atrás.

Antes de dar su primer paso, imaginó grandes metas, lugares increíbles a los que sería casi imposible llegar, lugares que no existían. Imaginó un paraje en el que nadie discutía y todos estaban contentos; imaginó también un mar en el que unos deslizaban sobre otros, sin incordiarse jamás. Incluso llegó a imaginar una isla desierta, en la que no habría problemas. Más tarde, amigos, la realidad le pondría en su sitio, ya lo veréis.

El camino hacia la Hierba partía de una pequeña taberna debajo de otro precioso árbol. Tuvo que reconocer que quizá este árbol era incluso más bonito que el de su casa, pero se quedó con esa duda. Allí, tomando un té de manzana, conoció a una pareja de extranjeros a los que contó que nunca había salido de casa, que era su primera expedición, y que esperaba que fuera la única. Los otros viajeros, extrañados al escucharla, le explicaron que ellos habían viajado mucho, y que estar en viaje era para ellos la única manera de vivir; si no viajaban morirían. Vivir era viajar. Nap, al oír esto, se asustó mucho, y se dio cuenta de que estaba dando muchos rodeos y muchos descansos para no partir. Así que, sin más demora, se fue.

Al ir a mover una pata se quedó clavada: ¿y hacia dónde voy? Necesitaba alguna meta, algo que conseguir. De repente, sus nariz sintió un aroma especial, una aroma dulce y agradable que le invitaba a seguirlo. ¡Esa era la señal! Seguiría ese aroma a lavanda y moras. Entusiasmada, comenzó a andar ligera cuando, de repente, cayó, perdió el conocimiento y más tarde, al despertar, no recordaba nada. ¿Qué había ocurrido? Oyó en lo alto una voz resabiada que le decía:

"¡vístete bien! ¡que sepas que tienes que estudiar! ¡tienes que tener hijos y ser una buena esposa! ¡haz lo que debes!! ¡ y nunca, nunca, bajo ningún concepto, salgas del hielo!! Encontrarás allí todas las bellotas que necesites. Es peligroso buscarlas más allá."

En efecto, Nap estaba en el hielo, pero eso era imposible, ¿cómo había ocurrido? ¿quién le había traído hasta allí?

Nap no sabía si soñaba o no, y, al mirar a lo alto, descubrió que quien así hablaba era Birrete, el búho, quien le amenazó con volver a traerle al hielo cada vez que intentase ir a la hierba. Así que el camino se complicaba todavía más: cuando anduviese sobre la hierba, tendría que dar pasos firmes y seguros para no volver a aparecer en el Hielo. Llevaba deslizando toda la vida, y ya era hora de cambiar. En realidad, sabía que Birrete estaba equivocado, pero Difaragma, su amiga la gusana que andaba por allí, le indicó que no merecía la pena explicárselo; Birrete, al igual que otros muchos, sólo podría entenderlo si tenía interés. Así que, sin mirar para nada a Birrete, Nap se levantó, deslizó tranquilamente y volvió internarse en un camino de hierba cercano.

Allí, más serena, se dio cuenta de que había pasado toda la vida en el hielo buscando bellotas, creyendo que eso era lo máximo, lo mejor a lo que aspirar, y que en realidad lo que a ella le gustaba era seguir el delicioso aroma a lavanda y moras.

Tras ese susto, Nap, todavía sin respiración, se acordó de que había oído hablar de un lugar llamado BEOLOKEMEDAN, donde, según cuentan, viven seres que hacen algo inaudito: ven lo que reciben, lo disfrutan y lo agradecen. Para llegar a dicho lugar dicen que no se puede ir rápido, que hay que pararse y mirar cada vez que se hace un movimiento, porque el camino se alarga cincuenta yardas con cada paso veloz. Nap pensó que ése sería un bonito lugar para conocer, pero era tan difícil llegar que pidió ayuda a Difaragma. Difaragma se ofreció a acompañarla, en realidad siempre había estado ahí, pero Nap no le había hecho apenas caso, incluso a veces se había portado bastante mal con ella. A pesar de ello, Difaragma seguía a su lado, y se ofreció para colocarse como señal colgando de la mochila. Si Nap corría, Difaragma caería al suelo; ésa sería la señal para ir más lento; esto le obligaría a avanzar al ritmo adecuado.

El primer cruce de caminos con el que se encontró marcaba cinco direcciones diferentes: Xanadú, Música, Naturaleza, Roja y Loft.

¡Había que decidir una!! y lo que es peor: ¡había que rechazar cuatro!!

Nap se sintió atraída por Loft, un nombre exótico, terminado en consonante, al igual que el suyo. Se imaginó un lugar paradisíaco, acogedor, bonito y con gente cariñosa que la recibiera, pero ¡oh amigos! en Loft no había casi nadie, todo estaba desordenado y Nap tuvo que trabajar mucho para que la noche que iba a pasar allí fuese lo menos desagradable posible. Esto le contrarió mucho, ya que nunca hubiera imaginado arribar a lugares en los que nadie le recibiera. Se dio cuenta de que los habitantes de Loft eran poco hospitalarios. Este fue el primer contratiempo de su viaje. Esto mismo les ocurrió a los otros viajeros que coincidieron ese día por allí; por si fuera poco, la noche les pilló antes de lo previsto, y se vieron obligados a acampar sin luz.

 


Por la mañana ya se veía todo de otro color; como es sabido, la luz del día colorea el mundo, y Loft era completamente diferente al de la víspera. Con esta disposición, después de haber comido y bebido, Nap se despidió de sus compañeros de noche y partió de nuevo, sin saber hacia dónde.

El camino que tomó, el que le indicaron que cogiera, era bien diferente a cualquiera de los que había conocido antes: las dos veredas estaban salpicadas de frondosos árboles, había dos hileras de ellos a derecha y a izquierda. Antes de tomarlo, la Bruja Noruega le explicó cuál era el "Sortilegio del Camino": "sólo avanzarás cuando mires al árbol de la derecha y al de la izquierda al mismo tiempo. Si sólo miras a un lado, ¡zas! caerás a uno de los pozos que te esperan y no podrás continuar".

Así que Nap, totalmente atenta, avanzó despacio, con cuidado, mirando a derecha y a izquierda, leyendo los códigos secretos grabados en cada tronco: 1ª, 2B, 3C, púrpura, día ventoso...

Leyendo los troncos se le pasó la mañana sin darse cuenta, ¡hasta no le dolía el ojo izquierdo, el que siempre se quejaba!!

Estaba palpando su ojo, comprobando que no se le había caído cuando, "¡oh! ¿qué es esto? ¿una sábana azul?"

Del cielo cayó un gran lienzo azul oscuro en el que se podía leer Gratitud y Agradecimiento. Nap cada vez entendía menos, hasta que miró hacia arriba y descubrió que estaba atravesando el País de las Nubes Mensajeras. Según cuenta la leyenda, todo viajero que atraviese el País de las Nubes Mensajeras será cubierto con un gran lienzo, enviado por la nube que lo haya elegido, y recibirá un mensaje. Lo que no dice la leyenda es si el viajero entenderá el mensaje o no.

En el caso de Nap la respuesta es No; no sabía qué hacer con las palabras Gratitud y Agradecimiento. Probó a colocarlas juntas, separadas, una encima de la otra, del revés, probó a no colocarlas... en vano, todo lo que se le ocurría no tenía mucho sentido para ella, así que comenzó a correr lo más aprisa que pudo para salir cuanto antes de ese extraño país en el que no entendía nada.

Las nubes, al verla correr, esbozaron una sonrisa y se miraron entre ellas: ¡otra viajera asustada! ¡vaya día llevamos!!

Nap conoció a una compañera de aventuras, Txap, la compañera más habladora que podría haber encontrado. Txap siempre tenía algo para contar, y una energía inagotable. Nap dio gracias a las nubes por haberle regalado alguien así, tan distinta a ella. En verdad Txap le gustaba, pero había ocasiones en las que no podía soportarla. ¡Cuán pesada podía llegar a ser!! A pesar de esto, sabed que Nap se sentía reconfortada con la compañía de Txap, y estaba más animada desde que apareció en su vida. ¡Aunque a veces tuviera que ponerse tapones en los oídos!!

En cierta ocasión, probó a tapar la boca de Txap mientras ésta dormía: lo intentó con una cáscara de bellota, con una hoja de roble, con una raíz de diente de león, ¡hasta con una cola de lagartija! Imposible, Txap no callaría jamás. Llegó un día en que Nap aceptó que su viaje sería así, un viaje con "música de fondo". A partir de ese día, Nap disfrutó más de la cháchara andante que avanzaba con ella.

He de explicaros que Txap y Difaragma no eran muy amigas. De hecho, Txap le obligaba a Difaragma a trabajar mucho y no se lo agradeció jamás. Difaragma, cada vez que veía acercarse a Txap, temblaba de miedo, pero como quería muchísimo a Nap, había decidido sacrificarse por su gran amiga.

Ya habían avanzado bastante cuando, a lo lejos, divisaron un gran circo. Nap, como era habitual en ella, intentó desviarse y no pasar por semejante lugar, tan decrépito, pero Txap, como siempre también, se empeñó en estar en medio de semejante tinglado. Nap avanzaba a regañadientes, tirada del brazo por Txap que, ese día más que nunca jamás, se encontraba plena de energía. Al acercarse, temerosamente, descubrieron que dentro de la vieja carpa se encontraba un enorme payaso, cosa que, a decir verdad, ilusionó a ambas. Txap, movida por la curiosidad, se adelantó y gritó: "¡venga Nap! ¡Que la función empieza ya!" y cuál fue su tremenda sorpresa cuando, al entrar en la vieja carpa, descubrieron que no había más que diez míseros espectadores. Para colmo de las decepciones, el payaso estaba muy, pero que muy triste y, llorando a mares, como sólo los payasos saben hacer, les explicó que ya no sabía hacer reír, que se le había olvidado y ya no valía para nada. Todos los espectadores comenzaron a llorar con él, y el suelo del viejo circo empezó a recibir lágrimas y más lágrimas, millones de lágrimas que convirtieron aquella carpa en un barco de vela. Al ver lo que estaba pasando, el viejo payaso, al ver cómo flotaban estalló en una sonora carcajada: ¡pero qué pedazo de llorón que soy!! ¡Hoy me he pasado!!!!!!!!!! ¡Ja, ja, ja, ja!!!!!!!!!!!!! y todos comenzaron a desternillarse de risa. La verdad es que, ¡cuán divertido es partirse de risa flotando en tus propias lágrimas!!!!!!!!

Cuando las aguas bajaron, Nap, Txap y Difaragma partieron de nuevo, pues se hacía tarde, no sin antes prometer a Zigo, el payaso, que volverían en cuanto pudieran. ¡Lo estaban deseando! Flotar en lágrimas era lo más divertido que habían hecho jamás!!

 

Al posarse de nuevo en tierra, nuestras tres amigas descubrieron, con gran desilusión, que no sabían dónde se encontraban. Buscaron señales, huellas, pero no hallaron nada que les pudiera ayudar. Nap, que era un buen husmeador, sólo acertó a encontrar un enigma gravado en una gran piedra:

"Ternura en el mundo
movimiento continuo
cambio sin parada
cuerpo, vida"

Parecía el epitafio de alguien especial, de alguien con una hermosa vida. En cualquier caso, continuaron avanzando sin preocuparse mucho por aquel personaje.

A lo que sí atendieron, y de qué manera, fue al siguiente enigma:

"NO HAY SALIDA".

Este sí era comprensible, si fallaban no habría salida, y si avanzaban siguiendo las instrucciones de Birrete, tampoco la habría. Habían de ser muy cuidadosos en sus movimientos a partir de entonces, lo de siempre ya no valía.

Txap insistía en que daba igual cómo se moviesen, que si aparecían en el hielo no sería debido a lo que hicieran o no, sino a que "otros" los habrían empujado. Según ella, no era su responsabilidad, no dependía de ellos. Sus compañeros de viaje opinaron igual, pero, por si acaso, decidieron andar despacio.

Cierto día, repentinamente, el paisaje cambió. Lo que hasta entonces prometía como un lugar agradable en el que poder disfrutar paseando, a pesar de sus peligros, se convirtió en un precipicio de dimensiones gigantescas. En un primer momento, nuestras amigas se asomaron con la idea de dar un salto, de alguna manera, pero el vértigo que sintieron en aquel extremo fue tal, que retrocedieron de un salto, asustadas. Continuar iba a ser imposible.

Ya lo iban a dar por perdido cuando, en el último instante, Nap se dio cuenta de que existía una posibilidad, muy laboriosa, de poder salvar aquel tremendo obstáculo. Por la ladera del precipicio se distinguía vagamente un pequeño sendero que la recorría. Cuando vieron esto, se les volvió a iluminar la cara y recobraron fuerzas: todo no estaba perdido todavía, el camino sería costoso y lento, pero era posible. Con renovados bríos comenzaron el descenso cuando de pronto, al pisar una gran piedra, ésta cedió y las introdujo violentamente en la Gruta Negra, que había estado largo tiempo camuflada.

El golpe que recibieron fue tremendo. Cuando comenzaron a recuperarse, se dieron cuenta de que se encontraban en un buen lío. ¿Cómo saldrían de allí? Era absolutamente imposible trepar hacia la salida, así que no tuvieron más remedio que resignarse ante su nueva y difícil situación.

Una vez adaptada la vista a la oscuridad, comenzaron de nuevo a caminar, con verdaderas dificultades. De repente, a lo lejos, oyeron algo, no sabrían decir que; ese débil sonido, según se acercaban, se fue convirtiendo en un verdadero rugido, en un alud, en una estampida... se trataba de un sonido fuerte y extraño, como de tambores. Por fin llegaron al origen; una cascada de piedras cayendo al compás. Pasar aquella zona era, o muy sencillo, o muy difícil, según se mire, ya que simplemente había que acompasar los pasos al ritmo de las piedras que caían para que éstas no les pillasen. Nap tuvo dificultades para entrar en ese ritmo, ya que el suyo era muy diferente. Sólo cuando dejó de intentarlo , cuando se dejó llevar, consiguió pasar entre las rocas.

Continuaron avanzando, a duras penas, inmersos en la oscuridad. Dentro de aquella imponente gruta había pasadizos extraños a los que no se atrevían siquiera a mirar. Uno de ellos era especialmente oscuro, viejo, húmedo, frío, peligroso... tenía forma de balón de rugby, de huevo. Pasaron por delante raudos, sin parar, por si acaso los absorbía.

Tras haberlo librado, descubrieron que en la boca del pasadizo ponía "Oración de Perls". En aquel lugar se sentían tocadas por una energía especial, quizá había fantasmas mirándolas. Así que continuaron con premura.

Avanzaban de puntillas, con miedo, sin hacer ruido, temblando de frío. Aquello era verdaderamente desagradable, y no veían salida. Repentinamente, un extraño ser se descolgó en un instante de la bóveda de la cueva, dándoles el mayor susto de sus vidas

- "¡Hola! Soy Ans, daros prisa, daros prisa, no os quedeis paradas, seguid, seguid, ahora por este camino, no, no, id mejor por el otro, no, no, casi mejor por aquí, seguid, seguid!!! Por aquí no, pararos, no, seguid, moveos, !!!"

- "¿Qué haces aquí? ¿Por qué nos das tantas órdenes?"

- "No preguntéis y seguid, seguid, por allí, bueno no, por aquí"

Nap, Txat y Difaragma se sentían mareadas. Habían dado ya unas ciento cincuenta vueltas al mismo sitio, siempre siguiendo las órdenes de Ans. No podían más, y lo que es peor, cada vez lo veían todo más negro. Cada vez había menos luz en aquella oscura cueva. Les entró el pánico, pero no podían hacer nada; habían caído, sin ellas saberlo, en el torbellino de Ans, del que sólo salen aquellos que saben parar y oponerse a él. Ans había matado de esta manera a muchos muchos seres, pero nuestras amigas no lo sabían todavía.

Oían voces en lo alto, ¡se diría que estaban cerca de la salida! Se trataba, sin duda alguna, de un mercado ambulante en el que se vendía de todo: pasteles, alimentos sabrosísimos, ungüentos para el cuerpo, libros, todo ello animado por los bufones, bailando al ritmo de la Necesidad. ¡Habría sido tan bonito poder pasear tranquilamente por ese mercado!! Pero no, ellas no podrían hacerlo, se encontraban atrapadas en la Gruta Negra.

Se alejaron un poco de Ans, a duras penas, pero no consiguieron salir completamente de su torbellino, que las arrastraba hacia un lado y otro, golpeándolas por doquier. Tras uno de estos golpes, ya casi desmayada, Nap se encontró con los Espíritus de la Gruta Negra, unos seres misteriosos y malignos de los cuales habían oído hablar a otros viajeros antes. Careta era el jefe de todos ellos; Careta siempre aparecía acompañado de sus dos pajes, Iz y Der, que no hablaban, pero reían a carcajadas, estruendosamente.

Careta se colocó delante de Nap. Sólo tenía cabeza, una enorme cabeza de color blanco, brillante y sin expresión que flotaba en el aire, con Iz y Der a su lado, por supuesto. Nap se echó para atrás, casi se cayó, pero Careta, hiciese lo que hiciese, seguía estando a un palmo de su nariz. Careta comenzó a hablar por aquella pequeña y rígida boca:

- "Akkdfkdiriekd kdkkfjdkfridieriueiei po nvnnvvkdkdk kerueiroeirwooeorak..."

¡No se entendía nada! Pero, no obstante, la voz de Careta hipnotizaba, no se podía apartar la vista de ella. Nap y Difaragma se quedaron enganchadas a Careta, mientras Txap las reclamaba. Las tuvieron que sacar arrastras de allí, y a partir de entonces fue Txap la encargada de empujar en su camino a Nap y Difaragma, que habían perdido el conocimiento.

En este trayecto, apareció un personaje inesperado, la Máscara de Hielo, alguien del que todo el mundo había oído hablar, pero que nadie había visto jamás. Pues sí, la Máscara existía, y era verdaderamente espectacular: una fornida armadura blanca, de hielo, compacta, dura, fría, húmeda, con un hueco en su interior, un hueco profundo, diferente, cálido, con fuego, llamas encendidas diciendo "ven hacia mí, estoy aquí dentro". La Máscara de Hielo no hablaba, era muda, se plantó delante de nuestras amigas y permaneció allí, sin moverse, durante largo tiempo. Txap quedó impresionada, hipnotizada también, y cayó al suelo.

Nap, Txap y Difaragma habían quedado hipnotizadas y sin conocimiento, en el suelo de aquella húmeda, fría desconocida y oscura Gruta Negra.

¿VENDRÁ ALGUIEN A SALVARLAS?

 

EL GUERRERO NUK

(por Iñigo Bañuelos)

 

EL GUERRERO NUK,... buscaba su espada y su escudo,... antes de salir a comenzar su día... "su vida".... En su cabeza llevaba el peso de "esa vida que llevaba",... en su interior había algo que le decía que la vida no era así...sentía la necesidad de vivirla de otra manera....

En la relación con el exterior,... le impregnaba en su diario, el sentimiento de agresión,... desconfianza,... falta de reconocimiento,... falta de valoración,... de amor verdadero...por ello... se sentía seguro con su escudo y espada...

Una vez preparado,... Nuk Salió y comenzó a andar,... sus pasos cogieron el camino por inercia,... sin intención....Tras caminar un rato,... a pesar de estar más atento a su monólogo interno,... se dio cuenta que por aquel camino, no había ido nunca..., no recordaba esos paisajes,... ni aquel bosque que veía no muy lejos..., también oía un río cerca y no recordaba que hubiera ninguno por allí....

A Nuk le gustaba ver los paisajes,...observar el cielo, las nubes, los campos,... percibir los olores, sentir el aire en su cara...etc... Aunque había muchas veces... que no podía ver,... ni percibir,... ni sentir nada,... más que el ruido de su cabeza y un enfado profundo....

Aquel bosque lejano, era frondoso,... y le pareció, en la distancia, que por encima de los árboles,...salía un cierto resplandor.... Sin dudarlo empezó a caminar hacia allí....

En el camino pudo ver a lo lejos,... la silueta de una persona que venía en dirección contraria a la suya....se fueron acercando y cuando estaba a unos metros... Nuk pudo ver la cara de la persona que venía hacia él,... éste le estaba mirando fijamente y parecía dispuesto a decirle algo...Nuk pensaba...esa cara me suena...viene a decirme algo....pero quien es?....

El hombre, con semblante sereno saludo a Nuk:

- Hola guerrero,... ¿A donde vas con ese paso tan firme y dispuesto?..., parece tener claro a donde vas...

- Si, voy en busca del elixir de la vida... Dicen que al final de este camino...en el punto donde se juntan el cielo y la tierra...se abre un camino que lleva a la fuente del elixir de la vida...

- Y que harás una vez que llegues allí?...

- Pues..., supongo que..., hombre,... depende lo que me encuentre..., algo habrá al final...

- La vida amigo mío es una continuidad siempre y siempre....No hay destino final....Siempre es un ir hacia...Simplemente la jornada en sí misma es vida, no hace falta llegar a ningún punto o meta....
Te invito a que realices ese viaje con espíritu de aventura (ángel)

Nuk se despidió de ese hombre, que le había dejado tan sorprendido pues le daba el mismo buen rollo... que malo,... pero que le había intrigado con lo que dijo sobre el ir hacia y como ir....de alguna forma ese hombre, le había invitado a una aventura distinta a la que él estaba acostumbrado....(el siempre iba rápido y con un objetivo final)

Siguió caminando hacía el bosque, con más atención hacia sí mismo... más atento de lo que le rodeaba... del camino,... del paisaje... de sus percepciones e intuiciones...... que de su cabeza!!!...

BOSQUE DE LOS ESPEJOS

Caminando se adentró en el bosque frondoso... observo que los árboles eran diferentes....tenían en sus troncos...espejos!!!....se acercó primero a un árbol grueso y pequeño....observó que tenía un cartel que ponía... "mírate en el espejo...y quédate perplejo"!!!

Nuk se puso delante y se vio reflejado..., aunque se veía con otro aspecto... la figura del espejo hacia los movimientos que el hacia....pero de pronto, la figura se paro, se puso de frente a Nuk y le preguntó:

- A que tienes miedo? Pregunto la figura del espejo.

- Tengo miedo de exponerme,... a mostrarme...

- A mí me gustaría mostrarme,... exponerme... y no puedo salir de aquí....Contesto la figura del espejo...y desapareció...

Nuk se quedo perplejo....siguió avanzando y se vio reflejado en otro espejo...y la imagen le volvió a preguntar:

- A que tienes miedo?....

Nuk contesto:
- A hablar y meter la pata...

La imagen volvió a contestarle:
- A mi me gustaría salir de aquí y hablar...hablar y también meter la pata...

Nuk se vio reflejado en otro espejo...que le preguntaba:
- ¿Que te asusta?

- Me asusta sentirme inseguro...me da miedo no avanzar, bloquearme...

- A mi me gustaría vivir la inseguridad....avanzar....desbloquearme.
...Volvió a contestar la imagen.

Otro espejo que tenía a su espalda le preguntó....
- ¿A que tienes miedo?...

- Tengo miedo de sentir la vergüenza....de hacer el ridículo...

La imagen contesto:
- A mi me gustaría sentir la vergüenza....me gustaría hacer el ridículo

Nuk estaba perplejo (como decía en el cartel)....estaba asustado, tembloroso,... sudando... Ahora entendía de donde salía el resplandor que en la lejanía se veía salir de allí...

El bosque de los espejos le había llevado a contestar a sus miedos más íntimos, más escondidos....esos miedos que en su vida habitual no mostraba, ni contaba...(sin entrar en ellos, sin darles espacio)....

Sentía miedo,... estaba inseguro,.... bajo ese prisma, todo era muy distinto...era otra realidad...


EL RIO Y LA MEDUSA

Sentía calor,... tenía sed,... necesitaba beber agua....Emprendió la búsqueda hacia el lugar donde antes había oído el ruido del agua,... y donde, ahora mismo,... imaginaba un caudaloso río de agua fresca y limpia....donde calmar su sed y refrescarse,...

Cuando llegó se encontró con un estrecho pero caudaloso río de agua fresca y cristalina...Soltó el escudo y la espada... y se arrodilló para beber agua y refrescarse un poco del "calentón" que aquel bosque le había provocado....

Una vez satisfecho,... se quedó mirando al río,... todavía tenía el cuerpo tembloroso.... el agua estaba calma y Nuk pudo verse reflejado allí,... el agua le devolvía la imagen de sí mismo,... asustado,... desconcertado,... cansado,... sí,.... estaba muy cansado,... tenía los brazos agarrotados de sujetar la espada y el escudo para defenderse...pero... para defenderse ¿De Qué?,... ¿De quien?...

De pronto bajo las aguas... apareció una medusa enorme.... Nuk no se asustó,... venía moviéndose lentamente... parecía una Dama Blanca flotando bajo las aguas,... se le adivinaba una expresión bondadosa,... amigable...

Cuando emergió,... miró a Nuk y tras dedicarle una esplendida sonrisa dijo:

- Hola guerrero, has elegido el lugar idóneo para descansar.

- Si,... no me puedo quejar...

La medusa le miró con dulzura y le contestó:
- Quejarte puedes si quieres,... pero,... ¿de que te sirve quejarte? ... En lugar de quejarte,... ¿porque no pides o buscas lo que necesitas?....

- No es mala opción,... pero ahora mismo lo que necesito es un masaje
y que yo sepa,...las medusas no dais masajes no?...

- Te equivocas guerrero,... tienes ante ti a Medusa la Musa,... masajista del
Rio... Y dispuesta,... si tú lo necesitas.... Anímate!!.., nada sienta
mejor que cuidarse uno mismo....

- Pues yo desde luego no soy un experto en cuidarme a mi mismo...

La medusa volvió a sonreír y le dijo:
- Si no sabes cuidarte tu mismo..., puedes dejar que otros te enseñen...

Nuk hizo un recorrido por su cuerpo y tras encontrarse con variadas sensaciones,... debilidad en las rodillas,... brazos agarrotados,... tensión en el cuello y en la cabeza... se tumbó... y la medusa musa... comenzó a masajear el cuerpo de Nuk....

El masaje,... además de alivio y relax,... ayudó a Nuk a darse cuenta del cansancio de sus brazos, endurecidos de tenerlos siempre en tensión para protegerse de..., ...una vez mas no tenía repuesta....

El cuerpo le había dado la vuelta y el ánimo también:
- ¿Sabes medusa?,...djio Nuk,... Tu masaje me ha sentado fenomenal, me siento relajado,... aliviado,... de verdad,... me siento como nuevo,... soy otro de cómo llegué aquí,... te parecerá una tontería pero..., me siento alegre y juguetón...tengo ganas de jugar jajaja...

LOS OTROS...BUSCADORES...

Mientras hablaba con la medusa musa,... Nuk vio pasar a unos metros a varias personas que los saludaban.... La medusa le contó a Nuk que eran "los otros"... que también un día llegaron sedientos, asustados, heridos y moribundos...

- ¿Los otros?,... no te entiendo.... Interrumpió Nuk

- Si,... como tu,... llegaron aquí en un estado de desconcierto,... sedientos y asustados... y tras, mirarse y cuidarse,... (como has hecho tu ),...también se sentían "otros".... Se sentían diferentes.... Desde entonces vienen a menudo por aquí,... se suelen juntar para ir a la gruta de ZONDO, ... también llamada la Cueva del Encuentro.... Dicen...continuo la medusa...es un lugar donde uno se encuentra consigo mismo...

A Nuk le resulto atractivo lo que contaba la medusa... pensaba como a lo largo del viaje que estaba realizando...todo le estaba llevando a una "realidad distinta" de la que conocía.... esta vez había contactado con sus miedos.... con su cuerpo... con sus necesidades.... Se sentía Vivo...

Nuk se despidió de la medusa musa...y prosiguió su viaje,... se dirigió ladera arriba... en dirección hacia la cueva del encuentro...y al encuentro de los "otros"...

LA CUEVA DEL ENCUENTRO

Llegó enseguida,... era un sitio precioso,... con mucha vegetación y flores de colores.... Había una pequeña campa de hierba, donde "los otros" estaban sentados.... Nuk se acercó y fue invitado a sentarse con ellos.... Se sentó allí.... Y estuvieron compartiendo juntos,... experiencias e inquietudes.... hablaron de sus viajes... y de las cosas que les habían sucedido a lo largo de ellos... las cosas que habían encontrado...las que habían dejado...Nuk se sintió en contacto consigo mismo y con los otros...

Al rato se dio cuenta que desde allí, se veía lo que parecía la entrada a una cueva... era una especie de agujero metálico....les pregunto a los otros que había en la cueva....y que hacían allí dentro...

Le dijeron... se llama la cueva del encuentro con uno mismo...y se llama así pues es la puerta a la dimensión del vacío... allí dejas todo lo que eres....para SER... ...Puedes entrar y salir cuando quieras....entrar allí es parecido a la meditación... anímate y prueba... continua tu aventura...

Nuk se levantó....y avanzó hacia la entrada de la cueva...según avanzaba la entrada se hacía más grande...más oscura...Nuk dejo su escudo y su espada en el suelo... allí no la necesitaba....y sintiendo en todo su cuerpo una mezcla de miedo y emoción...entró en la oscuridad de la cueva del encuentro consigo mismo... dispuesto a continuar su aventura...de SER.

 

LA FAVORITA DEL JEFE

(por Aurkene Gallastegi)

 

Esta es la historia de una cantante que ha perdido la voz. Se llama Virginia. Es una chica divina. Una diva divina. O eso es lo que ella cree. Está buscando un nuevo manager que le lance al estrellato.
Busca el éxito desde que tiene uso de razón. Busca brillar. Ella cree que es el lugar que le corresponde. Brillar con las estrellas. Ser cantante es su sueño. Y según cuentan los que la conocieron de niña siempre tuvo talento suficiente para ser cantante de éxito.
Sin embargo, su historia no corrobora las expectativas de aquellas personas que esperaban tanto de ella. Desde muy joven, siempre necesitó de ayuda para sacar su voz. La protección de algún hombre. Se le hacía difícil cumplir las expectativas que se habían puesto sobre ella. Por lo tanto, también desde muy joven desarrolló las suficientes armas de seducción para conquistar a algún hombre que la pudiera ayudar en su carrera.
Comenzó su carrera artística a la sombra de un mentor que creyó en ella totalmente. Él se convirtió en su manager. Y la confianza que ese hombre puso en ella, le dio alas suficientes para sacar lo mejor de sí. Su voz alcanzó registros que nunca antes había experimentado. El éxito no tardó en llegar. Su primer disco, los primeros conciertos.... Los fans.
Pero el éxito le nubló la perspectiva. Se sintió fuerte, poderosa. Por fin parecía estar llegando a donde había querido. Se convirtió en una chica distante, sofisticada. Creía estar por encima de todos los demás. En definitiva, una diva.
Y empezó a tener problemas. Ya no estaba de acuerdo con los planes que su manager tenía para ella. Ella quería más. Más éxito. Más brillo. Llegó un momento en el que ya no quería depender de él. Ya no quería seguirlo. Y ni corta ni perezosa decidió prescindir de él. Le cortó la cabeza. Traicionó a aquel hombre que había creído en ella, que la había apoyado y le había enseñado todo lo que sabía.
Sin embargo, las cosas no salieron como ella esperaba. Sin saber porqué empezó a peder la voz y empezó a suspender sus conciertos. Ya no hubo siguiente disco. Ya no hubo fans. Su carrera cayó en picado.
Durante este periodo de crisis ella trató de reconducir su carrera, tratando de buscar otro manager, pero su voz no era la misma y ya nadie creía en ella. En esta búsqueda desesperada de un nuevo protector, después de una nueva entrevista fracasada con un posible nuevo manager, en su camino a casa se encontró con la consulta de un tarotista. Decidió entrar. Aquel hombre le habló de un encuentro de artistas noveles que se iba a celebrar cerca de allí. En aquel encuentro encontraría la clave para poder seguir con su carrera artística.
Ella no estaba muy contenta con la idea de acudir a un encuentro de artistas noveles teniendo en cuenta su gran talento. Pero también sabía que ese encuentro podía servir para encontrar lo que buscaba. Un mentor que la protegiera y dirigiera. Ella sabía que esa era la única forma de poder sacar su voz. Con un nuevo manager, conseguiría brillar nuevamente.
Se inscribió en el encuentro de artistas. Había pintores, escultores, músicos, cantantes, escritores,... Todo tipo de artistas venidos de diferentes lugares. Era un encuentro en el que había espacios para que todos ellos pudieran mostrar lo mejor de sí. Este encuentro estaba dirigido por dos personas, artistas consagrados, cuyo objetivo era simplemente reunir a personas del mundo del arte para que pudieran enseñar lo que sabían hacer y al mismo tiempo se pudieran enriquecer de la experiencia y talento de otras personas, pudiendo así proseguir su camino artístico con mayores recursos.
Sin embargo, Virginia en su fuero interno creía que ella era la mejor. Por lo tanto, vio en este encuentro la posibilidad de conquistar al que ella sentía que era el jefe del encuentro. Sólo necesitaba que él la eligiera a ella y convencerle de que fuera su mentor. Así conseguiría volver a brillar, volver a poner en juego su voz y todo su talento. Volver a ser alguien.
Pero este encuentro de artistas no iba a ser lo que ella esperaba. En un inicio, y a modo de presentación cada participante contó brevemente su biografía. Cuanto le tocó el turno, como era habitual en ella, trató de mostrar lo mejor de sí. Sin embargo, este repaso de su vida le conectó con una sensación muy profunda de soledad. Siempre había estado rodeada de gente y en contraste siempre se había sentido muy sola. El tratar de mantener aquella imagen de diva le había abocado a una gran soledad.
En cualquier caso, y a pesar de la soledad, ella quería seguir siendo una diva. Ese era el sentido de su vida. No quería renunciar al brillo y al éxito.
Antes de comenzar con las actuaciones cada uno de los artistas tuvo una entrevista con un personaje singular. Esta persona se encargaba de conocer en mayor profundidad a los artistas, para poder resaltar las cualidades que debían poner en juego en aquel encuentro. A Virginia, le dijo que lo que ella necesitaba para poder afrontar aquella aventura eran "Perseverancia, Tenacidad y Eficacia". No le gustó mucho escuchar aquello. Ella tenía demasiado talento para tener que necesitar aquellas cualidades. Lo que ella necesitaba era un mentor que la protegiera y punto.
Había en esta reunión otra cantante que le sacaba de quicio. Según ella, era una chica que "iba de diva", pero estaba engañando a los demás. Ella era su más firma competidora y por lo tanto, su peor enemiga. Su objetivo era desenmascararla.
En una ocasión en que prepararon una actuación por parejas, tuvo la oportunidad de trabajar con una pintora. Prepararon un espectáculo de música y pintura. Virginia estaba muy nerviosa, puesto que su voz ya no era la misma. Sin embargo, en cuanto empezó la actuación, de pronto se dio cuenta de que había recuperado su voz perdida. Incluso la voz que pudo sacar era una voz que no recordaba haber tenido desde..... No, no recordaba haberla sacado nunca.
Algo cambió para ella. Había podido sacar su voz sin la protección de ningún hombre. ¿Acaso estaba equivocada en su búsqueda? ¿Acaso no necesitaba un mentor que la protegiera? Se dio cuenta de que el haber podido compartir espacio con aquella pintora le dio fuerza interna. Y se dio cuenta de su egoísmo, de su narcisismo, de su pretensión de querer brillar sólo ella.
La siguiente actuación iba a ser en solitario. Volvió a atacarle el miedo. Miedo a no estar a la altura, miedo a fracasar. Comenzó el espectáculo y se sentía nerviosa. Su voz era temblorosa. Pero cuando miró a su auditorio, vio la mirada de aquellos artistas. Era una mirada de apoyo. Incluso sintió el apoyo de la que ella consideraba su "peor enemiga". Eso le dio fuerzas para sacar lo mejor que podía dar en aquellos momentos. Y sintió una gran satisfacción.
Nada era lo que esperaba. El apoyo de la gente, el poder compartir su experiencia con ellos, el poder asistir a las diversas actuaciones de aquellos artistas, le estaba dando otra perspectiva de la vida y una fuerza interior que nunca antes había sentido.
Para dar fin a aquel encuentro, celebraron una fiesta. Una fiesta en la que se sintió más llena que nunca. Escribió unas palabras para reflejar cómo se sentía:

Mi sensualidad, mi ternura
Me llevan a la libertad.
Tu amabilidad me conmueve.
Te miro y sonrío.
Siento alegría de vivir.
Mi cuerpo vibra en percusión.
Y te doy las gracias.

Después del encuentro, pidió una entrevista con el que había sido, según ella, el jefe del encuentro. Ella quería trabajar con él. Quería que fuera su mentor. Todavía seguía teniendo la sensación de que sin su protección no podría salir adelante.
Llegó el esperado día de la entrevista. ¿Querría él trabajar con ella? ¿Ser su protector?
La respuesta de aquel hombre la sorprendió. Estaba dispuesto a trabajar con ella. No como su protector, sino como su guía. Sin embargo, le puso condiciones. Él había visto en aquel encuentro demasiada oscuridad en ella. Demasiada pretensión. Demasiada falsedad. Ella debía dar unos pasos previos para que él se decidiera a ayudarla en su camino. El primer paso que debía de dar era ponerse en contacto con aquel primer manager que tuvo y pedirle perdón. Después verían.

 

SALTO A LA GRAN PANTALLA

(por Maite Blanco)

   

Enciendo el proyector y veo mi vida pasar. Las imágenes se suceden una tras otra, veo mi vida transcurrir desde la infancia. Siento haber viajado mucho pero no haber estado en ninguna parte. He vivido la fantasía del mañana olvidándome de hoy. El tiempo pasa de largo. Estoy como adormilada, tengo los ojos medio cerrados y no soy capaz de ver lo que tengo cerca.
Quiero estar allí sin haber pasado por aquí. Mi vida corre proyectada en una pantalla de cine. Imágenes se suceden en mi retina. Soy yo con mi familia, mis amigos, mi pareja, mi trabajo. Todo esto ocurrirá dentro de cinco años, pero yo aún no lo sé. Me aferro en descubrir las imágenes que se ven difuminadas... Siempre me han gustado las películas de acción y de aventuras. Donde ocurren muchas cosas excitantes. Me seduce lo extraordinario y acumular películas que contar.
Necesito salir de este lugar, ponerme al sol y descubrir lo que hay a mi alrededor. En esta oscuridad me estoy quedando dormida, sin energía...me falta motivación para ser. De pronto, se escucha un gran estruendo, las imágenes van hacia atrás rebobinando hasta el punto 0, PRESENTE. Se abre un hueco en la pantalla y una fuerza me absorbe.
Soy un osito azul. He salido de casa sin mochila, quiero probar mi capacidad de supervivencia. No sé lo que voy a encontrar, ni lo que voy a necesitar. Llevo conmigo un montón de sueños y una bolsita de desconfianza que me tira hacia abajo y me impide avanzar. No sé quién me la puso en el cuello cuando nací, pero ya me está molestando. Entre mis sueños está hacer un viaje por el mar y conocer el mundo submarino. Aunque primero quiero hacer un curso de buceo, y después veré si me termino metiéndome en el agua... De momento siento mi cuerpo relajado, confiado. Camino con seguridad por un bonito paisaje verde y montañoso.
En el camino me encuentro con animalitos del bosque curiosos, pajaritos que me saludan al pasar y hormigas preocupadas por recoger alimento para el invierno. Yo siento la brisa fresca acariciar mi cara y me siento contenta de haber emprendido el viaje. Estoy sintiendo el calor del sol cuando se me acerca una elfa. Parece muy amable. Hablamos sobre el pelo, los peinados y los colores. Me parece muy agradable y placentero el encuentro con ella. Nos despedimos y cada una sigue su camino.
Sigo andando cerca de un riachuelo, veo las ardillas corretear y un jardín lleno de flores. Al de un rato, me parece sospechoso que el camino sea tan placentero, creo que para llegar a algún lado seguro que necesito sufrir. Desconfío de que se pueda aprender disfrutando. En el centro, en el interior, dentro de mí, percibo un baile de desconfianza y alerta. La bolsa que cuelga de mi cuello se abre y siento que entro en un círculo cerrado sin escapatoria. Siento que estoy harta de mí y que me quiero salir pero no hay escapatoria. Es un círculo cerrado y por más que me empeñe en recorrer la periferia no hay salida, siempre estoy en lo mismo. Que hartura!!
Continuo caminando y a ratos tengo la sensación de que hay una sombra que me persigue. Algo que viene detrás de mí pero que cada vez que doy la vuelta no lo consigo ver. En realidad no le doy mucha importancia, cuando aparezca me haré cargo de ello, de momento no voy a hacer nada. Sigo caminando y al poco rato se presenta ante mí un bufón burlón. Se ríe de mí y se mueve sin parar, escondiéndose tras los árboles y jugando a mí alrededor. Yo me pongo un poco tensa y me quedo quieta observando sus movimientos. El bufón tiene una risa malvada, pero al mismo tiempo se mueve con gestos cariñosos. Hace un pequeño baile y me hace un gesto para que le siga, tras lo cual se adentra en un caminito del bosque.
Decido seguirle. Sus movimientos saltarines me impiden saber dónde se encuentra pero el sonido de su paso por el bosque me hace poder intuir dónde está. A medida que avanzo escucho sonidos inconexos cada vez más fuertes. De pronto llego a un bosque de hayas. En él encuentro unas absaras, o ángeles bailarinas. Cada una baila su propia melodía y hace que su cuerpo al vibrar emita un sonido particular. Hay una encima de una rama que al bailar emite sonidos con el aleteo de sus alas, otra arrodillada entre hojas haciendo vibrar su corona, algunas absaras suenan a "clic", como una cámara de fotos, algunas suenan agudo, otras grave, con ritmos rápidos y lentos... Al principio me parece que suena inconexo. Al de un rato de estar allí empiezo a percibir la melodía. Las absaras apenas me prestan atención y yo de pronto siento una gran necesidad de unirme al grupo. No sé qué sonido puedo realizar, no llevo nada conmigo y no sé cómo hacer sonar mi cuerpo. Quiero poder disfrutar dándome y compartiéndome como veo que hacen ellas.
De pronto, me siento seducida por la idea de brillar ante las demás y que todas alaben mi música. Al mismo tiempo que esto viene a mi mente, las hojas del suelo se estremecen y empiezo a sumergirme. Me encuentro atrapada en una maraña de letras. Las letras se agolpan una tras otra en frases que me persiguen, me atrapan y me asfixian. Me hablan de héroes capturados y descuartizados, de doncellas encerradas en palacios de cristal, de tamborileros vergonzosos, de madrastras manipuladoras y gigantes vanidosos. No sé cómo salir, me siento obsesionada en digerir el contenido de las letras. Grito "¡me da vergüenza mostrarme ignorante!". Me desplomo y caigo al suelo. Me siento agotada.
Decido retirarme del camino para descansar. Observo la vida del bosque, la vegetación, los animales, los insectos... Recobro fuerzas y retomo el camino. Paso por una senda angosta y llego a un claro con un cruce de caminos. Uno de los caminos me lleva de vuelta a casa, otro me aventura en una misión y el tercero promete un viaje errante. Cojo un palo del suelo y decido aventurarme en el viaje errante.
Nada más comenzar, me encuentro con una cuesta empinada. Comienzo a subirla y me doy cuenta de que el palo no me sirve de nada dado que necesito agarrarme a las piedras en la medida que voy subiendo. Al de un rato caminando, paro y miro hacia abajo. Debajo observo un gran bosque, yo estoy decidida a cruzar la montaña. Sigo escalando y de pronto me encuentro con una ardilla que también sube la montaña. Me acerco a ella y le pregunto qué tal le va. Me dice que bien. Sin cruzar más palabras decido que prefiero caminar sola y sigo mi camino. Al llegar a la cumbre me siento satisfecha. Desde aquí diviso toda la crestería, el paisaje es impresionante, hace un día luminoso y la temperatura es cálida.
Escojo el camino que más sencillo se me antoja para bajar la montaña. Abajo el paisaje está nublado, tiene pinta de que llueve, pero no lo sé con certeza. Sigo caminando y de pronto el camino termina. Me encuentro en frente de un abismo. En realidad, la carretera sigue pero se ha desprendido parte del camino y tengo que saltar al otro lado si quiero continuar. Es un acantilado con mucha pendiente y debajo cruza un río. Me quedo quieta, midiendo si puedo dar el salto. Miro hacia abajo y me da mucho miedo pero en el fondo tengo la sensación de que yo puedo. Sólo me queda probar. De hecho, mañana por la mañana, a primera hora, creo que voy a intentarlo.
De momento, ha empezado a oscurecer y decido buscar un lugar en el bosque donde refugiarme de la noche. Estoy acomodándome cuando los árboles comienzan a susurrar. Percibo hadas y ninfas que se me acercan y me susurran al oído. El sonido de su voz me hace cosquillitas y en voz baja percibo que me dicen; "detente", "progresa", "allí", "bajar", "risa", "comer" de pronto escucho una voz más clara que el resto que me dice "aprovecha el momento, una manta es suficiente, no hace mucho frío, abrígate, el camino sigue, tu pisada...". Me río, me río mucho con una ninfa y acaricio a un animalito con pelo suave. Abrazo a un duende y yo también les hablo. Les cuento a las flores lo bonitas que son. A las mariposas todo lo que me divierto con ellas y a los troncos todo lo que los admiro. Sin darme cuenta me quedo dormida tras una noche muy divertida.
Por la mañana me despierto despejada, siento que ha llegado el momento, es el gran día. De pronto veo que llega la ardilla con la que me encontré ayer escalando la montaña. Parece saber cuál es la mejor forma de cruzar al otro lado del camino. Le escucho atenta. Me dice que trae unas cuerdas y que si cortamos unos troncos de roble será fácil hacer un puente para cruzar el camino. Me parece buena idea así que nos repartimos el trabajo y yo me dispongo a recolectar troncos de roble. Estoy en ello, cuando de pronto viene la ardilla y me dice que en lugar de robles cree que el tronco de cerezo puede ser mejor, porque permite mayor flexibilidad y es más fácil de talar. Me molesta que cambie de opinión cuando ya estoy en ello, pero acepto y me pongo a buscar cerezos.
Mientras tanto, observo que la ardilla elabora planos de ingeniería de cómo debemos de elaborar el puente. Hace un plano, me lo empieza a explicar y a medio camino se da cuenta de que es mejor hacerlo de otra manera, con lo que lo desecha y se pone a elaborar una nueva propuesta. Yo empiezo a sentirme algo liada y confusa.
Cuando por fin consigo recolectar los troncos que necesitamos, me siento junto a ella para ver cómo debemos de atarlos para que sean lo suficientemente seguros. Mirando el mapa que finalmente hemos elaborado entre las dos, comenzamos a atar las cuerdas. Cuando estamos en ello, de pronto la ardilla se marcha y me deja sola. Yo sigo atando los troncos pero siento que no puedo atarlos con la misma fuerza y que la estructura no queda del todo bien fijada.
La ardilla no vuelve y me siento muy enfadada con ella. Siento que juntas lo podíamos haber hecho mejor. El puente está bien, así que decido utilizarlo cuando recobre fuerzas.
Estoy descansando, cuando de pronto me doy cuenta de que en un claro del bosque hay un fuego encendido. Recuerdo que tengo hambre y me acerco a ver qué encuentro. El sitio me resulta acogedor. Decido instalarme allí y aplazo dar el salto al día siguiente.
Por la noche, mientras duermo, me aparece un ángel. Me dice que suelte el saco de la desconfianza y que avance por el camino. Que aunque yo no lo vea, si tengo fe y me dejo llevar, cuando de un paso hacia delante habrá un suelo que me sostenga. Sin necesidad de comprobarlo antes. Me invita a dar un paso sabiendo que hasta el momento en el que toque el suelo no sabré con certeza que el suelo existe. Y me promete que cuando confíe, ya no tendré que ir en línea recta, podré bailar.
A la mañana siguiente, me despierto decidida a continuar el viaje. Me doy cuenta de que el saquito de la desconfianza ha desaparecido y de pronto veo que a mi lado hay un oso preparando el desayuno. El oso se me acerca y me acaricia la cara, siento que me invita a quedarme con él. Me parece un gesto muy amable y me siento alagada de que un oso quiera estar conmigo. Decido quedarme un día más.
Al día siguiente otros animales del bosque se acercan y todos juntos pasamos una velada maravillosa; cantamos y nos pintamos el cuerpo con arcilla y resinas de colores. Al día siguiente me muestran el bosque del conocimiento donde me siento embriagar por teorías, ideas, conceptos... Otro día hago pasteles... Los días pasan y me siento feliz y contenta.
De pronto percibo una gran luz que me llama. Apenas puedo abrir los ojos y un olor a quemado me hace despertar. Están llamando a la puerta. Corro dando tras pies y me encuentro un regalo en el felpudo. Mierda, se me ha quemado el sándwich y me están esperando!

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Comentarios: 93 (Discusión cerrada)
  • #1

    Pedro Alonso (viernes, 18 diciembre 2009 12:52)

    Hola, compañeros de viaje.

    Vuestros relatos me han acompañado durante muchos minutos de soledad en los que me habéis transportado a vuestros mundos imaginarios. Me ha resultado curiosa la afición generalizada por las fábulas donde los animales son protagonistas y la naturaleza, portadora y fuente de sabiduría. Me ha sorprendido descubrir que vuestro estilo narrativo personal dice tanto de vosotros como el propio relato. Y sobre todo, he disfrutado de sentirme testigo de una expresión caleidoscópica de ese Viaje de infinitas sendas que es el descubrimiento de uno mismo.

    Me siento agradecido de que nos hayamos encontrado en el camino.

    Un abrazo a todos y... ¡Felices fiestas!

  • #2

    Cristina Bañuelos (lunes, 04 enero 2010 22:43)

    LA BRUJA AVERIA (Ttala Lizarraga)
    “Se me olvidó que era mujer y se me olvidó que era bruja,
    tanto se me olvidó que hasta se me olvidó que tenía cuerpo
    y se me olvidó que respiraba,
    tanto se me olvidó que se me olvidó que estaba viva”.
    Me parece parte de un poema y me conecta con la dificultad de
    aceptarme como mujer que soy.
    Gracias Amanda por tu emocionante e intenso relato.

  • #3

    Esther Santamaría (martes, 05 enero 2010 00:24)

    EL GUERRERO NUK, Iñigo Bañuelos.
    Cansada de buscar fuera, donde a pesar de la luz nada encuentro, el camino me va acotando el sendero mostrándome esta "cueva" que, oscura desde fuera, invita a mi desconfianza y mi duda. Pero es tanto mi anhelo que al fin me interno, llena de miedo "abandono mi escudo y mi espada", armas que ya tengo oxidadas y que ya sólo hacen de mi experiencia una carga. Nuk, gracias por recordarme que, aquí adentro, lo único que me ayuda es soltar y entregarme, confiada.

  • #4

    Maite Blanco (jueves, 14 enero 2010 15:01)

    ALEXANDRA, Raquel Lázaro
    Conecto con la angustia de sentirme rodeada de tanto barro. Me da pistas saber que en aceptar y respirar está la salida. Y me encanta tomar parte de ese batallón de limpieza en el que unas/os y otras/os nos vamos ayudando en liberarnos de tanto estancamiento.

  • #5

    Raquel Lázaro (viernes, 15 enero 2010 21:54)

    LA FAVORITA DEL JEFE, Aurkene Gallastegi
    Tu sensualidad, tu ternura
    te llevan a tu libertad.
    Nuestro perdón libera nuestro espiritu.
    Gracias Aurkene, tu relato me hace consciente una vez mas que mi liberación radica en el perdón. Perdonar a mis allegados por no darme lo que pido, perdonarme por no ser esa chica especial que siempre he deseado ser. Descubriendome las máscaras, bajando del pedestal, con los pies en la tierra dedicada a vivir.

  • #6

    Raquel Lázaro (viernes, 15 enero 2010 22:13)

    EL GUERRERO NUK, por Iñigo Bañuelos

    La vida amigo mío es una continuidad siempre y siempre....No hay destino final....Siempre es un ir hacia...Simplemente la jornada en sí misma es vida, no hace falta llegar a ningún punto o meta....

    Aun me cuesta vivir la vida sin un objetivo, y el día a día sin objetivos pequeños. Leer tu relato me constata como vivo mi vida siguiendo los puntos de mi agenda que yo misma me escribí y alos que me obligo cada día sin revisión alguna. Con un contínuo de flases del out look recordatorios de todo lo que me queda por hacer, con dificultades para la adaptación y el cambio, con la expectativa de una vida, mi vida, mejor puesta en un futuro deseado. Y entretanto sin entregarme a la vida, pasando reglón tras renglón, poniendo el tick de hecho, y con cada tick la certeza de haber ganado un punto más para no se qué.
    Yo también necesito mirarme al espejo y descubrir de esa persona que tengo enfrente, que es lo que quiere hacer y no al dejo, yo tambén necesito quitarme el corsé, y antes que eso concoer muy bien cómo y cuando me lo puse y para que me sirve.

  • #7

    Nagore Aranburu (lunes, 18 enero 2010 19:40)

    Esos miedos...Ohiana Elicegi.
    Con tu relato Ohiana, me ha llegado luz a los bosques más oscuros y no reconocidos que habitan dentro de mí.Cojo el frontal de Osane para proseguir mi viaje como la salamandra por esas aguas turbias que tanto me cuesta reconocer.
    Me ha gustado ver que el miedo no ha conseguido paralizar a Osane y que valientemente sigue dando pasos hacia una mayor libertad.

  • #8

    Ttala Lizarraga (martes, 26 enero 2010 11:41)

    SALTO A LA GRAN PANTALLA (Maite Blanco)
    "Siento haber viajado mucho pero no haber estado en ninguna parte. He vivido la fantasía del mañana olvidándome de hoy."
    Empiezo tu relato y me identifico con esta frase, tengo la misma sensación de estar y no estar del todo. Tengo mayor dificultad con ver pasar imágenes de mi vida delante de mis ojos, ni que decir tiene, vivenciarlas. De hecho, en eso estoy ahora.
    Sigo leyendo tu relato. Voy viajando contigo y vivo muchas situaciones una detrás de otra, me cuesta introducirme y asimilar cada una de ellas,es como si pasara por encima, me pregunto si es porque estoy cansada. Finalmente me doy cuenta de que es un sueño. Feliz despertar.

  • #9

    Oihana Elizegi (viernes, 29 enero 2010 20:02)

    Hola!

    Se me ocurrió que en vez de leer los relatos en el ordenador podría imprimirlos y leerlos a la noche, como si de un libro se tratase. Sólo que esta vez los autores no eran autores desconocidos, sino vosotros, compañeros de formación. Y la verdad que la experiencia me está gustando, hacerlo de esta manera, leer vuestros relatos poquito a poco, sin prisa, veros reflejados ahí, en cada relato, verme a mí misma con mis miedos, inseguridades, ver otras maneras de actuar, de avanzar, sumergirme en vuestros personajes, etc. Y también ir aprendiendo de vuestras maneras de escribir, de expresar detalles, en definitiva, aprender de estilos diferentes.



    “Rumbo a la Gran Hondonada” de Esperanza Elvira

    De tu relato Espe, me resuena lo del no parar, el tener que seguir caminando, no perder el tiempo, buscar sólo la meta y no disfrutar en el camino. Hacerlo todo como en una especie de obligación. Buscando esa meta me olvido de pequeños detalles de alrededor (el placer de caminar, los paisajes, las personas, etc.). Me ha parecido bonito como acabas el relato “yo ya he llegado”, sin tener que estar buscando esas metas continuamente y gozar más de los momentos presentes.

    También me resuena la desconfianza que siento por lo demás (cuando en el relato sale que pierde la brújula) y a la vez al leer tu relato me ha venido la necesidad de estar con otras personas para no perderme en mi egoísmo y en mis obsesiones.






    “El Maravilloso mundo rosa de una gimnasta arrítmica” de Yolanda Blázquez

    Aquí me ha chocado la capacidad de improvisación que tienen los protagonistas, que es como un “al mal tiempo buena cara” (que es lo que me cuesta poner a mí). Al leer el relato he sentido alegría, me he divertido porque de algún modo sentía el entusiasmo que me transmitían esos personajes y tenía momentos bastante cómicos y divertidos. También he visto la diferencia que hay entre seguir adelante con tristeza o seguir adelante con alegría.

  • #10

    Cristina Bañuelos (domingo, 31 enero 2010 22:38)

    EL VIAJE DE LA SALAMANDRA (Nagore Aramburu)
    Veo en el relato similitud con el proceso personal, un parto desde;
    Los debería…, los yo soy así…, las negaciones…, los hay que hacerlo así…, los eso no se hace…
    El miedo que le surge a la salamandra también lo vivo durante el proceso, ¿Qué va a ser de mí?, ¿Para qué me meto en este lío?, y asustada, como la salamandra, Me quedo inmóvil y alerta, dispuesta a lanzar la substancia blanca y espesa que tantas veces ha irritado los ojos, narices y bocas de los depredadores que intentaban acabar con ella…
    La salamandra utiliza su sabiduría corporal para regularse y en el proceso, la recuperación del contacto con esa parte de mí es fundamental para regularme, sacar agresividad, sentir y escuchar las tensiones o dolores, descansar, dormir, alimentarme, conectar con el exterior, movimiento, …
    La salamandra, se pregunta,
    ¿Cuál es el propósito de mi viaje?, esa y otras preguntas también me han surgido en el proceso, ¿Quién soy yo?, ¿Cuál es mi misión en la vida?, ¿Tengo alguna?, ¿Para qué existo?, detrás de todas ellas, se encuentra el propósito de hacer este proceso, encontrar el sentido a la existencia.
    También comparto con la salamandra, “reposar todo lo que ha vivido a lo largo de este viaje y empezar una nueva etapa en su vida teniendo en cuenta estos hitos para no volverse a perder. Aunque eso no quiera decir que no se vuelva a perder, pero quizás encuentre antes la salida…”
    Enhorabuena por tu alumbramiento.

  • #11

    Esperanza Elvira Maiz (lunes, 01 febrero 2010 17:49)

    EL VIAJE AL FONDO DE LA TIERRA DE TAGA (Silvia Camio)

    Me identifico contigo en el sentimiento de soledad y sufrimiento. A la vez hay muchos personajes en tu relato y con ello me doy cuenta que mi soledad es más cuestión de miedo, de apertura y confianza que de compañía. También me identifico con tu exigencia y miedo por el concepto que los demás tengan de mi.
    Al leer la primera parte de tu relato contacto con mi necesidad de perdonar para dejar de mirar atrás y poder mirar aquí. Soltar lastre.

    Tu relato está en tercera persona. Escribirlo en primera, a mi me hace responsabilizarme de lo que soy y siento.

    Mi lucha está en exigirme ser algo que está en mi mente, en lugar de aceptarme como soy.
    Nos vemos en el camino.

  • #12

    Raquel Lázaro (domingo, 07 febrero 2010 20:46)

    EL MARAVILLOSO MUNDO ROSA DE UNA GIMNASTA ARÍTMICA
    (por Yolanda Blazquez)

    Tu relato me ha conectado con mi tendencia a enjuiciar las cosas y las personas con anterioridad a la experiencia. Perdiéndome en mi juicio y pervirtiendo la experiencia real de las mismas, enfoncando y desenfocando en función de este pre-juicio. Me estoy dando cuenta de como con esta manera de actuar me pierdo y no vivo la realidad en el presente, como me alejo del aquí y del ahora. Me ha servido para protegerme de lo desconocido, hoy me doy cuenta de que tengo la necesidd de transitar por lo desconocido entregarme a ello sin tender a prejuiciar a las personas. Es a través del juicio, del prejuicio como no me dejo tomar contacto.

  • #13

    Raquel Lázaro (domingo, 07 febrero 2010 21:04)

    NASKAR EN BUSCA DE SÍ
    (por Esther Santamaría)

    Con la lectura de tu relato Esther, he disfrutado enormemente. Me agrada el manejo que haces del lenguaje y como usas los diferentes matices de la lengua castellana para expresarte.

    "El trabajo me dignifica
    Debo ser buena y parecerlo
    Debo estar limpia
    El amor es algo que debo ganar
    Debo ser obediente y grata
    Busco dueño // amo que me haga sentir que valgo
    Si no me lo dicen no me lo creo
    Chispeante anhelo
    Oculto mi dolor bajo la fachada de alegría y despreocupación
    Estoy muerta en vida
    Siento una profunda soledad
    Me abandono en un porfundo pesar
    Me encantaría tener un hogar
    Es muy tentador que me den"

    Esther, según leo la historia de Naskar, me veo a misma, honda, triste, anhelante, exagerada y egocéntrica. Sumida en un sin fin de deberías que debería ser y no alcanzo. Tu relato me traslada a mi profunda tristeza basada en el deseo superlativo de lo que nunca seré ni tendré, basada en la carencia de lo que no siento, no veo, no se, no entiendo. Entretenida y despistada buceando en el mar de lo que me falta sin poder vivir lo que si que tengo y soy, lo que si que hay y son los demás. Tu relato me conmueve y me remueve trayéndome a la insistencia agotadora de mantener una imagen hecha a lo que los demás esperaron y esperan de mi. Mantener esta imagen que me aleja de lo que soy, me cuesta un ímprovo esfuerzo valdío, con el que me llevo a un vacío inocuo carente de sentido. Tu relato me recuerda como pongo la responsabilidad de mi frustración en los demás y como esto me sirve para desaparecer en mi oscuridad, escondiéndome del mundo y renunciando a mi propia entrega, pactando mi falta de compromiso empezando conmigo misma.

  • #14

    Raquel Lázaro (domingo, 07 febrero 2010 22:12)

    EL GUERREO DE LA LUZ
    (Juan Antonio de la Cruz)

    El miedo que ti te resta energía para avanzar, en mi es la falta de compromiso con el aquí y el ahora. Cuanto más estoy aquí más comprometida me siento y mas energía fluye por mi ser.

  • #15

    Raquel Lázaro (domingo, 07 febrero 2010 22:17)

    MONDALIA EN BUSCA DE SU ALMA
    (Por Mónica Pérez)

    "Inocencia y Mentira"
    "Bondad y Ternura, Juicio y Mezquindad"
    "Sabiduría y Desconfianza"
    "Gracia y Perdón"

    Cuando mi luz y mi oscuridad puedan vivir en armonía, habré encontrado mi alma.

    Gracias Mónica por desvelarme a Mondalia.

  • #16

    Raquel Lázaro (domingo, 07 febrero 2010 22:24)

    SALTO A LA GRAN PANTALLA
    (por Maite Blanco)

    Quiero estar allí sin haber pasado por aquí
    Quiero poder difrutar como veo lo hacen ellos
    Cada uno baila su propia melodía

    Maite, me comprometo conmigo misma a bailar mi propia canción, mi propio baile y vivir mi propia via. Gracias por devolverme a mi salida.

  • #17

    Yolanda Blázquez (lunes, 08 febrero 2010 15:33)

    Después de dar vueltas, esquivando y posponiendo la lectura de los relatos de mis compañeros de viaje desde la soberbia y el orgullo sinónimos de ignorancia y vacio existencial. Tras una intentona fallida abortada por el capitan de viaje, por fín después de grabármelos en el ordenador los leo poco a poco, los saboreo y disfruto.
    Mientras leo cada uno de ellos, pienso, veo en mi mente a la persona que lo ha escrito y con algunos me emociono y lloro.
    Ya está esto que tanto temo y evito, emocionarme, llorar, sentir amor por cada uno de vosotros aparece, está ahí. Soy humana y aunque me empeñe en esconderlo e ir de dura aflora, es natural en mí.
    Introyectos: "no llores tonta hay que ser fuerte", me lo repetía mi madre, padre, tío, tía, hermano... que me tragué sin masticar.
    Lloro, lloro de emoción con los relatos, me emociono y es lo que quiero, lo que necesito de esta forma me siento viva. Sólo desde la ternura me siento cerca de las personas que amo.
    Leyendo los relatos me siento cerca de cada uno de vosotros, de forma diferente. Quiero sentirme así, con fuerza y energía para seguir en el viaje de la vida. Mi creencia, para que trabajar por la excelencia si voy a morir, la rompo y transformo por ya que voy a morir trabajo por la excelencia, con la que vivir en colaboración, compartiendo y disfrutando con... feliz con...
    Os llevo en mi corazón.

  • #18

    Esther Santamaría (domingo, 14 febrero 2010 15:27)

    Ser yo y al relacionarme contigo sentir mi "no-yo", me enfrenta con mi auténtica soledad, la que es sentida -en la otra, sólo estoy aislada-.
    Es cuando se hacen evidentes mis "no-yo" cuando me surgen los miedos de abandono.
    Desde ese lugar -en el que reconozco mi soledad-, admitir las diferencias y dejarme sentir la herida de la separación, puedo darme cuenta de que tu brillo, Virginia, no sólo no me ciega sino que me ilumina, pues veo que cuanto más sola te sabes sentir y más abres tu corazón a aceptar que yo no sea como tú esperas, más brillas.
    Con tu relato me despierto del sueño, ese esperar encontrar a quien sea como "yo".
    Desde el corazón, gracias por tu canto.

  • #19

    Belén Napal (domingo, 14 febrero 2010 18:45)

    Itaca decide crecer (Josune Azkona)
    ¡Cuántas veces tengo la verdad delante mío y la desprecio! Tu caracol, Josune, está siempre ahí, delante, diciendo "mírame", y vivo subida a un pedestal desde el que no quiero mirar para abajo y verlo. Ese caracol viaja conmigo y me resisto a escucharlo. La sabiduría no está en los libros, está en la calle, en el vecino, en el conductor del autobús,en mí misma... ¡Y qué empeño en buscarla más lejos! Gracias Itaca por recordarme, una vez más, que el caracol baboso que desprecio esconde algo que no tiene la elegante mariposa.

  • #20

    Belén Napal (domingo, 14 febrero 2010 19:04)

    El viaje de Kribana (Cristina Bañuelos)

    A través de tu relato, he experimentado las diferencias de ritmo. Tu relato, pausado, tranquilo, me ha hecho encontrarme con mi ansiedad interna. He comenzado a leer con prisa, buscando nuevas experiencias, un relato lleno de sorpresas e interrupciones, y me he encontrado con una forma de vivir diferente, tomando tus tiempos para descansar, comer, cuidarte. Y he terminado disfrutando de esa calma. Ha sido una lección de vida.

    Hablabas de la capacidad de sorprenderse, y me la has transmitido. Gracias Cris.

  • #21

    Belén Napal (domingo, 14 febrero 2010 19:24)

    El viaje de la salamandra (Nagore Aramburu)

    Acabo de descubrir que yo también tengo mucho de salamandra. Busco completarme con un príncipe azul idealizado para luego intentar cortarle la cabeza, y me estoy desgastando en esta lucha. Y, como bien dices, tanto fijarme en los demás me lleva a no verme a mí. A través de tu relato me he visto desconectada y aislada por miedo al rechazo: antes de que me rechacen, me separo yo, y así yo "controlo". ¡Menudo lema de vida! Y cuánto camino por recorrer...

  • #22

    Esther Santamaría (miércoles, 17 febrero 2010 23:40)

    LA FAVORITA DEL JEFE
    (Aurkene Gallastegi)

    Ser yo y al relacionarme contigo sentir mi "no-yo", me enfrenta con mi auténtica soledad, la que es sentida -en la otra, sólo estoy aislada-.
    Es cuando se hacen evidentes mis "no-yo" cuando me surgen los miedos de abandono.
    Desde ese lugar -en el que reconozco mi soledad-, admitir las diferencias y dejarme sentir la herida de la separación, puedo darme cuenta de que tu brillo, Virginia, no sólo no me ciega sino que me ilumina, pues veo que cuanto más sola te sabes sentir y más abres tu corazón a aceptar que yo no sea como tú esperas, más brillas.
    Con tu relato me despierto del sueño, ese esperar encontrar a quien sea como "yo".
    Desde el corazón, gracias por tu canto.

  • #23

    Estitxu Jiménez (domingo, 21 febrero 2010 11:12)

    La gata de tu relato, me recuerda mucho a mí. Ya que, en mi cabecita me cuento muchas historietas que me las creo y por ello tengo tanto miedo abrirme. Algunas cosas que pienso pueden ser ciertas pero otras hasta que no actúo en la vida y lo veo no puedo saber si es real o no. Lo único que provoco anticipando historias es crear más miedo en mi cuerpo, más ansiedad...Son muchas ataduras y límites (escusas) para no hacerlo por temor a que me despriecen, a que me ridiculicen, a que pueda verme peor de lo que pienso...en fin..infinidades de motivos que pueden salir de mil soluciones y que para que pueda desenvolverte en la vida tengo que actuar y no esconderme en mí misma.

    De alguna manera, todo ésto lo relaciono con mi dependencia y si diera un pasito hacia delante, actuando en cada instante, daría un pasito hacia mi independencia. Además de ver que muchas historias que me monto en mi cabecita no es para tanto y podía no provocarme tantos miedos antes de exponerme. De esta manera, me evitaría muchas angustias previas que luego no era para tanto.

  • #24

    Cristina Bañuelos (domingo, 21 febrero 2010 22:44)

    EL MARAVILLOSO MUNDO ROSA DE UNA GIMNASTA ARÍTMICA
    (Yolanda Blázquez)
    Tu relato me ha vuelto a poner delante varias cosas como, la opción de sacar partido de las situaciones adversas, la adaptación al presente, al aquí y ahora, la improvisación, revisar prejuicios de personas o cosas…
    Sacar jugo a las situaciones a pesar de la adversidad, en lugar de quedarme en la queja infantil por que las cosas no son como yo esperaba o deseaba…
    ¿Qué hacer con mi vida? ¿Dónde vivir? ¿Cuál es mi sueño?, creo que para encontrar la respuesta a estas preguntas, no queda otra que ser y estar presente aquí y ahora.
    El mensaje que me llega a través del relato es; si a la vida.

  • #25

    Silvia (miércoles, 24 febrero 2010 19:43)

    NASKAR EN BUSCA DE SI (Esther Santamaría)
    Al leer tu relato me he dado cuenta de que pensaba que yo era muy diferente a ti, y no es así, me siento muy cerca de ti.
    Yo también "busco amo que me haga sentir lo que valgo", estoy empeñada en que aparecerá mi príncipe azul y me salvará.
    Yo, al igual que Naskar he sufrido muchos fracasos afectivos, y también me rechazo a mi misma, a mi imagen... Como me rechazo tanto quiero que los demás me acepten, quiero gustar, pero esto es imposible si no me gusto yo. Así que las lecciones que aprende Naskar son lecciones para mi también, necesito amarme a mi misma.
    Algo si me diferencia de Naskar, y es que yo soy obediente como ella, pero solo aparentemente, ya que luego soy una tremenda rebelde.

    A pesar de que Naskar tiene una máscara de alegría, a mi esto me gusta, ya que yo tengo una máscara de tristeza, y sospecho que me sirve para intentar dar pena. Me da envidia como Naskar puede utilizar su alegría, ya que a mi esto me cuesta mucho.

    Me ha gustado verte tan acompañada en tu viaje, ¡qué de amigos/as!
    Y siento que eres muy valiente al no regresar de tu viaje hasta que aprendas a quererte.
    Yo quiero seguir acompañándote en tus viajes.

  • #26

    Eider Martinez (jueves, 25 febrero 2010 22:00)

    Josune, tu relato me ha conectado con mi chepa, esa en la que voy cargando y dejando que se carguen a ella sin hacer caso a mis necesidades. Tanto cosas mías que llevo sin solucionar como cosas que no son mías. También me he visto reflejada en ser yo mismo sin estar dependiendo de o estar en contra de algo o alguien.
    Abrir los ojos parece fácil, personalmente me cuesta darme cuenta de cosas que llevo haciendo años y también pelearme por mostrar mis cambios.
    Tu relato me ha hecho ver que vislumbrar lo que quiero y necesito me da fuerza para llegar a ello y pelearme por que los demás me lo respeten.
    A parte de esto, he conectado con las oportunidades que he dejado escapar y que no quiero que esto vuelva a suceder. Me siento descargada después de leer tu relato.
    Gracias

  • #27

    Eider Martinez (jueves, 25 febrero 2010 22:02)

    Silvia, tu relato me ha hecho conectar con mi visión negativa de lo que he logrado, la manera en la que menosprecio lo que me rodea y los que me rodean. También me ha hecho pensar en que asomo poco la cabeza para que no se me vea, por si me sale mal y sin dejarme brillar.
    Me he dado cuenta de que me cuesta escuchar, aceptar y recoger las ayudas que tengo alrededor por miedo a que sean malos consejos. Mis miedos y desconfianzas, las proyecto en los demás sin abrirme, a lo malo ni a lo bueno.
    Llevo tiempo pensando y tu relato me ha subrayado que ya es hora de poner en práctica lo aprendido hasta ahora y seguir aprendiendo de las cosas que me suceden, sin esperar a que tenga todo controlado para dar un paso adelante.
    Gracias

  • #28

    Eider Martinez (jueves, 25 febrero 2010 22:03)

    Esther, cuando he empezado a leer tu relato me he sentido muy reflejada en esperar la aceptación externa sin tener la propia. Esa frase de “si no te lo dicen, no te lo crees” me ha hecho pensar en muchas cosas de mi vida.
    Mis ganas de ayudar a quien no lo necesita, me han hecho quemarme en mi trabajo en más de una ocasión. Atiendo a las exigencias sin pensar en si me respetan o no al hacerlo. Gracias por mostrarme que se puede escapar de eso y decir que no.
    También he conectado con mi soledad y la búsqueda de un hogar acogedor en tu relato. Yo voy creando el mío poco a poco. Me he dado cuenta de cuan importante es para mí un lugar donde recogerme y en el que sentirme a gusto para descansar y estar.
    Gracias

  • #29

    Juanan de la Cruz (jueves, 25 febrero 2010 23:24)

    La espera de Horem, por Pedro Alonso.

    Leo tu relato y me resuena tanto que según lo leo me veo Horem.

    Me llegan dos asuntos:
    La herencia, el legado, los patrones (genéticos, de conducta, … de vida)... posiblemente pasan de generación en generación. Luego se activan o no en cada uno.
    El destino ¿uno nace o se hace?.

    Parece que literalmente Horem buscar no ser como su padre y no ser como su madre. Busca no hacer lo que detesta y busca no ser frío en lo cotidiano. Busca un destino basado en NO SER como sus padres.

    Me pregunto que le gusta a Horem de sus padres. Me queda claro lo que no le gusta.

    La búsqueda del destino puede ser una huída hacia delante, cuando, entre otros factores, se hace por ir a la contra, por no ser.

    Cuando Horem descubre que "en su centro de estabilidad la espera placentera se entrega fluida" parece que comienza a estar interesado en ser, que encuentra sentido (destino) en ser.

    Quise saber qué es Horem; encontré esto:
    "Diccionario biblico: Horem (heb. Jorêm, "sagrado").Ciudad fortificada de Neftalí en la Galilea superior (Josué cap. 19:38); no identificada".

    Quise saber que es Neftalí entonces;encontré esto:
    "Neftalí (en hebreo: נַפְתָּלִי; " Mi lucha"), personaje bíblico. Fue, de acuerdo con el Génesis, el segundo hijo de Jacob, el patriarca de Israel, y Bilha, y fundador de una de las doce tribus de Israel. Su nombre hace referencia a la lucha entre Raquel y Lea por el favor de Jacob. Bilha era la criada de Raquel, que se creía estéril y convenció a Jacob para que engendrara un hijo de aquélla".

    Y regresé de nuevo a casa (como el hijo pródigo) después de haber investigado la ciudad fortificada de mi lucha.

    Me re-cuerdas que los sabios en el principio de los tiempos, pusieron la llave de la felicidad en el interior del ser humano, donde no se le ocurriría buscar hasta después de muchos intentos en mares, montañas y desiertos.

  • #30

    Pedro Alonso (sábado, 06 marzo 2010 12:35)

    He leído por segunda vez MONDALIA EN BUSCA DE SU ALMA de Mónica Pérez.

    La primera vez me sumergí completamente en una historia que me trae bonitos recuerdos de los cuentos clásicos en ediciones troqueladas que tanto me gustaba leer de niño. Disfruté como entonces viajando con la imaginación al mundo fantástico en el que habita Mondalia e intrigado por el curso de los acontecimientos. Conecté con la Mónica creativa que ya descubrí en tu trabajo audiovisual del Taller del Viaje Mítico del año anterior.

    Esta segunda vez he sentido que, de algún modo, Mondalia tiene mucho que ver conmigo y la forma en la que me he manejado en el mundo. Yo también he creído que me habían robado el alma en mi infancia y que la forma de salir adelante sin sufrir demasiado era la de protegerme aislándome del peligro, aislándome del mundo real, del contacto con los demás. El precio que tuve que pagar fue el sentimiento de soledad, de sentirme raro e incomprendido, de creer que lo que a mi me pasase no le importaba a nadie.

    Hoy, tras alcanzar la Colina Perdida, cruzar el Bosque de los Sueños Prohibidos, transitar el Sendero de las Culpas y navegar por la Laguna del Perdón, todo ello a través de la terapia, soy consciente de que nadie me robó nada. Me creí ciertos mensajes de los adultos que como canto de sirenas me hicieron desorientarme, me juzgué en base a circunstancias externas ambiguas y dolorosas y, poco a poco, me fui polarizando. Quise ser algo que no era condenando a la oscuridad del ocultamiento gran parte de lo que sí era. Traté de olvidar esa parte rechazada de mi Ser y sin darme cuenta comencé a proyectarla en los demás. De ese modo mi desconfianza estaba justificada, mi aislamiento tenía sentido, el enemigo estaba fuera.

    Sólo la aceptación de lo que soy y la renuncia a lo que me gustaría ser (no a lo que me gustaría hacer), me está procurando una progresiva paz interior y por ende con el mundo exterior.

    Podría decir que, al igual que Mondalia, estoy recuperando mi alma y siento que ya no necesito protegerme. Lo que quiero ahora es más contacto, más presencia y más realidad.

  • #31

    Esther Santamaría (domingo, 14 marzo 2010 20:59)

    SALTO A LA GRAN PANTALLA
    (Maite Blanco)
    Me doy cuenta de que leyendo tu relato, osito azul, me siento como un animalito de ese bosque que te ve vivir lo que cuentas y “me meto” en la historia.
    También yo siento dentro de mí ese estar alerta. Y a la vez, qué paradoja, disfruto de los olores, los colores, las sensaciones que se abren paso en tu devenir. Vivo con desconfianza, una sensación que sin nublarme lo que deja pasar a su través, me provoca mariposas en el estómago. Y es siempre tan así, que así es como creo que es vivir.

    Como a ti, a mí no me gusta mostrarme ignorante. Qué fatalidad, qué pensarán de mí si no sé. Siento un gran ridículo, como si algo enorme se me quiere tragar. Doy importancia al que dirán, y espero que sea favorable. Demasiado coste para alguien que desea y valora ser libre.

    Y que cambien de opinión en mitad de una tarea, y otra vez,… ¡por favor, ya está bien, ahora que le había cogido el tino! Eso sí, yo lo hago con la mayor naturalidad, y espero que el otro lo entienda y además se sienta agradecido por mi ingenio.

    Soy animalito contradictorio, vivo los opuestos con mucha fluidez. Como para no tener desconfianza de la vida, si yo misma soy un péndulo que viene y va.

    He tenido un sueño en el que he visto de lo que trata ese regalito del felpudo: es el saquito de la desconfianza, que no nos va a abandonar. Es parte de ese instinto que nos mantiene vivos, que nos avisa sobre aquello que no nos conviene. Gracias, quiero poder acomodarlo a mi cuerpo sin que me llegue a pesar.


  • #32

    Juanan de la Cruz (lunes, 15 marzo 2010 00:26)

    EL VIAJE AL FONDO DE LA TIERRA DE TAGA
    (por Silvia Camio)
    Me he sentido muy identificado con Taga, desde su escisión interior, producida en parte por su vivencia ambivalente en y hacia su familia de origen, pasando por su confluencia y dependencia para no sentirse sola, el descuido y la desatención de sí, hasta llegar a la expectativa-exigencia de encontrar un salvador al que en realidad no ve como ser humano, sino como objeto de su satisfacción. Justamente como le ocurrió a Taga, que fue convertida en un objeto de satisfacción y maltrato en su entorno de amor y seguridad.
    Le agradezco a Taga que me haga saber que la forma de hacer de este mundo un lugar mejor parte de la premisa de que me cuide y me sienta a gusto. Solo se puede dar y compartir aquello que uno tiene.
    Lo que más me ha llamado la atención del relato, es justamente una parte en la que no me siento identificado (a saber, quizás no haya llegado aún a confrontarla)en la que se lee:"no se si quiero abrirte, me da miedo que me destruyas", Taga le dijo: "ya sé que doy miedo, pero vengo únicamente a pedirte consejo y te juro que te haré caso".
    Taga no parece en absoluto un ser que pueda asustar a alguien, por eso me llama tanto la atención que en sus diálogos internos se exprese en esos términos. Me pregunto ¿Qué le pasa a Taga que piensa que da miedo? ¿Será que le gustaría dar miedo para poder defenderse así? No aparece en su relato ninguna alusión a escenas pasadas donde esto haya ocurrido pero ¿Será que alguna vez hizo algo que dio miedo a alguien? Finalmente me pregunto si será que Taga se da miedo a sí misma.
    Esto si es algo en lo que me siento identificado. Tengo miedo de mi deseo, tengo miedo de mi rabia, tengo miedo de mi capacidad y de mi incapacidad y sobre todo tengo miedo de lo lejos y de lo profundo que podría llegar por que tengo miedo de sentirme solo.
    En un lado de mi escisión puedo verme una actitud prepotente, una visión de mí omnipotente (cuando uno ha sido objeto de abuso así de grande se ve todo y a uno mismo). En otro lado de mí siento que cuanto más auténtico fui más solo me sentí en un entorno hostil a la autenticidad.
    Los consejos son para pedirlos y escucharlos, Taga, y luego de masticados, para hacer con ellos lo que uno considere. Si uno tiene que hacer caso bajo juramento de los consejos que pide, es posible que no los pida nunca para no faltar al juramento.
    Cuando tengo miedo de fallar tiendo a no comprometerme, por si acaso.
    Gracias, Taga, por este viaje al fondo de la madre Tierra.

  • #33

    Oihana Elizegi (lunes, 15 marzo 2010 19:58)

    “El Guerrero Nuk “ de Iñigo Bañuelos

    Me resuena mucho tu relato, Iñigo. Como Nuk, yo también noto el miedo a mostrarme, a exponerme ante los demás. También veo la falta de valoración hacia mí misma en muchos momentos. Cuando siento la cabeza cargada trato de descansar o parar, cosa que antes no hacía. En los momentos en los que me doy cuenta que anticipo trato de centrarme en el presente y ahí noto que mi cabeza descansa de ese “ruido” como le llamas tú. El aprender a pedir, a preguntar… QUÉ IMPORTANTE ES ESO ! El miedo, esa característica que nos paraliza. Temblar, afrontarlo, aceptarlo y seguir adelante, no hay otra.

  • #34

    Estitxu Jimenez (lunes, 15 marzo 2010 22:42)

    La BRUJA AVERÍA POR TTALA LIZARRAGA

    Me conecta mucho con mi infancia, mis padres me vestían mucho con falditas, lacitos, vestidos...Mi padre simpre que viajaba, que era muy amenudo, me compraba algún vestido.

    En casa cuando había visitas, tenía que atenderles como una buena chica y si estaba en pijama tenía que vestirme para dar una buena imagen.

    Cuando yo he podido escoger mi propia ropa, me ha gustado ir más deportiva, siempre con zapatillas, chandal, camisetas anchas...Y en el momento que me quité los pendientes de las orejas, no me he llegado a poner más ni si quiera me gusta comprarme. Nunca me he comprado maquillaje ni si quiera me he maquillado para acontecimientos importantes como por ejemplo en una boda.

    Reconozco que me gusta mucho exponer mis partes más masculinas y aunque de vez en cuando me gusta arreglarme más femenina, en el momento que lo hago sorprende mucho a los de mi entorno.

    Recuerdo, que mis juegos favoritos eran el scalextrick (con mis amigas no he podido juegar nunca. Siempre, jugaba con mis hermanos), a la canicas (se supone que jugaban los chicos en el recreo)..aunque para relacionarme con mis amigas, me gustaba mucho juegar con las muñecas. Con 6 y 7 años, era la única chica en cumpleaños de chicos de mi clase, aunque también iba a cumpleaños de chicas. Ésto de alguna manera, me ha hecho sentirme rara, especial.

    Yo en vez de "averiar", yo era el bicho raro del lugar. Durante muchas situaciones, me he sentido la diferente, la rara, la extraña como por ejemplo en mi cuadrilla, en grupos nuevos, en el trabajo, en casa...Ahora, ésto va cambiando y no me siento más rara o más diferente que nadie aunque en ocasiones escuche comentarios como "no tienes mentalidad de mujer".

  • #35

    Silvia Camio (domingo, 21 marzo 2010 10:54)

    Comentario al relato "LA GRUTA NEGRA" de Belén Napal

    Jo, Belén, me siento tan identificada contigo. He descubierto recientemente que tenemos tantas cosas en común. Me mueve el miedo, la incertidumbre de tu relato. También el que me dejo llevar como vosotras en vuestro relato por Ans, dando vueltas y vueltas a lo mismo, sabiendo que hay otras cosas más importantes por hacer que dar vueltas.

    Entiendo que en “Loft” te sentiste desamparada y ese espacio lo percibiste desorganizado y frío. Loft estaba a mi cargo, y en ese momento a mi me daba todo igual, el tiempo de organización, el ambiente… pasé de todo, y así te encontraste tu en él. Lo siento, yo estaba en mis muchos momentos de “paso de todo, me la suda, me da todo igual, total vivir para qué” Y no me doy cuenta de que en esos momentos, hago pasarlo mal a otras personas, sobre todo si me responsabilizo de algo y no lo llevo a cabo.

    Tu relato me ha sumergido en una vorágine de aventura y frenesí, es lo que hago yo también en mi vida para no vivir mi vida misma.

    Me ha sorprendido el final, ¿quién os va salvar? ¿Quién nos va salvar? Yo también espero que me salven, pero no puede ser, es una ilusión, NADIE NOS VA A SALVAR, NOS TENEMOS QUE SALVAR NOSOTRAS MISMAS. Cuando oigo esto de tus labios me sale “yo te salvaré”, otra fantasía, si ni se salvarme yo misma, joder, me gustaría salvarte, pero es una ilusión, NOS SALVAREMOS LAS DOS POR PROPIA INICIATIVA, esto es lo mejor. TE QUIERO. GRACIAS POR HACERME EXISTIR Y POR TODO.

  • #36

    Miryam (lunes, 22 marzo 2010 16:06)

    NASKAR EN BUSCA DE SI (Esther)
    Mi querida Esther, te siento jugosa y tierna en tu relato. Ha habido un momento donde ya no veía a Naskar sino directamente a ti, ya me había olvidado que eras una pastora-alemana. He descubierto tu conocimiento de conocedora de curar heridas de todo tipo y con múltiples remedios ancestrales y no tanto y me lo llevo conmigo. Siento que hay un momento donde en vez de rascar las heridas hay que curarlas con cariño y comprensión como tú bien cuentas.
    Me identifico con tu relato en haberme sentido algunas veces perra callejera sin familia, en tu curiosidad innata y en el trote de alegría que te inventas que me habla de mi incapacidad de mantener la propia excitación. Un ritmo de acorde con los acontecimientos y con su integración. Un placer.

  • #37

    Miryam (lunes, 22 marzo 2010 17:52)

    ESOS MIEDOS (Ohiana)
    Tu relato me transmite; con el miedo puedes moverte. El miedo está ahí, lo conozco, lo identifico, lo siento y además avanzo. Me emociono leyendolo y conecto con que este viaje se acaba y has representado para mi en este tramo que hemos hecho juntas una persona que has vencido al miedo. Te recuerdo la primera vez que te conocí en el taller de parentales y el incidente con la manta y te veo ahora contando este relato y te siento sujeta al suelo aunque venga el viento.
    Leo la palabra "tranquila" varias veces y te identifico en la vida real.
    Comparto el miedo a hacer mal las cosas con el que me peleo de vez en cuando.
    "y conocí a un gato con el que me fuí a ronear"..........que así sea.

  • #38

    Miryam (lunes, 22 marzo 2010 18:50)

    SALTO A LA GRAN PANTALLA por Maite Blanco
    Querida Maitetxu te veo volando de puntillas como una verdadera absara con una barita ente las manos y disfrutando de lo lindo. Me ha llamado la atención de tu relato tres cosas:
    . tu capacidad de observación de los detalles pequeños y tu maestría en dotarlos de su calidad. Siento la riqueza de tu expresión que está en este momento en el polo opuesto del mio ya que me siento literalmente "sin palabras".
    . percibo una lúcida y expresiva delicadeza y suavidad en el contacto con los seres del bosque que te animo la vivas fuera de la pantalla y me recuerdas mi falta de compromiso con explorar este terreno que cuando lo vivo sobre todo con la música me hace sentir contínuos escalofrios.
    . la variedad de recursos sensoriales con los que cuentas y que me transmites y tambien porque no decirlo, recursos en general, en todo el relato.

    Conozco la bolsita de la desconfianza que tira hacia abajo y lo importante que es tenerla presente para ver si poco a poco va dejando de estar en primer lugar y se va convirtiendo en fondo.

  • #39

    Miryam (lunes, 22 marzo 2010 19:34)

    MONDALIA EN BUSCA DE SU ALMA por Mónica Pérez
    Mónica,tu relato me ha cautivado de principio a fin y no he dejado de mirar la pantalla del ordenador hasta que lo he terminado.
    Tengo la sensación depués de leerlo que lo sabes todo. Está tan claro. Y gracias por recordarme a la sabiduría y la desconfianza, la gracia y el perdón, todas van de dos en dos y no de una en una y además la buena que es donde me quedo y sobre todo por el mensaje final que cuando acepte a las dos me habré encontrado. Gracias querida cuatrera y en el camino nos encontraremos. Un beso

  • #40

    Miryam (lunes, 22 marzo 2010 19:57)

    LA FAVORITA DEL JEFE por Aurkene Gallastegi
    Aurkene he llorado con tu relato. Tu y yo lo sabemos, y una vez más me he visto reflejada en tu historia de principio a fin y más si cabe ya que has tocado el tema de la voz y desde el Viaje Mítico cuando me dí cuenta que no se me oía en grupo y decidí tomar clases de canto.
    Destaco su simplicidad, claridad y sobre todo lo bien que llega el mensaje, sin dar lugar a elucubraciones. Está claro.
    El final es un "to be continued" que como bien lo has dicho ahora está en tus manos. Te deseo un buen continuar.

  • #41

    Juanan de la Cruz (martes, 23 marzo 2010 01:40)

    EL GUERRERO NUK
    (por Iñigo Bañuelos)

    El... guerrero... Nuk... ¡Como me suenan esos puntos suspensivos! Esos puntos que crean incertidumbre, esos puntos que hacen parecer que las frases están inconexas, esos puntos que separan las enunciativas, las afirmativas y las negativas, ... esos puntos que desconectan.

    Me recuerdan a mis puntos de desconexión, en el cuerpo, en la emoción, en la sensación, en mostrarme, ... Me recuerdan a mis puntos de contractura, de desensibilización, de madriguera, de aislamiento, ...

    Esos puntos que me dan cuando me da vergüenza, tengo miedo, me siento ridículo ... y hasta cuando siento placer.

    Esos puntos que no pongo sobre las ies y los dejo caer a un lado y también a esos puntos que pongo donde no corresponde.

    Y es que a mi también, como a Nuk, me cuesta estar en contacto con la vida, disfrutar, encabronarme, tirar pa lante y punto.

    Vaya tela con Medusa la Musa... ¡Y yo que creía que picaban!

    Gracias por tu relato refrescante.

  • #42

    Eider Martinez (jueves, 25 marzo 2010 15:59)

    Raquel, tu relato me ha conectado con mi miedo a perder el norte, a la locura, a no saber donde voy. También he conectado con mi conflicto de pelearme o dejarme vencer.
    Mi miedo a la impermanencia me deja paralizada y quieta ante situaciones que sé afrontar y en las que temo dejar cosas de lado. Y sé que en esto, no hay posibilidad de crecimiento por ello poco a poco mi miedo va desapareciendo y voy tomando consciencia de lo que supone esto en mi vida.
    ¿Cuál es mi fin?¿Cuál es mi camino? ¿Está ya escrito o lo voy escribiendo mientras lo recorro?

  • #43

    Eider Martinez (jueves, 25 marzo 2010 16:09)

    Oihana, tu relato me conecta con mi ocultación por mis miedos, miedo a no controlar lo que me pueda pasar, miedo a las equivocaciones, miedo a mi fuerza interna, miedo a expresarme, miedo a dejarme llevar y perderme,...
    También he visto gracias a tu relato que abrirme a la novedad e ir adelante con mis miedos me aportan cosas nuevas y gratificantes.
    No puedo quedarme quieta en un mundo que no para de moverse y cambiar. Mis viejos patrones no funcionan en un continuo cambio que se da en los que me rodean y en mí misma.
    Gracias por tu relato.

  • #44

    Eider Martinez (jueves, 25 marzo 2010 16:18)

    Juanan, al leer tu relato he vuelto a caer en la cuenta de que mi escucha es global y no auditiva.
    He conectado con el viaje que hice a Perú y en el techo que tienen los niños que conocí allí. Por mucho que lo intenten, viven en una sociedad que no les permite ir más allá en su desarrollo socio-laboral. Esto me entristeció y me sigue entristeciendo. Y al mismo tiempo me hace darme cuenta de las oportunidades que yo tengo y dejo pasar.
    El hecho de no estar centrada y no tener claro lo que quiero en mi vida me hace rechazar vías de apertura a nuevas situaciones para mi vida. Las descarto antes de probarlas perdiendo energía en estar alerta ante situaciones de peligro de mi comodidad que aún no se han dado.
    Humildad, autovaloración y aceptación me resuenan mucho cuando pienso todo esto. Valorarme, aceptarme y ser humilde ante mis limitaciones.

  • #45

    Raquel (lunes, 29 marzo 2010 10:33)

    Esos Miedos (Por Oihana)
    Desde pequeña ha sido miedosa e insegura. Su madre la sobreprotegía y aprendió a desconfiar de sí misma y de los demás. Muchas veces tiende a compararse con los demás y siente que ellos son mejores. Al pensar en ello se siente triste y envidiosa de la felicidad de los demás.
    Siente miedo, aunque está un poco más calmada porque el susto inicial de verse perdida ha pasado.
    Siente que tiene un guía interior, ayudador que le da fuerza y ánimos.
    Si expresa su miedo, si expresa sus emociones se siente liberada y fuerte.
    Siente lo agradable de la sensación de dejarse llevar por los demás.
    En su viaje ha aceptado sus errores y equivocaciones. Se despide de los demás gatos y recorre el bosque sola para realizar una despedida interior.
    Aunque le cuesta mostrarse, al hacerlo se siente liberada.
    Sabe que no tiene otra que enfrentarse sola a lo que surja.
    Gracias Oihana por tu relato. Me has dado luz, claridad, consciencia y presencia.

  • #46

    Raquel (jueves, 01 abril 2010 17:37)

    Desde pequeña he sido miedosa e insegura. Mi madre me sobreprotege y he aprendido a desconfiar de mi misma y de los demás. Tiendo a compararme con el resto y siento que ellos sonmejroes que yo, me siento triste e importente, y envidio su felicidad. Siento miedo aunque estoy un poco más clamada porque el susto inicial de verme perdida lo voy aceptando. Siento qeu tengo un guía interior, ayudador que me da fuerza y ánimos. Al expresar mi miedo y mis emociones me siento liberada y fuerte. En mi viaje voy aceptando mis errores, equivocaciones y fracasos. Me despido de los dmeás gatos, recorro el bosque a solas porque necesito una despedida interior. Me cuesta mostrarme, y al hacerlo e siento liberada. Se que no tengo otra que enfrentarme sola a lo que está surgiendo.
    Necesito hablar en primera persona, es como contacto.

  • #47

    Raquel (jueves, 01 abril 2010 17:44)

    Pocos son los que aguantan mis arrebatos de mal humor. He estado convencida de que al salir de mi aldea iaba aencontrar con aquéllo para lo cual nací y mi vida cobraría de sentido. Quiero ir en busca de mi destino pero tengo la impresión de trato de huir de el.Siento miedo y soledad. Quiero extraer el significado, el por qué, la lógica, encontrar el sentido para estructurar mi sin sentido interior. Estoy paralizada, cristlizada, intocable. No por ir más lejos voy a encontrar antes lo que busco. Me ha llegado el momento de parar y buscar aquí mismo. No se que tengo que buscar ni donde, se profundamente que no necesito buscar en tierras exóticas o en experiencias extremas, se que estas me dotan de relatividad y no de sabiduría.
    "En mi centro de estabilidad la espera placentera se entrega fluida".
    Gracias Pedro.

  • #48

    Raquel (jueves, 01 abril 2010 17:57)

    De Nagore, El Viaje de la Salamandra
    "Me veo en ti como en un espejo y eso me está ayudando", Gracias por estar aquí.
    No soporto el vacío de la nada.
    Hago y hago sin saber para qué hago. Lo que hago lo hago para no sentir mi soledad y le enfrento al de enfente culpándole de mi falsa dedicación.
    No logro entregarme al contacto. No se como relacionarme con los demás y cuando lo hago me pierdo en el toro porque me da meido que me rechace y qeudarme sola.
    Necesito algo que no se que es, siento la falta y no puedo ponerle nombre. Me dedico a buscar esa falta haciendo excursiones, movimientos arrítmicos y esfuerzos corporales.
    Cada vez que vulevo a mi origen me encuentro de nuevo com mi sombre, mi falta.
    ¿por qué no puedo ser feliz aquí? ¿por qué sigo buscando fuera?
    Me da miedo fracasar, me da miedo responsabilizarme de que la responsailidad de mi vida es mía y solo mía, me da miedo responsabilizarme de mi soledad.
    Ni tu me debes nada ni yo te debo nada. Necesito relacionarme contigo sin rencores, ni odios, ni ataduras, sin dañarte. Necesito reonocer el daño en mi para no ponerlo en ti.
    Necesti poner atención en rachazar lo que no necesito y en pedir cuando lo necesito. Necesito acepatarme como soy y acepatrte como eres y no cirticar en ti lo que no me gusta de ti.
    Poner mi atención en lo que hago yo sin esperar algo de ti.
    Yo también tengo pinchos que uso indiscriminadamente para protegerme de mis fantasmas y te pinho a ti y me alejo del contacto qeu tanto anhelo. Así no tengo posibilidad alguna de netregarme y de compartir.
    Nagore, me vuelvo a perder, tras la lectura de tu relato se que encuentro antes la salida.

  • #49

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:09)

    El viaje al fondo de la tierra de Taga (por Silvia Camio)
    En realidad ambas partes son mías. Estoy dividida, soy una con todos los aspectos: agresiva, tierna, bondadosa, odiosa, valiente, cobarde, suave, áspera, prepotente, sumisa, soberbia, humilde.
    Mensaje: respeto, responsabilidad, confianza, libertad, amor, ACEPTACIÓN.

  • #50

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:10)

    Amanda (por Tzala Lizarraga),
    Amanda, me veo en tu vergüenza no por ser mujer sino por ser yo, me da vergüenza mi ser entero, siento vergüenza, tristeza y rabia por no ser mejor, ¿mejor que qué?, no tengo la respuesta, es una espiral de más y más, nunca es bastante ni suficiente, siempre debe haber algo, alguien mejor. Vergüenza por no estar a la altura de las expectativas de los demás, ¿quién son los demás?, en su día hace mucho, mamá, papá, aitite, amama, mis profesoras, mis hermanos, mis tíos, en la adolescencia, mis compañeras y compañeros, y hoy, ellos ya no están, si mis jefes, mis terapeutas, cualquier figura que represente para mi aquélla autoridad del pasado, en definitiva yo misma, y así, mis propias expectativas. Quiero ser esa imagen que constantemente proyecto en el espejo, una imagen hueca, vacía y carente de entidad real, fantaseada, magnificada, idealizada, la imagen de narciso reflejada en el agua. Aborreciendo la realidad cuando paso la mirada del espejo a mi ser, aborreciendo mi piel, mis poros, mis órganos, mi ser. Invalidando la capacidad innata de amar, ¿qué es amar?. Me sale del interior una palabra “Compasión” y a su vez me vienen varias: escucharme/te, comprenderme/te, perdonarme/te y finalmente amarme/te.

  • #51

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:11)

    Rumbo a la gran hondonada (por Esperanza Elvira)
    Camino por el placer de caminar vs Caminar es obligado para llegar.
    Mi hogar está donde está mi motivación y mi corazón, esto está conmigo.
    En cuclillas valoro las intenciones de cada uno, desconfío de todos, siento ira y destruyo.
    “Caminante no hay camino, el camino se hace al andar.”

  • #52

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:12)

    El viaje de Kribana (por Cristina Bañuelos)
    Mostrando mi agresividad me muestro.
    Mi instinto: si, es mi observación fina y atenta, por eso confío en el.
    Purificación y liberación, dejando de fumar elimino toxinas de mi cuerpo consiguiendo la purificación y la liberación.
    Transito el miedo, vivo con el, sentirlo, le doy respuestas.
    La capacidad de sorprenderme es una gran conquista.
    La experiencia está en mi misma, en cada cosa que vivo, en mi percepción, en darme cuenta.
    Decido ser honesta y pedir lo que necesito.
    Siento tranquilidad de vivir sin definirme encasillada en una cosa o en otra, porque depende, soy de una forma u otra, todo está dentro, siempre cambiante.
    Gracias Kribana por enseñarme todo esto.

  • #53

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:12)

    La gruta negra (por Belén Napal)
    No creo que nadie venga a salvarlas, estoy segura que si ellas piden ayuda desde lo más profundo de su ser hay alguien que vendrá a asistirlas, a lo mejor no reciben el tipo de salvamento que están esperando.

    La gruta negra, negra y oscura.

    El desierto, seco y extremo, polar, frío gélido en la noche, calor sofocante en el día. Visualizo un oasis, al tiempo me doy cuenta de mi fantasía, arena, viento, sequedad, sed. Negación, otro oasis, cólera, no hay mas, negociación, esto es lo que hay, aceptación, desierto.

  • #54

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:13)

    Itaca decide crecer (por Josune Azcona)
    Rendida y malhumorada, muchas veces estoy enfadada y siempre encuentro contra quien cargar mi furia. En el justo instante de mi explosión siento que mi descarga hacia el otro me estabiliza, utilizo al otro como un objeto necesario para mi bienestar, sin embargo en el instante siguiente me siento mal, culpable, desmesurada, absurda y perdida y el malhumor me lo reflecto en mi misma, volviendo a la inestabilidad, más fuerte que antes de la descarga. ¿Para qué me sirve hacer esto?, llevo varios días preguntándomelo, dándome cuenta de qué es lo que consigo y tomo contacto con algo muy antiguo que es llamar la atención, estoy aquí, es una forma mía muy antigua de hacer valer mi existencia, es una forma muy antigua de hacer contacto con el otro, desde la bronca, hoy no necesito esto, lo se, no necesito llamar la atención sobre mi existencia, sin embargo el piloto automático de la toma de contacto sigo realizándola desde la bronca, desde el desacuerdo, desde la falta, desde le conflicto. Y también tomo contacto con cómo descargo la responsabilidad de mi vida en los demás.
    En estos días, estoy descubriendo otra forma que para mí es válida y me ayudo con ella, desde la toma de contacto de mi cabreo, ¿por qué estoy enfadada?, la rutina encaja en que es por algo que yo espero que el otro haga, diga o sea y que no hace, dice o es, me paro antes de explotar, me vivo el cabreo, me siento la respiración acelerada y corta en la inspiración y expiración, me concentro en la respiración procurando alargarla hasta que la normalizo, siento que mi enfado está expandiéndose por todo mi cuerpo con menor densidad en cada área, desde la boca del estómago y frente, epicentros del enfado, voy disipando la densidad del enfado por todo el cuerpo, con la toma de normalidad de mi respiración, cuando esto ocurre estoy ya preparada para darme cuenta de que tengo yo que ver en ese enfado, que es mío, y que es del otro, hacerme cargo de ello, frustrarme y vivir mi frustración.
    Josune, quiero compartir esto contigo, me ayuda a tomar contacto conmigo misma y a dejar al otro en paz, también a conocer mis automáticos que los saco una y otra vez, la alternativa me está funcionando y el automático lo sigo activando, es frustrante, si, hay salida, también.

  • #55

    Raquel (lunes, 05 abril 2010 09:15)

    El guerrero Nuk (por Iñigo Bañuelos)
    Hola Nuk, hola Guerrero, ¿Dónde estás?, aunque seas guerrero, puedes elegir no serlo a ratos, es tu elección, solo tuya. No siempre hay guerra, la cosa va cambiando y aunque la haya, sólo tu y nada más que tu eliges participar de ella o no.
    Se que te asusta sentirte inseguro, no avanzar y estancarte, a mi también, ¿qué es estancarse?, ¡dímelo!, sentirse estancando es ya avanzar, sólo desde la consciencia de sentirme atascada puedo dar el paso que necesito para salir del agujero.
    Se que odias hacer el ridículo, yo también, te reto a que hagas el ridículo conmigo, te pido poder hacer el ridículo contigo y ver qué pasa, ver si me odias por haberlo hecho, ver si te odio por hacerlo tu, o sorprendernos porque sencillamente nos entra la risa, o no, en definitiva ampliar la vivencia sin expectativa creada de antemano.

    Trascribo lo que tu has escrito Nuk:

    “Nuk, dejó su escudo y su espada allí no los necesitaba.... y sintiendo en todo su cuerpo una mezcla de miedo y emoción.... entró en la oscuridad de la cueva del encuentro consigo mismo.... dispuesto a continuar su aventura...... de SER”

    Ánimo Nuk, no es fácil pero...... ¿Quién dijo que lo era?, ¿qué es fácil?, ¿qué es difícil?, Qué más da lo que sea....! al rato será diferente, y al rato distinto, y así la importancia del significado de las palabras fácil y difícil se diluye en la propia relatividad de cada momento.


  • #56

    Yolanda (lunes, 05 abril 2010 13:07)

    Mónica:
    leyendo tu relato me doy cuenta de algo que logro ver de mí hace poco, yo soy mi guardiana pues con cuatro años le prometí a mi padre ser suya para siempre. Esta decisión me impide comprometerme con un hombre.
    Vértigo a soltarme.
    El miedo a lo desconocido, conformarme con la vida cómoda y aburrida que llevo. Miedo sobre todo a no poder volver atrás si lo que hay no me gusta.
    Tengo la certeza de que hay algo, luz, energía, llámalo como quieras que nos acompaña a cada uno de nosotros desde que nacemos, nos ayuda y protege. Hablo por experiencia por mucho que intente matarme está conmigo.

  • #57

    Yolanda (lunes, 05 abril 2010 13:09)

    Iñigo:
    durante muchos años he creído ser una guerrera luchando contra los monstruos que me rodeaban y simplemente al resquebrajarse mi armadura y deshacerme de la espada me doy cuenta que todo está en mi mente. Hay muchas personas por las que me merece la pena sentirme vulnerable, triste, débil... También he buscado el elixir del que hablas para mí es “el santo grial” y a lo único que me lleva esta búsqueda es a forzarme y agotarme, estando enferma muy a menudo.
    Yo lucho contra mi misma. Muchas veces me odio y en este último taller descubro que me doy asco por deseos y sentimientos que socialmente están mal vistos y todos y cada uno de nosotros tenemos. Intento adaptarme al grupo, algo inútil porque soy lo que soy.
    Cuando normalizo me tranquilizo en vez de sentirme especial.

  • #58

    Yolanda (lunes, 05 abril 2010 13:11)

    Juanan:
    contigo comparto lo de sentirme de otro planeta. Me crié en un entorno en el que había una única verdad y visión de las cosas y por supuesto no era la mía. Lo que veía, escuchaba, sentía era falso porque era diferente a lo que marcaba la norma. Rápidamente y para sobrevivir aprendí que lo que necesitaba era hacer, decir, sentir lo que los demás esperaban de mí olvidándome de mis emociones y necesidades. Esta venta de mi alma me causa rabia, enfado y lo que busco como válvula de escape es la venganza. Acción que no me va a devolver todos estos años que he permanecido dormida.
    “El santo grial” no existe. Me pierdo buscando grandes eventos, emociones, relaciones... con las que me cuesta bajar a tierra y ver lo pequeño, lo cotidiano... la ternura de mi pareja, la generosidad de Teresa, la alegría de Esperanza, la risa en mi trabajo, el disfrute de la soledad, la compañía de las personas a las que quiero, la música... puedo seguir y seguir, esto es la felicidad para mí.

  • #59

    Pedro Alonso (jueves, 08 abril 2010 12:28)

    Yolanda, todavía me estoy riendo de algunas escenas que describes en "El maravilloso mundo rosa de una gimnasta arrítmica". Me he dejado arrastrar por su ritmo frenético en el que no dejan de pasar cosas a cada momento, y he tenido la sensación de que estaba cabalgando las olas sobre una tabla de surf. En general el relato me ha sorprendido por tu desbordante imaginación y la capacidad de integrar y hacer creíbles situaciones surrealistas en medio de otras más cotidianas.

    Mi mente, no sé si también la tuya, funciona al ritmo acelerado de tu relato, por lo que me cuesta ser capaz de concentrarme en aquello que está ocurriendo en el presente. Siento que la actitud que sostiene esta dificultad es la de considerar que la vida cotidiana, por sí misma, es aburrida. La agitación mental me permite estar constantemente entretenido con contenidos mentales de todo tipo, pero este entretenimiento tiene un coste que cada vez considero más elevado; me aleja de la realidad.

    Desde hace algún tiempo he empezado a considerar que quizás lo que denomino miedo al aburrimiento es en realidad un miedo al vacío. La meditación me permite transitar ese estado en el que no pongo más contenido en mi mente que el que la percepción sensorial y emocional recoge. Nunca me he sentido aburrido meditando, más bien al contrario, cuanto menos pensamientos genero más cuenta me doy de que están ocurriendo cosas constantemente.

    Tu relato es realmente entretenido pero me da la sensación que, al igual que mi mente, pasa por la realidad de puntillas.

  • #60

    Silvia Camio (viernes, 09 abril 2010 23:14)

    Silvia Camio- Comentario al relato
    “MONDALIA EN BUSCA DE SU ALMA” (Mónica Pérez)

    Mónica, Mondalia, me identifico mucho contigo, yo podría ser también Mondalia
    Yo me encierro en mi castillo, aunque no disfruto en el, esa es la diferencia, yo me niego salir al exterior, me niego disfrutar, en mi caso es por miedo a que me hagan daño.
    Mi castillo es mi cuerpo, lo insensibilizo, y me voy a la parte superior, al cerebro, para no sentir nada, si no siento no sufro, pero tampoco disfruto.

    Me siento igual que Mondalia, en cuanto a que en realidad no me importan las demás personas, en mi caso, yo hago como que me importan, pero lo hago para quedar bien, ya que no soporto quedar mal con los/as demás, pero en realidad solo busco mi interés, y el quedar bien es uno de ellos.

    Me siento mentirosa como Mondalia, y tabién manipuladora, timadora, aunque no me atreva a hacerlo tan abiertamente como Mondalia, lo hago de manera sigilosa, para que nadie se de cuenta.

    Me encantaría hacer un viaje, igual que Mondalia, sobre todo por el sendero de las culpas, y la laguna del perdón, para poder llegar a aceptar mi luz y mi oscuridad, y la de las demás personas, no me perdono y por tanto no perdono a las demás personas.

    Y de esta manera recuperar las ganas de vivir aceptando todo lo que soy, poder salir de mi encierro en mi misma y poder disfrutar de dar a las demás personas.

    Gracias por recordarme como soy, Mónica, y por recordarme que estoy en el camino adecuado aunque a veces me falten fuerzas para sortear todos los obstáculos y superar las pruebas.




  • #61

    Oihana Elizegi (sábado, 10 abril 2010 12:02)

    Gracias compañeras/os. Me alegro mucho de que el relato os aporte alguna cosilla. Por lo demás, creo que el incidente de la manta se me quedará grabado de por vida JEJE. He leído tu relato, Pedro y me ha recordado a los viejos cuentos que leía de pequeña de viajeros que emprendían rumbo a algún lugar desconocido. Me he sentido cercana a él, en las herencias que nos dejan nuestros padres, en los qué haceres que nos dan ellos, en los deberes. Me ha venido la culpabilidad que siento al no hacer lo que ellos dicen a veces. La importancia del trabajo está presente en mi vida. Eso de parar… es cosa de vagos o algo así me viene a mí también… como que estoy perdiendo el tiempo. La monotonía y rutina que cuentas ahí está presente también.

    En tu relato también cuentas la dificultad de expresar el cariño a los demás (eso todavía también está en mí aunque noto que he avanzado un poquito). Y sobre todo la necesidad de tomar contacto con las emociones y sentimientos.




  • #62

    Eider Martinez (martes, 13 abril 2010 23:14)

    Ttala, al acabar de leer tu relato he tomado una bocanada de aire. Aire que me estaba faltando porque con las prisas no tomo en cuenta que soy mujer. Es algo que suelo dejar de lado a la hora de relacionarme.
    Me gusta arreglarme, maquillarme, pero al mismo tiempo me da vergüenza. Me avergüenza mostrarme como lo que soy.
    De niña me gustaba vestir vestidos pero llegó la adolescencia y las capas de ropa para ocultarme. Me gusta la ropa femenina pero el practicismo, la comodidad y los complejos me hacen vestir más masculina.

  • #63

    Belén (martes, 13 abril 2010 23:16)

    Rumbo a la gran hondonada (Espe)

    Tu relato, Espe, me ha hecho vivir mi soledad y la desconfianza que tengo en los otros. Estoy sola, como todos, y me duele, pero además de esto desconfío y pienso que me van a hacer daño, con lo cual pongo más distancia todavía, y esto me hace sentir más sola. Así, en espiral. Y la única manera que conozco de salir de ella es unirme a otro mediante la confluencia, en la que me siento falsamente reconfortada por estar acompañada, al mismo tiempo que pierdo mi individualidad.

    He vivido a través de tus palabras el miedo que tengo a hacer contacto, a que me entregue y me traicionen, y al mismo tiempo la necesidad de tener ese contacto. Como en tu relato, busco culpables donde no hay daño, y siento que no me puedo dejar y confiar en los que me rodean. Como tú dices, “viajar sola es menos pesado”, pero a veces es también triste.

  • #64

    Eider Martinez (miércoles, 14 abril 2010 00:02)

    Pedro, tu relato me hace conectar con mi tendencia a parar de hacer cuando me identifico con mi madre. Me limito yo misma. La rebeldía me lleva a no hacer o hacer lo contrario dependiendo de a quien llevo la contraria, y por ende, no hago lo que yo quiero.
    Horem busca fuera lo que no encuentra dentro de sí mismo. Atender lo que le dicen sus sueños le hacen cambiar esto.
    El relato acaba con la frase "en mi centro de estabilidad la espera placentera se entrega fluida". En mi caso, la espera placentera y conformista me paraliza y no me deja fluir.

  • #65

    Eider Martinez (miércoles, 14 abril 2010)

    Nagore, de tu relato he agradecido que el viaje sea de ida y vuelta. Creo que he aprendido muchas cosas en los últimos años, y lo que más me cuesta es mostrar mis cambios a las personas que me conocían antes, por ejemplo a mi familia.
    Por no contactar la salamandra confluye o no se acerca, algo que me resuena mucho en mi vida. El miedo al rechazo me hace estar alerta y mostrarme dura. algo que es parte de mí pero no soy siempre.
    También conecto con mi miedo a no saber quien soy si dejo de indentificarme con los introyectos que me he tragado de mis padres.

  • #66

    Estitxu Jiménez (miércoles, 14 abril 2010 22:24)

    EL GUERRERO NUK. IÑIGO BAÑUELOS

    Al leer este relato me he sentido muy identificada en cada momento. Soy una persona que me aislo mucho y eso hace que de alguna manera esté muy desconectada. Hay muchas tensiones en mi cuerpo, sobre todo en mis hombros. En el momento que vivo el miedo, me pongo muy rígida y me cuesta incluso respirar. Me cuesta enfrentarme a las cosas y dar la cara.

    En el momento que me dejo llevar, descrubro cosas de mí muy significativas y esos miedos, tensiones..desaparecen.

    Las fantasías que tengo a los reproches, a lo que me pueden decir los demás, a lo que pueden pensar los demás...hay a veces que se han convertido en realidad, pero si no reacciono no sabré con que me puedo encontrar.

    En ocasiones, cuando he dado un pequeño paso hacia delante me sentido escuchada, acompañada. Físicamente, me he sentido diferente, la cabeza alta, la vista hacia delante, la voz más potente, la postura más rígida y percibiendo menos las tensiones de mi cuerpo.

    Si me encuentro con mis temores, por mucho dolor que tenga o mucho daño que viva, por lo menos veo cosas de mí que me ayudan en el día a día.

    Me cuesta sentir mis necesidades, y eso es lo principal para avanzar. Yo no me siento un guerrero, yo me siento una estatua fría y dura.

    Al leer la descripción de los paisajes, en ocasiones me daba frescura y liberación imaginármelo. En la vida real, me relaja y me gusta mucho los paisajes frondosos, con mucha vegetación, con ríos..me hace relajarme y sentirme mejor conmigo misma.

    En el momento que describías tus sensaciones "sentía calor...tenía sed...necesitaba beber agua...". De alguna manera necesito ser consciente de todos los pasos para saber lo que necesito. Y son sensaciones que me invaden cuando siento el miedo.

  • #67

    Mónica (miércoles, 14 abril 2010 23:33)

    RUMBO A LA GRAN HONDONADA (Esperanza Elvira)
    ESPE tu relato me habla de lo importante que es dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro estando presente en lo que nos ocurre ahora.
    Me he identificado en muchos aspectos con Jana, cuando hablas de los vientos favorables que te permiten navegar, a mi me viene a la cabeza mi carácter cambiante, en un momento puedo estar en lo más alto creyendo que soy invencible y al segundo caer en la más honda apatía.
    La desconfianza es uno de los aspectos de Jana que me ha resultado tremendamente familiar. En numerosas ocasiones me ha ocurrido lo mismo que a la protagonista de esta historia, he perdido algo y luego he culpabilizado a alguien para no hacerme cargo de mi dejadez.
    La necesidad insidiosa de tener que aprovechar el tiempo también es un aspecto predominante en mi carácter.
    La vivencia de ser una persona poco agraciada, harapienta y de la que los demás se ríen hace tiempo que ya no la siento pero he de reconocer que me ha acompañado a lo largo de muchos años de mi vida.
    Como la protagonista de tu relato yo tampoco quiero ver mis sombras, mi lado oscuro, ponerme delante de eso que me asusta y seguir mi camino sin esa carga es algo que me ha costado mucho y que aún en ocasiones trato de esquivar.
    Cuando hablas de las heridas producidas a lo largo del camino, me doy cuenta de que el camino de la terapia está lleno de ellas, pero que también como dice Jana “En este pueblo que se desplaza, tengo buenos amigos con quienes comparto momentos placenteros y divertidos”.
    Me gusta mucho que el momento en el Jana consigue por fin dormir sea cuando deja de viajar sola y comparte su ternura con un niño contándole un cuento y dejándole que se calme en su regazo, porque para mí esta es una de las maneras que he encontrado para salir de mi autosuficiencia. Gracias Espe por recordármelo. Mónica

  • #68

    Mónica (jueves, 15 abril 2010 23:32)

    LA ESPERA DE HOREM (Pedro Alonso)
    Desde el principio de tu relato me he sentido identificada con Horem sobre todo en los sentimientos de soledad y la obsesión por fantasear con mundos mejores que no son nunca los que estoy viviendo.
    Por otro lado el padre de Horem me ha recordado mucho al mío, el también se ocupaba de recordarme a menudo los esfuerzos que hacía por mi y lo poco que yo se lo agradecía. Esa exigencia de mi padre y su poco reconocimiento hacia como era yo o lo que quería hacer con mi vida, me generaron muchos sentimientos de culpa, que me hicieron, como a Horem, querer escapar. La única manera que encontré fue la fantasía, hasta que encontré la terapia y pude escapar de mi destino, porque como bien apunta Byron, el destino no es algo hacia donde nos dirigimos sino de lo que escapamos. Y así es como yo lo veo también.
    En estos momentos de mi vida me encuentro precisamente en el que el mismo que el protagonista de tu historia, sosteniendo la tensión de saber que no es el momento de caminar sino de parar y observar, de vivir el vacío para poder volverlo a llenar con lo que realmente me llena que no es ni más ni menos que vivir aquí ahora, dejándome sentir los deseos de escapar, de llenar el vacío con cualquier cosa que haga parar la angustia de no saber qué me depara mi des-sino.
    Nota para el autor de LA ESPERA DE HONEM: Gracias por confiar en mí. Mónica.

  • #69

    Mónica (viernes, 16 abril 2010 00:02)

    LA FAVORITA DEL JEFE (Aurkene Gallastegi)
    Tu relato me ayudado a hacer un repaso por la relación que a lo largo de mis años de terapia he tenido con mi terapeuta. Me doy cuenta de que, como a la favorita del jefe, el ha sabido ayudarme a sacar lo mejor de mi y también lo peor y eso es algo que le agradezco profundamente.
    Me identifico también con la protagonista de tu relato en los momentos en los que mi soberbia y mi orgullo me hacen desconfiar de él y de las personas que quieren aportarme algo. Momentos de autosuficiencia que me llevan a la soledad.
    Otro de los aspectos que la favorita del jefe y yo tenemos en común es la exagerada competitividad por conseguir ser la preferida de los hombres y por supuesto y sobre todo del jefe, que en este caso es mi terapeuta.
    Nota para la autora de LA FAVORITA DEL JEFE: Me siento muy feliz y me ha emocionado mucho ver que formo parte de esta historia. Gracias. Mónica.

  • #70

    Aurkene Gallastegi (viernes, 16 abril 2010 13:06)

    Rumbo a la gran hondonada. (Esperanza Elvira)

    Me he sentido muy identificada con tu relato Espe. Refleja muy bien lo que ha sido y lo que muy a mi pesar, sigue siendo en parte mi forma de vivir.
    Yo también he caminado y caminado sin descanso, hacia no se sabe dónde, para alcanzar no sé qué meta, que debía encontrarse en no se sabe qué otra tierra.
    Y aunque poco a poco voy aprendiendo a disfrutar más de mi tiempo, de las personas a las que quiero, del sol, de la música... y en definitiva de la vida, todavía me pillo una y otra vez haciendo trampa y caminando rápidamente, en busca del premio final.
    Y a pesar de que hace poco una sabia mujer me dijo que no hay premio final, que no hay meta a la que llegar, y yo la creo, reconozco que a una parte de mí le cuesta asumir que la vida tenga sentido sin ese premio. Y ahí mantengo una lucha entre la parte de mí que sabe que en esa búsqueda me estoy perdiendo la vida y la parte de mí que sigue queriendo creer que el premio final es el que dará por fin sentido a mi vida.
    Gracias por tu relato, Espe.

  • #71

    Aurkene Gallastegi (viernes, 16 abril 2010 13:12)

    Mondalia en busca de su alma. (Mónica Perez).

    Tu relato me ha dejado muy buen cuerpo, Mónica. Al finalizar su lectura he sentido esperanza, la sensación de que hay salida.
    Yo tengo dificultades en armonizar e integrar mi luz y mi oscuridad. Cuando conecto con mi parte oscura, me siento despreciable, miserable y sin ningún valor. Entro en una espiral de auto-machaque, de la cual trato de huir, hacia algún lugar de mí en el que haya más luz. Y donde más luz encuentro es en la superficie. Y me agarro a las cosas buenas del exterior. Y me quiero quedar ahí. Sin profundizar más. Porque sigo temiendo a mi parte oscura. Y vivo con el miedo a perder "lo que tengo fuera". Con lo cual mi parte luminosa no es tal parte luminosa.
    No sé si encontraré mi alma cuando mi luz y mi oscuridad puedan convivir en armonía. Lo que sí creo es que esa integración me traerá paz interior. La paz que ahora no encuentro porque no termino de aceptar mi lado oscuro y sigo buscando la luz fuera de mí.
    Gracias por tu historia, Mónica.

  • #72

    Aurkene Gallastegi (viernes, 16 abril 2010 13:25)

    NASCAR EN BUSCA DE SÍ (Esther Santamaría).

    Gracias por tu emocionante relato Esther. Tu historia me recuerda mucho a la mía. Y me ha llevado a contactar con mi propia soledad y aislamiento. Una soledad que me ha acompañado durante toda mi vida, a pesar de haber estado siempre rodeada de gente.

    Yo también voy en la búsqueda del amor hacia mí misma y hacia los demás.
    Yo también creo que en ese amor, está mi casa, está mi hogar.

    Y aunque sé que esto es así, a menudo me sigo pillando buscando que ese amor, esa aceptación me la de otro.

    Sin embargo, tras leer tu relato siento esperanza. Esperanza de que en mi búsqueda y sobre todo a través de mi trabajo personal, iré desarrollando mi capacidad de darme a los demás y de recibir de los demás.

  • #73

    Ttala Lizarraga (viernes, 16 abril 2010 15:48)

    Juanan, guerrero de la luz en este mundo de sombras. ¡Qué te voy decir que tu ya no sepas!He podido hablar contigo en ese espacio en el que la luz es tan intensa y brillante que he sentido enloquecer. Una locura cuerda, una cordura loca. En ti he encontrado compañía en un espacio hasta entonces inhabitado. Inhabitado por no mencionado. El mencionarlo contigo le ha dado vida, le ha dado realidad, le ha dado cordura. Te quiero compa.

  • #74

    Josune Azcona (viernes, 16 abril 2010 19:29)

    Nascar en Busca de Si (Esther Santamaría)

    Gracias Nascar por recordarme que la luz sólo se enciende a través de lo que uno hace. Llevo tiempo como el pájaro esperando y esperando a que se encienda, y a que me lo hagan los demás.

    Yo también me asusto cuando el espejo me devuelve todo lo que no quiero ver de mí.

    Tu relato me hace reflexionar en mi demanda hacia los demás por que me quieran y me acepten, como bien le dice Chaska, "aprende a amarte, y encontrarás el único y gran sentido de la vida", esto me ha gustado y me ha reconfortado.

    Muxus.Josune.



  • #75

    Josune Azcona (viernes, 16 abril 2010 20:06)

    Querida Nap, pienso que ellas encontrarán el camino de salida, ellas se salvarán, siempre que lo intenten.

    Me ha gustado mucho tu relato, y me he visto reflejada en cómo me encierro yo en mi casa, por miedos, por pereza, por falta de inquietud, y me quedo en la ventana viendo la vida pasar.

    Yo también he creído durante mucho tiempo, que la hierba no se podía pisar, y hoy por hoy aún sabiendo todo lo que la puedo disfrutar, me paralizo, y me quedo inmovil ante el mandato.

    Tiene suerte Nap de contar con tan buenas amigas y compañeras.

  • #76

    Belén (viernes, 16 abril 2010 20:40)

    Naskar en busca de sí (Esther Santamaría)

    Esther, tu relato me ha removido algo que últimamente tenía olvidado, que es la separación que hago entre mi yo productivo y mi yo afectivo. Durante años me he sentido totalmente identificada con lo productivo, al igual que Naskar, y a través de tus palabras me he dado cuenta de que yo también busco que alguien externo me aporte la afectividad y todo aquello de lo que me siento carente.

    Tu frase “una perra perfectamente válida en la rueda productiva” me gusta, porque así es como me siento a veces, sometida en una rueda de la que no sé salir. Y con miedo, como bien dices, de que si no hago lo que me piden no me van a querer. Y al final me encuentro haciendo aquello que no quiero, para que alguien me lo agradezca y me quiera por ello. Un engaño doble: no me implico en lo que hago, porque lo hago “para otros”, me frustra que no me lo agradezcan y además busco el cariño y el contacto de esa manera, esforzándome. Una vida de esfuerzo en busca de un imposible: no sentirme sola.

    Belén

  • #77

    Josune Azcona (viernes, 16 abril 2010 22:42)

    Hola Kribana, al leer tu relato me hace sentir lo sencillo que me resulta el viaje, cuando camino por el valle de la experiencia,y sobre todo cuando estoy dispuesta a pasar miedo, a aceptarme tal como soy , y a retomar el instinto que tuve y al cual hace tiempo que dejé de hacerle caso.
    Mi viaje se hace intransitable cuando me olvido de experimentarlo y me desvío del camino de la conciencia.
    De donde yo vengo también decían que los que viajaban estaban locos, y he descubierto que loco está el que no viaja.

    Gracias gran Leona.

  • #78

    Nagore Aranburu Gallastegi (martes, 20 abril 2010 20:22)

    Mondalia en busca de su alma- Mónica Pérez.
    Mónica al leer tu relato he podido recuperar a la niña que llevo escondida y fácilmente la he puesto en acción con el castillo como punto de partida. Me ha ayudado mucho a emprender ese viaje, el lenguaje tan apropiado que has utilizado junto con las descripciones de los diferentes puntos que atravesar. Desde bien pequeña los adultos de mi alrededor han insistido para que me quedara en su castillo donde todo lo qe había fuera era peligroso según su parecer. Llegó un día en que desistí y me conformé a explorar el mundo a través de las palabras de algunos Diolo-s. Hoy es el día que puedo ver todas las limitaciones que me ha creado la desconfianza: los juicios que hago hacia los demás,mi interés mercantilista hacia el otro...De momento he comprobado que sólo desde el agradecimiento puedo ver y acercarme al otro; mostrarme más tierna y entregarme un poco más. Gracias por tu sinceridad.
    Nagore

  • #79

    Nagore Aranburu Gallastegi (martes, 20 abril 2010 21:11)

    "Rumbo a la Gran Hondonada"- Esperanza Elvira.
    Espe, cuánto me he identificado con tu relato...Me ha parecido preciosa la simbología que utilizas respecto a la aridez del desierto donde no hau nada y el agua, como símbolo de vida, movimiento que une continentes, países, razas, culturas, comunidades, personas y demás seres habitantes de este planeta. Algo parecido al agua necesito yo para reconciarme conmigo misma y con el resto del exterior. De esta manera, no me empeñaré en llegar a cumbres tan altas donde el contacto tierno conmigo misma sea lo último que atender. Con un nuevo sorbo de agua de vez en cuando, la gente difícilmente me molestará e incluso podré confiar un poco más para repartir agua haya donde se necesite. Creo que a este mundo lo estamos secando de vida y en este sentido ¡no hay tiempo que perder! Un placer el haber hecho este viaje a ninguna parte, contigo y demás personajes.

    Nagore.


  • #80

    Juanan de la Cruz (miércoles, 28 abril 2010 00:53)

    Te recuerdo Amanda ... Te recuerdo. Eres el espiritu puro de la vida contenido en el color rojo, ese color que causa tanta controversia: prohibido, tóxico, peligroso, ... pasión, amor, rosas, ... ¿Quién se aclara así?

    La sala roja ¿recuerdas?.

    De normal ya me cuesta respirar. Bajo mis propias mantas escondo mi espontaneidad, mi alegría, mi curiosidad, mi nada, mi todo, mi ser y mi presencia. Tras haber leído tu relato tengo el corazón encogido, un dolor que me parte el pecho y una profunda tristeza.

    ¿Cómo se puede hacer eso a un ser tierno? Es rabia y dolor y tristeza. Rabia, dolor, tristeza y vergüenza, vergüenza de ser y vergüenza por haberme sometido a la mirada del otro.

    Ahora miro atrás en el tiempo y me veo lindo y fresco, vital y sin importancia, generoso y receptivo, ... alegre de ser y existir.

    ¡No hay derecho! me digo mientras lloro. ¡No hay derecho!

    Ha sido tanto tiempo sin derecho ... tanto tiempo buscando que me dieran derecho ... que me he quedado torcido. No me daba cuenta que solo yo puedo vivir derecho.

    Te recuerdo Amanda ... Te recuerdo. Vamos juntos, con tu vestido rojo y mi cazadora de cuero a recorrer el camino de la vergüenza de ser.

    Ahora parece que empiezo a recordar; me vienen unas palabras de Claudio Naranjo:
    “…podemos decir que nacemos con un anhelo espiritual, un anhelo de transformación que alguna gente siente como un llamado a sanar. Hay personas que lo sienten como un apretón de dolor …como los chamanes …que son enfermos que se reconocen como tales y por eso pasan a otra condición …”.

    Te recuerdo Amanda ... Yo también soy brujo y chamán, y averío muchas cosas.

    Te quiero.

    Te recuerdo Amanda - Victor Jara
    http://www.youtube.com/watch?v=GRmre8ggkcY

  • #81

    Nagore Aranburu Gallastegi (sábado, 01 mayo 2010 16:11)

    El guerreo Nuk- Iñigo Bañuelos
    Iñigo, tu guerrero me recuerda a mi guerrera con todas sus armaduras ya oxidadas y caducas. Todos los reflejos que has ido relatando empezando por la persona que avanza directamente hacia tí, los espejos, la medusa desde el resplandor del río y la puerta metalizada de la cueva, todos me llevan al mismo sitio: a ver el reflejo de mis propios miedos. Lo único que es oscuro es la cueva, donde una vez que entras no sabes qué va a pasar, bueno sí, para empezar un leve temblor, en mi caso en las mandíbulas y ese sudor frió tan conocido anticipan que algo está por llegar...No te olvides de contarme la vuelta.
    Nagore ARanburu

  • #82

    Maite Blanco (martes, 04 mayo 2010 08:30)

    El guerrero de la Luz- Juanan
    Me imagino el paisaje desangelado de tu historia y me pregunto si será necesaria una hecatombe para poder dejar florecer y vivir según las indicaciones de nuestra sabiduría interior. Me doy cuenta de que mi propio miedo a la locura me hace necesitar sentirme parte de la comunidad y soy consciente de que el tributo a pagar es la pérdida de libertad.
    Me gusta la idea de transformar, crear una forma tras otra, sin aferrarme a ninguna. A veces me da la sensación de que todas estas experiencias de luz me hacen crecer y me abren un nuevo horizonte. Sin embargo, mi vida sigue estando aquí en la tierra, lo que ocurre entre bambalinas es otra historia.

  • #83

    Maite Blanco (martes, 04 mayo 2010 08:31)

    La salamandra- Nagore
    Nagore, al leer tu relato me ha dado la sensación de que había dos lenguajes que chocaban entre sí; es una historia fantástica cargada de argumentos lógicos y racionales.
    Me ha encantado la frase “A mí me cuesta aceptar al otro tal y como es y no criticarle por lo que no me gusta de mí”. Cada vez que me doy cuenta de que critico a alguien me pregunto qué tiene que ver conmigo y generalmente encuentro algo que no acepto de mí misma. Esto me es más claro de ver cuando la crítica la realizan otras personas y me pregunto qué problema tendrán con eso que están criticando.
    Me imagino a la salamandra de vuelta a casa con la piel curtida después de tanto aprendizaje. Ahora el reto está en ponerlo en práctica…

  • #84

    Iñigo Bañuelos (sábado, 08 mayo 2010 11:37)


    Comparto esto de que SEGÚN DEL POLO DE DONDE SE VEAN LAS COSAS TIENEN UN EFECTO…. Y QUE HAY QUE VIVIR UN POLO PARA PODER VER EL OTRO….
    MONICA TU RELATO al comienzo ME HA PUESTO DE MALA OSTIA….( Me estaba indignando la prepotencia de tu relato con la plebe)(me he polarizado) …HASTA QUE HE LLEGADO A VER, LA TERNURA DEL MISMO… (he visto la polaridad.)
    Gracias por tu relato... yo también a través de él, he viajado por La colina perdida,…por el Bosque de los Sueños Prohibidos… y por el Sendero de las Culpas… hasta llegar a la Laguna del Perdón… he viajado dejando que mi alma se reencuentre….y he sentido mi luz y mi oscuridad en este viaje…de armonía.

  • #85

    Espe (lunes, 10 mayo 2010 18:37)

    La bruja avería.
    Ttla, tu relato me parece muy bello. Sencillo y alegre. Me quedo sonriendo al terminar de leerlo. Me parece fresco y esperanzado.
    Yo también siento verguenza de mi. Y no es justo. No soy justa conmigo.
    Siempre me ha dado miedo sentir mi feminidad y prefiero ocultarme a dejarme ver y dejarme sentir. Me da miedo ponerme en juego. Es más cómodo ocultarme. Ahora me gusta y me da fuerza. Sigo sintiendo verguenza y miedo, sigo escondiendo, pero al menos me doy cuenta de lo bien que me sienta dejarme sentirme mujer. Y que las rosas tienen espinas y también huelen muy bien y son bellas, y se marchitan, y vuelven a nacer.
    Espe


  • #86

    Espe (lunes, 10 mayo 2010 21:48)

    LA ESPERA DE HOREM

    Pedro,
    me he identificado con tu historia. Creo que no se diferencia mucho de la mía en la que voy obsesionada en una dirección sin saber nada más que promesas del lugar al que me dirijo. Y en ese afán voy sola por el camino y mirando al suelo. No permitiendome sentir el momento, que sumado uno a otro es lo que verdaderamente compone mi vida.

    Me asusto cuando, como Horem, miro a mi madre y me digo que no quiero repetir la conducta de mi madre y me doy cuenta que sí lo hago. Que la he repetido y la estoy repitiendo. En mis relaciones, en mis adicciones. Y me doy cuenta que también en esto, en tomar mis decisiones día a día, en pequeñas cosas, en ser coherente conmigo misma es como construyo mi realidad, que puede ser o no distinta de la que fue la suya. Porque cada ladrillo en sí no es nada, pero uniéndolos construiré algo y en la decisión que tome al colocar cada uno de ellos, es que hago mi propia construcción.
    Espe

  • #87

    Iñigo Bañuelos (martes, 11 mayo 2010 23:00)

    EL MARAVILLOSO MUNDO ROSA DE UNA GIMNASTA ARÍTMICA
    Entre tanto bosque…, seres diferentes, grutas, acantilados, y demás paisajes mostrados en los relatos que anteriormente he leído, me ha llamado la atención encontrarme en un aeropuerto, con unas vacaciones…, amigos..., un gimnasio…, tu relato, me recuerda que la experiencia está en todos lados, que no hacen falta dragones, ni acantilados para agobiarse,… enfadarse… o asustarse….
    Los cambios de planes me desconciertan, y tu relato me recuerda que siempre existe una opción,… otra opción, en la que aunque los planes cambien no es el final, el caos, sino otro camino, y que caminar y experimentar, con otras personas, o en otro lugar, otras circunstancias… nos lleva a enriquecernos
    Prejuzgar algo o alguien, me limita, me separa, me ciega ante lo que tengo delante… y como dice Raquel, es a través del juicio, del prejuicio como no me dejo tomar contacto.

  • #88

    Iñigo Bañuelos (martes, 11 mayo 2010 23:05)

    EL GUERRERO DE LA LUZ - Juan
    Juan, tu relato me ha llevado a la pena, al dolor al sufrimiento… (con lo que a mi me cuesta mantenerme ahí…)…menos mal que hubo una hecatombe…
    Vamos Juan me alegro de que dejes de ser el patito feo,…que saques el cisne que llevas dentro….que tosas y tosas hasta sacar todas las plumas….y que como tú me considero un guerrero de la luz… que me alegra tenerte conmigo en este “nuevo planeta”…
    Me encanta esta parte del cuento… y perdona que le ponga los puntos suspensivos …“Estás ahora en la montaña del principio de los tiempos…. Como una explosión,… como un volcán… que según explota, pasa de gas a líquido y luego a sólido… Y una vez que ha salido la lava, …coge forma … y es así hasta que hay otra explosión. Y ha habido muchas explosiones a lo largo de los tiempos… y las explosiones cambian las formas…. La vida es un baile de formas,… que consiste en tomar una forma y vivir la vida con esa forma…. Soltar la forma… y coger otra forma….

  • #89

    Aurkene Gallastegi (jueves, 13 mayo 2010 10:02)

    EL GUERRETO DE LA LUZ (Juanan)

    Necesito pertenecer a mi comunidad, al mundo. Y desde ahí reprimo mi verdad. Esto me lleva al resentimiento. Y desde ese resentimiento me siento fuera del mundo al que quiero pertenecer.

    Es un círculo vicioso, sin salida, que quiero romper. Y siento mucho miedo. Porque ya no conozco mi verdad y sólo veo oscuro. Un vacío muy oscuro.

  • #90

    Fran (viernes, 31 enero 2014 06:18)

    ESOS MIEDOS... de Oihana Elicegi. Me gusta y resuena la gata Osane. Cómoda en su mundo fácil, se va desperezando, abriendo al mundo que se despliega ante ella. Antes estaba y no lo veía, ahora está y lo atraviesa. Me la imagino y deseo en su ahora recorriendo muchos bosques, todos, pero con paso calmo, saludando a los otros animales que encuentra a su paso: no mira atrás, está concentrada en el placer de respirar.

  • #91

    Fran (sábado, 01 febrero 2014 06:18)

    ALEXANDRA de Raquel Lázaro. De este relato me gusta mucho la presentación, la introducción: me llegan la fuerza, el dolor, la amargura y la rabia. Deseo que esa áspera lucidez, necesaria, haya encontrado en su camino un lugar donde descansar y contemplarse de otra manera.

  • #92

    Fran (martes, 04 febrero 2014 17:59)

    EL GUERRERO DE LUZ. Hasta el párrafo en que menciona los introyectos, me gusta mucho la presentación. Es evocadora, sugerente y... ¡Me encanta que haya Guerreros de Luz! Me fascina que las palabras hayan desaparecido y que un impulso los acerque a compartir su vida con otras vidas que alguna vez fueron las suyas. Han viajado mucho pero no han olvidado, y sus manos lo demuestran: siguen vagando. Deseo que el nuevo guerrero siga con fuerzas para continuar su adiestramiento.

  • #93

    Fran (lunes, 17 febrero 2014 07:29)

    LA GRAN HONDONADA. Me gustan la estructura del relato y la descripción del reto y escenario iniciales, la travesía hacia la Gran Hondonada. Me gustan el ritmo y su búsqueda de la sencillez, que me hacen conectar con su anhelo mítico. Aunque llegar o no llegar ya carece de importancia, y está bien que así sea, le deseo que pueda mirar atrás y sentir que todo lo vivido forma parte armoniosa de toda ella.